Quinteto de novedades
Los libreros recomiendan
Martes 17 de mayo de 2016
París y el odio
Matías Alinovi
Entropía, 172 páginas
Una decisión inexorable vertebra esta novela: incendiar París. Y también una pregunta urgente; la pregunta sobre la identidad, o sobre sus pliegues, o acaso su imposibilidad. En su permanente doblez, este texto alterna entre dos cadenas de agobios: el diario Libération, las piletas públicas parisinas, las catacumbas y la librería Shakespeare & Co.; Cortázar, las empanadas del 25 de Mayo, Eva Perón y Atahualpa Yupanqui. Lo que va surgiendo entonces es la inadecuación entre dos series de indómitos malentendidos sociales, que también son íntimos.
En "París y el odio" confluyen tres historias: la de un joven argentino que se afinca en la capital francesa atrapado entre la física teórica y la pretensión literaria; la de un escritor consagrado en el extranjero que busca justificar su posición canónica, y la de un hallazgo arqueológico que será al mismo tiempo disparador y desenlace. Es por esos caminos que Matías Alinovi reafirma su voz única: ofrece en estas páginas una cadencia que se nutre del verso alejandrino y una estrategia narrativa que conduce de la angustia a la ironía y desde ahí hasta el derrumbe. Así, esta novela va construyendo ruinas con los materiales de un estilo que sólo puede ser definido como incendiario.
Andréí Tarkovski. El ícono y la pantalla
Pablo Capanna
Letra Svdaca, 320 páginas
Hay algo incontenible en Pablo Capanna, algo que él, por fortuna para sus lectores, no puede eludir: debe escribir sobre aquello que lo apasiona. Durante bastante tiempo, y con razón, se lo ha considerado en nuestro país —y más allá también— el especialista por excelencia en ciencia ficción, lo que se vio materializado en varios libros. Esto quizás explique que muchos no conozcan el que probablemente sea su trabajo más logrado y con mayor vigencia: Andréi Tarkovski: el ícono y la pantalla. Aquí, la vida y obra de Tarkovski —sin lugar a dudas el más famoso e influyente director de cine soviético luego de Eisenstein— son abordadas en profundidad, pero con un estilo que Capanna maneja como pocos, más próximo al espectador reflexivo que al oficio del crítico académico. Andréi Tarkovski: el ícono y la pantalla proyecta en cada página el itinerario y los avatares de un cineasta que escapa a cualquier reduccionismo.
Watt
Samuel Beckett
El hilo de Ariadna, 320 páginas
Hubiera tenido la energía o el interés para enumerar laboriosamente las ochenta formas diferentes en las que cuatro muebles pueden ser dispuestos en un cuarto a lo largo de veinte días, o describir las veinte miradas individuales por las que se tiene que pasar antes de que los cinco miembros de un comité puedan estar seguros de que cada uno ha mirado a cada uno de los otros. Beckett tenía razón al afirmar que hay una cierta locura en el proyecto cartesiano de metodizar las operaciones del intelecto humano; pero también había cierta locura en la forma que adoptaba su sátira de la razón metódica.
La libertad de Corker
John Berger
Interzona, 288 páginas
Un hombre rutinario que descubre, tardíamente, la perspectiva de tener una vida mejor y un joven que se va asomando al mundo de los adultos y para quien Corker es exactamente lo que no quiere para él y para su novia. Con ese material, deliberadamente ordinario, John Berger ha armado una novela que va poniendo en escena, mediante un relato minucioso, algunos de sus grandes temas: el valor de la amistad masculina, la soledad, un mundo en el que conviven la frustración y la esperanza, el fracaso de los valores que dominan la sociedad.
En La libertad de Corker pueden encontrarse ya esas marcas de estilo que han hecho de Berger uno de los grandes nombres de la literatura actual. En la variedad de recursos que despliega en esta novela –que incluye estrategias teatrales– se ve a un autor en pleno dominio de sus ideas y de su escritura.
Como afirma Susan Sontag: “Desde Lawrence no ha habido un escritor que prestara tanta atención a la sensualidad como respuesta a los imperativos de la conciencia. Aunque menos poético que Lawrence, Berger es más agudo, más comprometido, más noble. Un artista y pensador maravilloso”.
Las palabras
Matías Moscardi
Puente aéreo
A finales de la década del 40, un traductor argentino con problemas de concentración acepta como encargo la traducción de un texto esotérico a cambio de una provechosa suma de dinero. Después de recibir el original, la voz que lo contrata nunca reaparece y la tarea se revela como absurda: descubre que el libro ya está traducido. Como un híbrido entre la literatura infantil, el cine de terror y Zama, de Di Benedetto, la naturaleza es el escenario ominoso de Las palabras; en la casa situada en el medio del bosque, cualquier minucia parece el velo de un oscuro secreto familiar. A medida que se suceden las entradas de este diario, algo horroroso empieza a emerger lentamente en el pantano del lenguaje. Y no se trata de ninguna metáfora: las palabras son el monstruo de esta novela.