Nueve preguntas a Michel Nieva
Cuestionario fijo
Martes 08 de agosto de 2023
El autor de La infancia del mundo (Anagrama), premio O. Henry de Ficción Corta, responde hoy nuestras preguntas de siempre.
1. ¿Cuál es el objeto más antiguo que conservás?
Una polilla gigante fosilizada en ámbar, que quien me la regaló la compró en una feria de pulgas de Nueva York. Lo más probable es que se trate de una falsificación, por su conservación tan perfecta y por el precio al que se vendía. Pero de ser real dataría de hace cientos de miles de años.
2. ¿Qué libro de otro autor produjo en vos el efecto que te gustaría producir en quienes te leen?
A mi entender esta proposición del Tractatus logico-philosophicus de Wittgenstein condensa el efecto que debiera producir todo gran libro:
"Mis proposiciones son esclarecedoras de este modo; que quien me comprende acaba por reconocer que carecen de sentido, siempre que el que comprenda haya salido a través de ellas fuera de ellas. (Debe, pues, por así decirlo, tirar la escalera después de haber subido.) Debe superar estas proposiciones; entonces tiene la justa visión del mundo"
3. ¿Lo mejor y lo peor que te dio la literatura?
Lo mejor: amistades con personas de muchas partes del mundo que de otra manera no hubiera conocido.
Lo peor: soy muy agradecido de la literatura y no creo que me haya infligido ningún mal (más allá de algunos periodos de incertidumbre económica). Más bien, la lectura y la escritura siempre me han rescatado en momentos de crisis.
4. ¿Cuál es el libro que más regalaste y por qué?
Intento no ser muy repetitivo con los libros que regalo así que no sabría decirte.
5. ¿Cómo qué disco suena la música funcional de tu cabeza?
4'33" de John Cage es mi música funcional ideal para leer y escribir.
6. ¿Cuál fue el color más hermoso que viste en tu vida y dónde aparecía?
Soy daltónico, así que los colores no son mi fuerte. Pero me gustan mucho, en general, los atardeceres, y en particular, acaso por chauvinismo, los de las pampas.
7. ¿Con qué escritor o escritora que ya no pisa el mundo de los vivos quisieras tomar un taller literario?
Nunca tomé un taller literario, bajo el pretexto de que los escritores/as que más me gustan nunca lo habían hecho. Y en general los escritores/as que más me interesan fueron personas demasiado mordaces como para no anticipar un dardo cáustico contra un modesto borrador mío, que me derrumbaría la autoestima por completo. Pero para no rehuir del juego y por gusto de los anacronismos diría que Domingo Faustino Sarmiento. Me darían realmente mucha curiosidad sus devoluciones y comentarios a un texto mío.
8. Un libro que hayas prestado y no te devolvieron.
No soy rencoroso pero sí memorioso. Sin embargo, para evitar mala sangre, prefiero olvidar tales infortunios.
9. ¿Cómo ordenás tu biblioteca? ¿Nos mandás una foto?
Por migración a otro país, mis libros juntan polvo en un depósito, embalados en cajas de bananas (las cuales, por práctica y error, comprobé que son las mejores para trasladar libros en mudanzas). Sin embargo, esta foto me gusta como metáfora de la perfecta asimetría que existe entre el ingrávido placer de la lectura y el lastre material que implica la acumulación de todos esos libros, especialmente si se vive en espacios chicos, y más especialmente a la hora de mudarlos. Este accidente data de un monoambiente que alquilaba en Buenos Aires, cuyas paredes había tapizado del piso al techo con libros. Es muy posible que la pésima calidad de las paredes sumada a mis pésimas habilidades de carpintería hayan concluido en esta catástrofe (que de hecho volvió a ocurrir, un año después, en la pared de enfrente). Para consolarme, un amigo me dijo que al menos no me encontraba presente cuando ocurrió la tragedia, y me contó la historia de Charles-Valentin Alkan, un compositor francés y lector compulsivo que murió aplastado por el derrumbe de su propia biblioteca. A partir de ese día me considero un sobreviviente de la lectura.