Notas sobre la visión
Por Jim Morrison
Martes 17 de octubre de 2017
"Hay cosas conocidas y cosas desconocidas y en el medio están las puertas". Jim Morrison abandonó The Doors en su momento de mayor popularidad, se fue a vivir a París y se dedicó a ordenar sus papeles, entre los que se contaban Notas sobre la visión, publicado ahora por Mansalva, del que aquí pueden leerse algunos extractos.
Por Jim Morrison.
En el útero somos peces ciegos de las cavernas.
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Todo es vago y confuso. La piel se irrita y no hay más distinción entre las partes del cuerpo. Un sonido invasivo de voces amenazantes, burlonas, monótonas. Es el miedo y la atracción a ser tragado.
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En ensoñaciones, envolvé tu cuerpo con el sueño como si fuera un guante. Libre ahora del tiempo y del espacio. Libre para disolverte en la corriente del verano.
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Dormir es sumergirse dentro de un océano cada noche. Por la mañana, despertar empapado, jadeando, con los ojos ardiendo.
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En la antigua Rusia, el Zar, todos los años, otorgaba – por la astucia de su propia alma o de la de uno de sus consejeros – una semana de libertad a un convicto de cada una de las prisiones. La elección se dejaba a los mismos prisioneros y se determinaba de diversas maneras. A veces, por votación; a veces, por azar; en general, por la fuerza. Era evidente que el elegido debía ser un hombre con magia, virilidad, experiencia, quizás, capacidad narrativa, un hombre con posibilidades, en pocas palabras, un héroe. Situación imposible al momento de la libertad; selección imposible que define nuestro mundo en sus persecuciones.
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En Roma, las prostitutas eran exhibidas sobre los techos de la vía pública para la dudosa higiene de las suaves mareas de hombres, cuya lujuria potencial puso en peligro el frágil orden del poder. Incluso se informó que las damas patricias, enmascaradas y desnudas, a veces, se ofrecían a esos ojos depravados para su excitación privada.
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La representación de sombras, originalmente, estaba restringida a la audiencia masculina. Los hombres podían ver esos espectáculos de ensueño desde cualquier lado de la pantalla. Luego, cuando las mujeres comenzaron a ser aceptadas, solo se les permitía asistir a las sombras.
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El cine no deriva de la pintura, de la literatura, de la escultura, del teatro, sino de la antigua brujería popular. Es la manifestación contemporánea de una historia evolutiva de las sombras, un placer por las imágenes que se mueven, una creencia en la magia. Su linaje está entrelazado, desde los albores, con los Sacerdotes y la hechicería, una convocatoria de fantasmas. Al principio, solo con la sutil ayuda del espejo y del fuego, los hombres invocaban visitas oscuras y secretas de regiones enterradas de la mente. En las sesiones de espiritismo, las sombras son espíritus que previenen el mal.
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El espectador es un animal moribundo.