Libros frescos para el calor
Bon, Perec, Hitchcock y más
Miércoles 04 de enero de 2017
Fuego en Buenos Aires, pero las calles vacías y listas para que te deslices suavemente hasta la librería y elijas qué leer. Entre las nuevas adquisiciones de la mesa de novedades hay para elegir.
Nunca me abandones, de Kazuo Ishiguro, inaugura esta bandeja de entradas de enero, en la que también están el debut literario de Mariano Favier por editorial Marciana y el segundo título de Extremcontemporáneo, Milena París, Daewoo. Después de publicar a Annie Ernaux, con Diario del afuera-La vida exterior, siguen traduciendo literatura extranjera actual del mundo.
El Cuenco de Plata no se queda atrás y pone en los estantes una delicia: Hitchcock por Hitchcock, primer tomo de una serie que promete. Para cerrar, un libro difícil de encontrar de nuestro adorado Perec, en bellísima edición de Impedimenta.
¿Hace calor? Abanicate la mente con estas novedades.
Hitchcock por Hitchcock
Escritos y entrevistas I
El Cuenco de Plata, 384 páginas
Todos los directores de películas de misterio buscan tener al público en ascuas. El ingrediente para mantenerlos así se llama "suspenso". Los productores lloran por él, los escritores lloran en agonía para obtenerlo y los actores lloran de felicidad cuando lo consiguen. Me han pedido a menudo que explique qué es. Según mi parecer, el suspenso se logra cuando conseguimos que los miembros del público se crean Dios.
Por ejemplo, imaginemos que un hombre ha sido asesinado, y todos son posibles sospechosos, pero nadie está seguro, incluido el público. Uno de los personajes, un hombre joven, se encuentra en una habitación sombría de espalda a la puerta y cuando un personaje sin identificar, con capa y sombrero negro, entra sigilosamente y le pega hasta que pierde el conocimiento. Es un acto brutal, pero, si el público no sabe si el joven es un asesino o un héroe, no sabrá si aplaudir o llorar. Si los espectadores sí lo saben, si les han contado todos los secretos que los personajes desconocen, sufrirán como condenados porque conocen el destino al que se enfrentan los pobres actores. Eso es lo que se conoce como "creerse Dios". Eso es suspenso.
A.H.
Nunca me abandones
Kazuo Ishiguro
Anagrama, 360 páginas
A primera vista, los jovencitos que estudian en el internado de Hailsham son como cualquier otro grupo de adolescentes. Practican deportes, o tienen clases de arte donde sus profesoras se dedican a estimular su creativi-dad. Es un mundo hermético, donde los pupilos no tienen otro contacto con el mundo exterior que Madame, como llaman a la mujer que viene a llevarse las obras más interesantes de los adolescentes, quizá para una galería de arte, o un museo. Kathy, Ruth y Tommy fueron pupilos en Hailsham y también fueron un triángulo amoroso. Y ahora, Kathy K. se permite recordar cómo ella y sus amigos, sus amantes, descubrieron poco a poco la verdad. El lector de esta espléndida novela, utopía gótica, irá descubriendo que en Hailsham todo es una re-presentación donde los jóvenes actores no saben que lo son, y tampoco saben que no son más que el secreto terrible de la buena salud de una sociedad.
La cámara oscura
Georges Perec
Impedimenta, 288 páginas
Georges Perec estaba convencido de que todo el mundo significativo está hecho de sueños. Algunos se recuerdan, otros se cuentan pero son muy pocos los que se transcriben. La cámara oscura es un raro volumen, perequiano por los cuatro costados, que reúne por primera vez en castellano ciento veinticuatro sueños del genio oulipiano. «Terminé por admitir que esos sueños no habían sido vividos para ser sueños, sino soñados para ser textos; que no eran la vía regia que yo creía que serían, sino caminos tortuosos que me alejaban cada vez más del reconocimiento de mí mismo.» Un libro repleto de sorpresas y asociaciones inesperadas, un artefacto onírico que no pretende «recontar» la propia historia, sino descubrir tesoros ocultos que nacen en el mágico momento en que todas las barreras están levantadas.
Daewoo
Francois Bon
ExtreMContemporaneo, 250 páginas
François Bon nació en 1953 en la comuna de Luçon en la Vendée, Francia. Cursó estudios universitarios en ingeniería; luego trabajó varios años en la industria aeroespacial y nuclear en Francia y en el extranjero (Moscú, Praga, Bombay, Göteborg, etc.)
En 1982 publica su primer libro, Sortie d’usine [Salida de fábrica] y desde entonces se dedica a la literatura. Autor multifacético, lleva publicadas más de treinta obras. Además de novelas, ha escrito biografías así como ensayos sobre Rabelais, Koltès o el pintor Edward Hopper, obras de teatro, novelas juveniles, guiones de radio y televisión.
Bon se destaca por su producción y reflexión acerca de la escritura en la era digital. En 1997 creó una de la primeras webs literarias en Francia www.tierslivre.net y dirige conjuntamente la revista y la editorial en línea www.remue.net y www.publie.net.
Desde 1991 lleva adelante talleres de escritura con estudiantes, docentes y público en posición social difícil y colabora regularmente con diferentes teatros. Es docente en la Escuela Superior de Artes de París-Cergy y del Instituto de Estudios Políticos de París.
Daewoo recibió en 2004 el prestigioso premio Wepler-La Poste.
Italpark
Mariano Favier
Marciana, 240 páginas
Como las antiguas ferias de pueblo, los parques de diversiones pueden llegar a ser lugares donde los sueños que sueñan las ciudades consiguen un estado de condensación mística. Con sus reglas y sus rituales, con su tótems y sus máquinas vestidas por la fantasía colectiva, los parques hablan más del trabajo y de la organización social que de los miedos y del tiempo libre de los ciudadanos. Acaso con esas intuiciones Mariano Favier construyó en Italpark la gran novela sobre nuestra Disneylandia alfonsinista. A medida que avanza el relato surge la pregunta ¿Qué elementos del consenso social vigente puede iluminar la nostalgia? Con fantasía, con ternura, pero también con una mirada sensible y con ritmo para los conflictos, Italpark funciona como el arte contemporáneo pretende que funcione el archivo: no un mero depósito sino una arena donde las voces, los objetos y la memoria continúen sus batallas iluminados por el presente. Ahí están: trabajadores, inspectores, visitantes, técnicos, políticos de poca monta, pero también guiones publicitarios, listas de objetos perdidos e incluso un Sting apócrifo. Si hubiese una versión criolla de Stranger Things, y si esa versión criolla realmente funcionara en la historia argentina, su clima se parecería bastante al de esta novela.
Hernán Vanoli