1. ¿Cuál es el objeto más antiguo que conservás?

Una de las primeras Barbies que salió al mercado en la década del cincuenta. Con pelo corto, los ojos súper delineados y los párpados pintados de azul. Era de mi abuela y la compró en un viaje, ya de grande. Pero quizás a la Barbie le gane un portatostadas de plata (¿se dirá así?) que conseguí en la feria de antigüedades de Notting Hill, en Londres. Es muy coqueto. Tanto que me da nosequé usarlo. Cada vez que miro películas de época pienso que yo tengo un pedacito de esas historias conmigo. 

2. ¿Qué libro de otro autor produjo en vos el efecto que te gustaría producir en quienes te leen?   

Fragmentos de un discurso amoroso de Barthes. Lo descubrí mientras estudiaba y nunca dejé de leerlo. Debe ser el libro más gastado/subrayado/resaltado/anotado de mi biblioteca. No me canso de repasar una y otra vez las mismas frases. Creo que eso es algo difícil de lograr, sobre todo en el mundo infoxicado en el que vivimos. Tanta oferta de discursos y yo volviendo a ideas que conozco de memoria y, sin embargo, quiero/necesito escanear con mi mirada. 

3. ¿Lo mejor y lo peor que te dio la literatura? 

Lo mejor: la ilusión de sentirme menos sola, menos única, más libre. 

Lo peor: la adicción (sueño que mis libros “toman” mi casa e imagino que algún día tal vez sea tan suya que mi familia y yo seremos, acá, meros invitados). 

4. ¿Cuál es el libro que más regalaste y por qué? 

El pasado de Alan Pauls. Es un libro muy hermoso. Recuerdo que apenas terminé de leerlo hablábamos con amigos libreros y decíamos que es tan perfecto que suena a ilusión, a una ficción de ficción. Cuando un libro me gusta mucho suelo regalarlo porque quiero que otros sientan lo que yo sentí. Pocas veces pasa eso. Ningún libro es el mismo libro cuando lo leen distintas personas. 

5. ¿Cómo qué disco suena la música funcional de tu cabeza? 

Jazz experimental. 

6. ¿Cuál fue el color más hermoso que viste en tu vida y dónde aparecía? 

Un azul que descubrí en las alas de un bicho muerto. Tornasoladas, tirando a verde esmeralda. Hice zoom con mi cámara y le tomé una foto. Es una preciosura. Estoy pensando en imprimirla y colgarla en mi escritorio. 

7. ¿Con qué escritor o escritora que ya no pisa el mundo de los vivos quisieras tomar un taller literario? 

Con Natalia Ginzburg. También con Aurora Venturini o Manuel Puig. Hay algo de la voz de estos autores que me fascina. Creo que es el barullo de la vida misma, que ellos captan y remedan de una manera muy natural. 

8. Un libro que hayas prestado y no te devolvieron. 

Cuentos completos I de Silvina Ocampo. Se lo presté a una compañera de cátedra para preparar una clase y nunca volvió. Me da bronca, pero, también, cosita reclamárselo. Supongo que le habrá gustado tanto que no pudo más que hacerlo suyo. Lo volví a comprar, pero extraño mis notas en los márgenes. 

9. ¿Cómo ordenás tu biblioteca? ¿Nos mandás una foto? 

Ya no la ordeno. Arriba de todo quedaron los tomos de Anagrama, los amarillos (ficción) y los negros (ensayo), que en algún momento ubiqué juntos. Todo lo demás es caos, pero un caos en el que casi siempre encuentro lo que busco. Cuando eso no ocurre y me demoro, disfruto de ese rato de búsqueda del tesoro. Creo que tener una biblioteca ordenada me aburriría mucho. Mis lecturas no son ordenadas, mi escritura tampoco. Creo que la literatura misma está más cerca de la huida de las formas y las normas establecidas, de la dispersión, que del equilibrio o la disciplina.