Hay que pasar el invierno
Libros recién llegados
Miércoles 10 de julio de 2019
En esta bandeja de novedades, Ángela Carter, Iris Murdoch, Federico Jeanmaire, June Jordan dan pelea al frío. Pero, por si faltan armas, hay alcohol con el libro que repasa la historia de la borrachera.
En esta bandeja de novedades, Ángela Carter, Iris Murdoch, Federico Jeanmaire, June Jordan dan pelea al frío.
Pero, por si faltan armas, hay alcohol con el libro que repasa la historia de la borrachera: "Prácticamente todas las culturas han bebido, y donde hay bebida, hay borrachera. Pero en cada época y en cada lugar la borrachera es diferente".
Cosas que hago en la oscuridad
June Jordan
Bajo la luna
June Jordan (Harlem, 1936) fue una poeta estadounidense, negra, bisexual, feminista y única hija de una pareja de inmigrantes jamaiquinos. Irrumpió en la vida cultural de los Estados Unidos en la década del '60, como activista por la liberación de la mujer, los derechos civiles y la finalización de la Guerra y las intervenciones militares. Estas preocupaciones se han mantenido en sus ensayos y artículos. Fue una columnist exitosa, su firma era frecuente en The Progressive, The Village Voice, The New York Times, The American Poetry Review, The Nation, entre otros periódicos y revistas. Ha publicado gran cantidad de poemarios, transformándose, para la crítica americana, en una poeta con alto sentido político del arte y en una voz universal de la poesía. Murió por complicaciones derivadas de un cáncer de mama, en junio de 2002, en Berkeley, California.
Dice Flor Codagnone en el prólogo a esta edición: “Si primero retrató a las víctimas de femicidios, años más tarde, decidió dar el nombre y enfrentarse, en sus versos, a los victimarios. Y, en su cruzada histórica contra la iglesia católica y la idea de un dios patriarca —que puede leerse, por ejemplo, en “Adenda a la bula papal”—, termina su carrera con “Adiós a Dios con un beso”, un monumental poema dedicado a la mayor organización provida estadounidense. Allí hace otro giro, si décadas antes afirmaba “Mi nombre es mío mío mío”, ahora escribe “Mi nombre es femenino / mi nombre es libertad / […] / mi nombre es el que sangra / mi nombre es el que tiene el vientre”. De ahí vienen todos sus versos: de la libertad, de lo femenino, del vientre negro… Por ellos, hay que agradecerle”.
Fernández mata Fernández
Federico Jeanmaire
Tusquets
“Fernández mata a Fernández” es el título de la noticia que atrapa a un experiodista de policiales. Luego de leerla en la página de un diario sospecha que no se trata de un accidente e inicia una investigación personal que lo lleva hasta el lugar de los hechos. Una anciana que alimenta a las palomas, un portero gay obsesionado con la limpieza de las veredas, un jubilado comunista, el director de un diario manipulador, una jueza corrupta y un periodista retirado corto de entendimiento, todos de apellido Fernández, son los protagonistas que hacen oír sus voces en esta novela, en la que cada uno defiende su punto de vista como si en ello se les fuera la vida o, mejor, como si verdad y conveniencia constituyeran sinónimos. Federico Jeanmaire despliega una serie de personajes que configuran la particular trama social de la ciudad. Un policial entretenido e inteligente, en donde el lector no puede dejar de reír al tiempo que tampoco puede dejar de reflexionar acerca de aquello de lo que se está riendo. Una historia de las que solo suceden en la Argentina, en la que los vicios parecen igualar a particulares y poderosos, revelando que, de algún modo, “todos somos Fernández”.
Bajo la red
Iris Murdoch
Impedimenta
Considerada una de las cumbres de la narrativa inglesa del XX, Bajo la red supuso el debut novelístico de Iris Murdoch. Jake Donaghue, su protagonista, es un escritor y traductor que deambula por un Londres inabarcable intentando compensar de algún modo los errores del pasado. Tras regresar de un viaje a Francia, su vida da un vuelco: su novia, que se ha enamorado de un corredor de apuestas, le pide que se vaya de casa. Desesperado, Jake se ve obligado a recurrir a su exnovia, Anna Quentin, y a un antiguo amigo, Hugo Belfounder, quien en el pasado le inspiró un libro sobre la inutilidad del lenguaje. Así emprenderá su particular descenso a los infiernos, vagabundeando por el Londres más bohemio entre filósofos, sindicalistas borrachos y perros prodigio, en busca de un lugar en el que asentarse. Iluminado, pero víctima de una persistente desazón vital, Jake no abandona su idea de llegar a ser un verdadero escritor mientras el mundo parece derrumbarse a su paso.
La juguetería mágica
Ángela Carter
Sexto Piso
«El verano en que cumplió quince años, Melanie descubrió que era de carne y hueso». Con este arranque empieza La juguetería mágica, una de las mejores y más célebres obras de Angela Carter: una novela iniciática sobre el despertar a los misterios del cuerpo y del alma y sobre el siempre violento descubrimiento de ese reino del caos y lo inesperado que es la vida.
Una noche, Melanie camina por el jardín con el vestido de boda de su madre y, a la mañana siguiente, todo su mundo se ha hecho añicos. Así de simple, así de inconcebible. Melanie y sus dos hermanos pequeños se verán obligados a mudarse a Londres, a casa de tío Philip, un huraño y genial fabricante de juguetes que vive con su esposa Margaret –una mujer «frágil como una flor prensada», muda desde el día de su boda– y los dos extravagantes hermanos de ésta. Tras una infancia idílica en la casa familiar, Melanie se ve ahora confinada en un entorno opresivo y delirante, lleno de artilugios y mecanismos creados por su tío, inquietante personaje acostumbrado a tratar a las personas como si fueran otros de sus títeres.
La atmósfera gótica, la prosa exquisita y los guiños traviesos e iconoclastas que han convertido a Carter en una de las autoras británicas más reconocidas del siglo xx hacen de La juguetería mágica un clásico imprescindible sobre el rito de paso de la adolescencia a la madurez, el despertar a la sexualidad y la rebeldía femenina, que generación tras generación es redescubierto por lectores en todo el mundo.
Breve historia de la borrachera
Mark Forsyth
Planeta
Los antiguos persas debatían todos los asuntos políticos dos veces: una sobrios y otra borrachos. Los vikingos creían que la hidromiel era la fuente de la poesía. El castigo que los aztecas infligían a los borrachos era el estrangulamiento público y los londinenses del siglo xviii estaban obligados a comprarle gin a un gato mecánico. Cada civilización ha tenido que encontrarle un lugar –o una forma de controlar– al eterno impulso humano de emborracharse.
Prácticamente todas las culturas han bebido, y donde hay bebida, hay borrachera. Pero en cada época y en cada lugar la borrachera es diferente. Puede ser religiosa, sexual, el deber de los reyes o el alivio de los súbditos. Puede ser una ofrenda a los antepasados o una forma de dar por finalizado el día de trabajo. Puede mandarte a dormir o a la batalla.
Una breve historia de la borrachera traza el rastro del romance entre la humanidad y el alcohol desde nuestros antepasados primates hasta la Prohibición, respondiendo cualquier pregunta que surja en el camino: ¿qué tomaban las personas?, ¿cuánto?, ¿quiénes?, entre todas las razones posibles, ¿por qué? En este viaje aprenderemos sobre los chamanes neolíticos, quienes bebían para comunicarse con el espíritu del mundo, nos maravillaremos con cómo los griegos se tambaleaban y los romanos hacían agua y descubriremos que los bares del lejano Oeste no eran como en las películas.