Novedades: muchos relatos y algo de ensayo
Libros recién llegados
Miércoles 06 de noviembre de 2019
Los imperdibles nuevos títulos de Chai, Planeta, Mardulce, Random y Paradiso.
Nos preparamos para encarar la segunda semana de este noviembre de temperatura inestable con cinco libros nuevos, recién llegados a la librería. Parece que mañana llueve, así que, ¿qué mejor plan que el de quedarse leyendo?
Un hombre con suerte
Jamel Brinkley
Chai
Jamel Brinkley sorprendió a todos con su debut: un libro maduro, preciso, agudo y, al mismo tiempo, dispuesto a renovar las formas más tradicionales del cuento. Sus historias exploran la idea de masculinidad y la diseccionan sin ninguna concesión. ¿Qué significa hoy ser un hombre? ¿Qué costos hay que pagar y qué leyes romper para ser fiel y lograr habitar de un modo nuevo la propia raza, el propio género?
Relaciones entre padres e hijos, entre hermanos, entre amigos, entre compañeros, este es un mundo de hombres tratando de entender las convenciones en que les tocó vivir y no caer bajo su peso. Un par de amigos siguen a unas chicas después de una fiesta para encontrarse con una verdad incómoda sobre sus propios deseos, una excursión escolar un día de verano enfrenta por primera vez a un niño con las carencias y ansiedades de una mujer mayor, dos hermanos en un retiro de capoeira lidian con la dolorosa y fragmentaria danza del pasado familiar.
Los encuentros sexuales, la mirada sobre los cuerpos, el éxito, la pérdida y, siempre, la vulnerabilidad de hombres y niños cuyas esperanzas a veces los traicionan son la materia de estos cuentos. Con conflictos atravesados por el género y las clases sociales, los personajes de Jamel Brinkley hacen de la suerte la máxima ficción de todas.
Tres noches de corbata
Fernando Iwasaki
Planeta
Samuráis con poncho andino, soldaditos de plomo que ceden su lugar a los jedis de Star Wars, grafitis leídos en el autobús que presagian la llegada de Facebook: hace treinta años, Fernando Iwasaki sorprendía a una Lima ochentera con un manojo de relatos que seducían por su mundo reconocible y entrañable. Fantásticos o de horror, resultaban tan próximos como un padre que le cuenta un cuento terrorífico a un niño a la hora de dormir, envuelto en sábanas frías y en el dulce escalofrío del miedo.
Tres noches de corbata, libro inaugural y lleno de felicísimos relatos que hoy celebramos en una nueva edición, no es solo un libro donde encontramos los puntos de tensión que Iwasaki explorará en sus narraciones posteriores, sino, como señala Jorge Eduardo Benavides, la impronta de su humor elegante y ácido, de su mordacidad, su conocimiento y erudición, saberes que resultan su sello distintivo, su marca de fábrica.
Había una vez algo real. Ensayo sobre filosofía, hechos y ficciones
Ivana Costa
Mardulce
Una historia de la ficción, desde su nacimiento en la filosofía griega, su expansión en las crónicas sobre hechos reales de los siglos XV y XVI, hasta las fake news. En un mundo saturado de ficciones, tiene sentido buscar algo real?
La parte recordada
Rodrigo Fresán
Literatura Random House
Y cómo recuerda este Escritor que alguna vez fue un prometedor Nextcritor y ahora es apenas un Excritor. Alguien que ya no puede escribir, pero que tampoco puede dejar de leerse y de releerse y de evocar cómo fue alguna vez y cómo ya nunca será. Alguien pensando en que "Inventar era recordar hacia delante. Soñar era recordar hacia arriba o hacia abajo. Recordar era inventar hacia atrás".
Y aquí vienen de nuevo un juguete a cuerda marcha atrás y el fantasma de la electricidad; la encumbrada y borrascosa Penélope y su hijo perdido, 2001: A Space Odyssey y Blade Runner; el ausente Pertusato, Nicolasito y el ubicuo IKEA; la muerta Colma y la fallecida Zzyzx y la difunta Nothing y la inmortal Canciones Tristes; el irrealista Vladimir Nabokov y la surrealista familia Karma; Wish You Were Here sonando en teléfonos (in)movil(izantes) y la invitación a que entre Drácula; el perturbado Tío Hey Walrus y una pareja de padres modelos pero poco modélicos; The Beatles y The Beatles; un inexistente país de origen y una ciudad en llamas; una noche inolvidable que se querría reescribir; y tantas otras partículas aceleradas y fragmentos sueltos y células interconectadas en busca de una trama que los contenga y les de orden y sentido.
Con La parte recordada, Rodrigo Fresán cierra el tríptico cuyo tema son las tres partes que intervienen en la redacción de las vidas ficticias y en la narración de las obras reales. Partes que determinan el modo en que funciona la cabeza de un creador que ya no cree en casi nada salvo en aquellas historias en las que se aconseja tener muy presente al pasado, porque de ello depende el futuro. Esas historias a no olvidar nunca pero acordándose todo el tiempo de que lo que cuentan estará siempre -voluntaria o involuntariamente- modificado por quien las recuerda después de inventar y de soñar, aquí y allá y en todas partes.
Cómo hacerse hombre
José Ioskyn
Paradiso
Hay un legado no sólo de Kafka, sino del siglo XX: el hombre familiar, el hombre “de su casa” es un insecto. Un bicho, diríamos nosotros. En Cómo hacerse hombre, José Ioskyn recorre situaciones no tanto decisivas o terribles como sugerentes, situaciones sin énfasis, que están un paso más acá o más allá del drama, y que sirven para mostrar un recorrido que tiene por faro esa metamorfosis que, acaso por los malentendidos y misterios del lenguaje, nunca se cumple.
El mito dirá que, desengañada de Sean Penn, una todavía no del todo endurecida Madonna cantó en “Live to tell” que “un hombre puede contar miles de mentiras”. Sin dudas: un hombre es una mentira. Pero Ioskyn sabe escribir que cada tanto, ese ventrílocuo, ese espantapájaros, ese mendigo también puede despertarse y hacer y decir algo que, al menos por un instante, tenga valor, sea verdad.
Estos relatos pertenecen a esa gran tradición del relato urbano y realista del Río de la Plata que incluye a Rozenmacher, Martini Real, Constantini, Norberto Soares, también Fogwill. “No me gustan los finales en los que todo se diluye” escribe Ioskyn en el notable “Mendigos de Londres”. Y sin embargo, hay un acierto en esa manera de resolver los argumentos. Porque así el paisaje de la ciudad parece abrirse y tener más ventanas, donde los personajes y las situaciones se repiten y se asoman, ideales para mirar y perderse.
Edgardo Scott