La literatura como una forma de exorcismo
Ficción histórica italiana
Lunes 14 de enero de 2019
Ante una depresión extrema, el psicoanalista de la italiana -fotógrafa, cineasta, pintora y novelista- Lorenza Mazzetti (Florencia, 1927) le sugirió que comenzara a escribir. De ese modo, como un efecto subalterno, redactó dos novelas urgentes: El cielo se cae y Con rabia (Periférica).
Por Leonardo Sabbatella.
Para Lorenza Mazzetti la literatura ha sido una forma de exorcismo. Ante una depresión extrema, su psicoanalista sugirió que comenzara a escribir. Y de ese modo, como un efecto subalterno, redactó dos novelas tan fuertes y urgentes, como claras y precisas.
Víctima de una tragedia familiar durante la Segunda Guerra Mundial, Mazzaetti contó en El cielo se cae (al que Henri Michaux calificaría de “pequeño libro feroz”) la historia de cómo las tropas nazis irrumpieron en su hogar y los soldados alemanes ejecutaron a su tía, a sus dos primas y prendieron fuego a la casa cuando ella era una niña. El libro se publicó en 1962 y de inmediato fue aclamado por una fauna exótica de lectores que incluía, entre otros, a Fellini. Pero ahí no se agota el yacimiento literario y biográfico de Mazzetti. Aún hay más y al año siguiente, en 1963, publica Con rabia, una especie de continuación de su novela anterior. Ahora Mazzetti escribe sobre la adolescencia y la salida al mundo, no es la tragedia que haya quedado atrás sino que ahora la protagonista convive con los fantasmas de los muertos.
La fuerza principal de Con rabia es una mirada sensible y extraña, por momentos rebelde, que rechaza el orden establecido. Si algo consigue Mazzetti con su doble ficcional es desnaturalizar los lugares comunes y los roles socialmente asignados. Sin embargo, no se trata de una novela contenidista, no es un texto que quiere transmitir un mensaje sino, por el contrario, una novela que está en pleno aprendizaje, que desencadena un proceso, que pone en crisis los lugares comunes y hace lugar a las contradicciones de una experiencia de vida.
Penny, la protagonista, habla sobre la iniciación, sobre los primeros rituales de todo joven (primeros amores, conflictos con el mundo adulto, descubrimientos y decepciones) y lo hace de un modo histriónico e insolente, desprejuiciado. Es una novela de los sesenta que aun hoy, casi sesenta años después, sigue siendo joven –como, en otro sentido, sucede con El guardián entre el centeno de Salinger. Es decir, sigue siendo, ya no por edad sino por concepto, una novela sobre la experiencia de la juventud, de esa fuerza capaz de refundar todo, de discutir todo, de hacer el mundo de cero otra vez.
Mazzetti es una experta en inicios de capítulos. La primera frase casi siempre resulta cautivante y elusiva, un anzuelo perfecto. Con rabia es una novela episódica confeccionada por secuencias discontinuas; cada capítulo pareciera responder a un tema, a una composición, antes que a un hecho. O, en todo caso, los hechos terminan siendo excusas (como en las mejores novelas autobiográficas) para llegar a otro lugar de conocimiento y lenguaje.
Penny conoce a un muchacho, amor clandestino y efervescente, con el que empieza a descubrir nuevas lecturas. En esos pasajes la novela camufla una serie de críticas literarias tan breves como chispeantes (“Salgari escribe con los pies”, “la literatura italiana me fastidia a más no poder”, “Camus sí que es grande”) que muestra a Penny (¿y a Mazzetti?) como una lectora brutal.
Podría decirse que la literatura de Lorenza Mazzetti es autobiográfica. Aunque esa noción parece no alcanzar para sus libros en los que, más bien, duplica su experiencia y la hace autónoma, como una vida paralela.