Novedades absolutas
Catarata de libros
Jueves 11 de agosto de 2016
¡Paren un poco con las novedades, así no se puede!, nos reclamaron el otro día por Twitter. Bueno, no hay manera: en Buenos Aires, los libros nuevos aparecen hasta por debajo de las baldosas. Acá algunos de ellos.
El librero misterioso se sigue ocultando detrás de un abanico de novedades, y no nos queda más remedio que intuirlo por sus gustos: esos son los cinco que eligió entre todos los libros recién llegados a la librería esta semana. Además de una reedición de la gran Sara Gallardo, apareció la gran apuesta de Guebel: dos portadas destacadas, va el aplauso para los tapistas. Gog y Magog apostó con Ponge (días pasados publicamos un extracto acá), Lumen con la italiana magnífica Ginzburg (el prólogo, acá) y Adriana Hidalgo con Maurice Pinguet, un tomo exquisito, auténtica obra maestra, que dejamos muy recomendada y se puede leer en tándem con esta nota de Karen Garrote.
Pantalones azules
Sara Gallardo
Fiordo, 136 páginas
Pantalones azules es una novela de apariencia engañosamente simple. Como ha señalado Leopoldo Brizuela, cincuenta años después de su primera publicación «se revela como el recuento de un proceso infinitamente más sutil» que un encuentro de amor imposible, clave en la que fue leída por sus contemporáneos. Por el contrario,Pantalones azules es una historia de múltiples desengaños: los de Alejandro, el joven protagonista de familia bien, católico y antisemita, que encuentra los límites de sus convicciones al conocer a Irma, una inmigrante de madre judía que ha perdido a sus padres en la guerra europea; los de Irma, que recibe de Alejandro no la compasión sino la brutalidad inhumana de aquellas convicciones; los de Elisa, la novia virgen de Alejandro que debe decidir su posición en la estructura familiar patriarcal y asumir o no su rol de futura esposa sometida a las violencias tácitas de su prometido. Pero más aún que una historia de amor y desengaño, Pantalones azules es una representación prodigiosa, por su frescura y su vitalidad, de las distancias que median en un mismo tiempo y lugar entre grupos sociales, culturas, generaciones y géneros. Ejemplo cabal de la extraordinaria capacidad de Sara Gallardo para dar vida a sus personajes con sabiduría, humor, algo de malicia y una sorprendente economía de recursos, esta segunda novela de la autora amplía también su mirada sobre el paisaje: el campo, la ciudad y el río se encuentran representados aquí con una justeza inusual, posible solo en quien ha sentido el paisaje y el lenguaje como una amalgama única, característica definitiva de sus obras.
Publicada por primera vez en 1963, Pantalones azules circuló escasamente desde entonces. Fiordo se enorgullece de acercar otra vez a los lectores esta estupenda novela de una de las más grandes escritoras argentinas.
Antología crítica
Francis Ponge
Gog y Magog, 398 páginas
Nacido casi con el siglo, Francis Ponge habrá cumplido a lo largo de su vida un itinerario singular. Singularidad, primero, de su arraigo en la realidad geográfica e histórica francesa, así como en su continua espiritualidad: orígenes mediterráneos, en la encrucijada de la "provincia" romana y la tierra insumisa de los Cátaros, infancia transplantada en la Nomrandía, juventud estudiosa y madurez literaria en París.
Esta es la antología más completa que existe en castellano de la poesía de Francis Ponge. Encarada desde una perspectiva crítica, representa el futuro de varias décadas de trabajo del poeta y traductor Waldo Rojas.
El absoluto
Daniel Guebel
Mondadori, 560 páginas
Tres siglos de historia y una familia enloquecida y genial. El absoluto es la crónica de las seis generaciones que cambiaron el arte, la ciencia, la mística, la política y hasta el rumbo del Universo. Del Big Bang a la Revolución Rusa, de la música aleatoria a la máquina del tiempo, esta monumental novela, deslumbrante y desenfadada, sitúa a Daniel Guebel, definitivamente, entre los autores más virtuosos de habla hispana y entre los pocos capaces de escribir una obra que desafía a la propia literatura.
«Si Guebel es el único contrabandista de orientalismo que prosperó en la literatura argentina, es porque su programa literario no ha dejado de plantearse, y de complicar, el desafío que desvelaba a Sherezade: cómo darle una vuelta más al nudo que anuda narración y muerte.» Alan Pauls
La muerte voluntaria en Japón
Maurice Pinguet
Adriana Hidalgo, 504 páginas
¿Qué puede hacernos entender sobre la sociedad japonesa del presente la muerte voluntaria, inscripta dentro del rumor de las estadísticas y considerada como síntoma? La investigación sociológica traza el punto de partida de una genealogía. De un siglo al otro, se trata por consiguiente de recorrer ese país del cual habla Nietzsche, “el enorme, el lejano y muy misterioso país de la moral –de la moral que verdaderamente existió y que fue auténticamente vivida–”, explorando en sus documentos las diversas prácticas de la muerte voluntaria en Japón: como apoteosis de la carrera del guerrero, como horizonte del distanciamiento budista, como eje del sistema feudal, como prueba de la fuerza del amor, como exaltación sacrificial, como culminación de la desesperación y del desarraigo. En cada circunstancia, la muerte voluntaria ilumina el ámbito humano del cual proviene su sentido, y paulatinamente es todo el pasado japonés el que se manifiesta con sus contradicciones, extravíos y desgarramientos. El ensayista francés Maurice Pinguet (1921-1991), reconocido por sus escritos de antropología cultural y por su amistad con Roland Barthes, vivió largamente en Japón, donde elaboró este libro fundamental sobre la cultura japonesa, que permanecía inédito en castellano. La muerte voluntaria en Japón, libro dedicado a Barthes, ha sido constantemente comparado en importancia con Historia de la locura en la época clásica, de Michel Foucault, y está considerado una obra maestra, que permite conocer aspectos centrales de la vida y el pensamiento japonés.
Todos nuestros ayeres
Natalia Ginzburg
Lumen, 360 páginas
A veces basta la mirada ingenua de una chiquilla para arrancar una historia que cambiará la vida de dos familias y del mundo entero. Anna, un bicho triste y perezoso en palabras de la propia Ginzburg, es esa niña apocada que vive en un pueblo del norte de Italia en los años previos a la segunda guerra mundial y se enamora de los juguetes de su vecino; es también la joven que casi sin protestar se somete a la violencia del sexo, y es la mujer que sigue a Cenzo Rena, un hombre treinta años mayor que ella, a un lugar inhóspito del Sur tras convertirse en su esposa.
Anna calla, mientras todos a su alrededor hablan y gesticulan: hay quien pasa las noches tramando atentados contra Mussolini, otros que se pasean en coches descapotables o se fugan de repente, y algunas que sufren mal de amores mientras cosen el ajuar. Al principio los dramas íntimos dominan la escena y lo que ocurre más allá de las cuatro paredes es algo lejano, pero la guerra no perdona. Con las bombas llegan las decisiones importantes y los actos extremos: el escenario se abre, respira dolor, pide dignidad, y el miedo es moneda común. Cuando finalmente todo acaba, los pocos que sobreviven tendrán que vérselas con un vacío lleno de preguntas sin respuesta. Anna, viuda ya, mira ahora con los ojos bien abiertos, como testigo firme de una generación que no pudo elegir porque la Historia con mayúscula decidió por todos.