Nueve preguntas a Olivia Gallo
Martes 31 de octubre de 2023
La autora de Las chicas no lloran y No son vacaciones responde nuestro clásico cuestionario.
1. ¿Cuál es el objeto más antiguo que conservás?
Un espejito de mano que era de mi bisabuela Cecilia. Tiene un mango que parece de jade y un dibujo de líneas muy finas, como hechas con tinta china, en el reverso del cristal. Me gusta pensar que viene de algún país lejano y exótico (su familia era de Odesa y trabajaban en el puerto) pero creo que lo compró en alguna feria de por acá cuando era adolescente. Lo tengo guardado en un cajón. A veces lo abro para comprobar que el espejo sigue ahí, pero casi nunca lo toco porque siento que tiene algún poder extraño que mejor no despertar.
2. ¿Qué libro de otro autor produjo en vos el efecto que te gustaría producir en quienes te leen?
Me gustaría producir esa sensación física que causan algunos libros cuando parece que las palabras se te meten por abajo de la piel. También la capacidad de quedarse asociados a la vida, al punto de no olvidar el momento y el lugar en que fueron leídos. Ambas sensaciones las tuve con muchos libros, pero nombro uno reciente: Berg, de Ann Quin. Lo leí en un trayecto muy ruidoso en tren con la sensación de que el único ruido era el de esas palabras rebotando en mi tejido mental.
3. ¿Lo mejor y lo peor que te dio la literatura?
Se me ocurren algunas cosas malas, pero si lo pienso bien, tendría que adjudicarlas a mi forma de ser o a otros factores de distinto tipo. Creo que no podría echarle la culpa de nada malo a la literatura, la herramienta más fundamental de mi vida, que me ayuda a conocer y entender cosas propias y ajenas, que me dio una vocación y trabajo, amigues y amantes, momentos de tranquilidad y ocio pero también de profunda reflexión y fundamentalmente, la sensación de que siempre voy a estar acompañada.
4. ¿Cuál es el libro que más regalaste y por qué?
No suelo regalar el mismo libro, pero creo que sí regalé más de una vez Lugares donde una no está, la poesía reunida de Laura Wittner. Siento que es un libro que no puede ser mal recibido. También No soñarás flores, de Fernanda Trías, por el mismo motivo.
5. ¿Como qué disco suena la música funcional de tu cabeza?
Como alguna canción de Lana del Rey, quizá “Cinnamon girl” o “Fishtail”.
6. ¿Cuál fue el color más hermoso que viste en tu vida y dónde aparecía?
El amarillo del sol proyectado en una de las medianeras altas y lisas de la Ciudad de Buenos Aires, un domingo silencioso en el que todo lo bueno y lo malo de ese fin de semana ya había pasado.
7. ¿Con qué escritor o escritora que ya no pisa el mundo de los vivos quisieras tomar un taller literario?
A riesgo de que pudiera salir pésimamente mal, diría que con el hombre, el mito, la leyenda: J.D. Salinger.
8. Un libro que hayas prestado y no te devolvieron.
Tengo un par por ahí que están ahora en préstamo, pero si tengo que ser sincera debería decir que soy mucho más deudora que prestamista. Uno de los libros que más quiero de mi biblioteca es un ejemplar prestado de Antes que anochezca, de Reinaldo Arenas, que nunca fue reclamado y espero nunca lo sea. También quiero mucho a una edición viejita de Querido Miguel, la novela de Natalia Guinzburg, que una amiga me prestó hace un tiempo. Ese sí fue devuelto, igual.
9. ¿Cómo ordenás tu biblioteca? ¿Nos mandás una foto?
Suelo ordenarlos por orden geográfico y alfabético, pero me es difícil mantener el orden porque los libros en mi casa se comportan como si tuvieran vida propia, más como mascotas que como objetos, y terminan en cualquier lugar.