El producto fue agregado correctamente
Blog > Librería > Grandes editoriales que ya no existen
Librería

Grandes editoriales que ya no existen

Editores y editoras eligen sus favoritas

Convocamos a cinco editores y editoras de Argentina en tareas para que nos cuenten cuáles son, entre los que ya no están, sus sellos favoritos. Responden Damián Tabarovsky, Maximiliano Papandrea, Paola Lucantis, Mercedes Güiraldes y Damián Ríos.

 

 

La edición, ese oficio fascinante que en Argentina ni siquiera en una pandemia descansa, tiene precursores notables que dejaron enseñanzas a través de sus catálogos. Hoy convocamos a cinco editores y editoras nacionales en tareas para que nos cuenten cuáles son, entre los que ya no están, sus sellos favoritos. ¿Cuál fue el impacto en sus propias vidas, en el despertar de una vocación y en su ejercicio? 

Damián Ríos, quien pasó por Interzona y ahora está al frente de Blatt & Ríos junto a Mariano Blatt, recuerda sellos de poesía: "Extraño dos catálogos, una manera de extrañar una época. Extraño Ediciones del Diego y Siesta. No un libro en particular sino todos, porque el chiste era leerlos todos. Eran de formato chico y se conseguían en algunas ferias, las primeras ferias que se hicieron, y en unas pocas librerías. En Del Diego leí El terrible Krecht de Daniel Durand, Unidad 3 de María Medrano, Ocho poemas de José Villa, Zela de Cucurto (Zela fue la primera versión de Zelarayán, que salió después y con más poemas), Los cosacos de Laura Wittner y Un hotel con mi nombre de Cecilia Pavón, entre muchos otros. En Siesta leí La raza de Santiago Llach, Metal pesado de Alejandro Rubio, Coming attractions de Marina Mariasch, Redondel de Romina Freschi", repasa de sus catálogos. "Los libros eran hermosos, bellos, diminutos; la poesía, creíamos, la hacíamos entre todos. Los libros eran baratísimos, pero nosotros nunca teníamos plata para comprarlos. Valoro estos proyectos, tanto como el de Vox de Bahía Blanca, que también tenía joyas, porque se relacionaban con los lectores, desde las frescura de sus tapas, los papeles elegidos y los formatos, de una manera que hasta entonces ningún proyecto editorial lo había hecho. Si hubo una explosión de editoriales independientes desde principios del 2000 y que ahora continúa, estos sellos fueron el antecedente. En lo profesional, participando como lector y en algún caso como colaborador, aprendí, me dí cuenta, de que atrás de cada editorial había una o varias cabezas. Ese aprendizaje me dio una profesión y, sobre todo, una vocación", dice el editor y también autor de libros como Bajo cero y Entrerrianos.

 

 

También en doble rol de editor y autor —de libros como Fantasma de la vanguardia o El amo bueno—, Damián Tabarovsky, detrás del catálogo de Mardulce Editora, responde: "Como decía Ennio Flaiano, 'solo tengo planes para el pasado'. Pues, ¡todas las editoriales que ya no existen son mis favoritas!" Puesto a elegir una, se decide por Santiago Rueda. "En Buenos Aires, en los '40 y '50, publicó a Proust, Freud, Sherwood Anderson, Faulkner, J.K. Huysmans, entre otros. Y, sobre todo, Ulises, de Joyce, en 1945, en una traducción de Salas Subirat levemente dubitativa, que fue mejorando de reedición en reedición. Hay una anécdota, tal vez apócrifa, pero que incluso como ficción me resulta encantadora: es la que cuenta que para Victoria Ocampo era tan obvio y evidente que Sur publicaría Ulises, que cuando se enteró que lo editaría Santiago Rueda, ante el desconocimiento absoluto de la existencia de esa editorial, supuso que era el pseudónimo de algún enemigo que le había birlado la contratación del libro". 

 

 

Mercedes Güiraldes, editora en el Grupo Planeta, comparte su elección: "Mi sello favorito desaparecido, que buscaba y consumía con anhelo cuando empecé en esta profesión a principios de los años 90, era Biblioteca del Sur, que salía por Planeta y dirigía Juan Forn. Siempre se habla de la mítica Biblioteca del Sur pero, por una cuestión generacional, para mí no era ningún mito: era una realidad que se repetía cada mes en las vidrieras de las librerías. Ahí aprendí a leer literatura argentina que me era contemporánea y que me fascinaba (unos libros más, otros menos, por supuesto). Era la época en que me interesaba la literatura nacional casi exclusivamente, y leía también lo que publicaban sellos como Sudamericana, Alfaguara, Ada Korn (donde leí mi primer Aira), Beatriz Viterbo y Emecé (donde hacía mis palotes editoriales). Pero lo de Biblioteca del Sur era más bien un fanatismo". Güiraldes, también autora de Nada es como era, dice que "esperaba la novedad de cada mes con impaciencia" y que este catálogo, a su vez, marcó su vocación: "Al tiempo que disfrutaba de los libros o me peleaba con ellos, intentaba averiguar qué era ser editora y en qué consistía hacer un catálogo".

 

  

Paola Lucantis, desde Tusquets, hace su voto: "Una editorial que extraño es Ediciones del Bronce. Un sello español que descubrí a fines de los 90, distribuido por Océano en Argentina. Una editorial que publicaba autores de tierras y lenguas lejanas. Tenía una colección de autores asiáticos y africanos, también había autores clásicos. Pero ahí leí El instinto de la felicidad de André Maurois, Palabras, ojos, memoria de Edwidge Danticat, una autora haitiana/estadounidense que me encantó, de la que luego Norma publicó algunos de sus libros: Cosecha de huesos y ¿Cric?¡Crac!, también El fuego de los orígenes de Emmanuel Dongala, La montaña del alma de Gao Xingjian. Era una editorial literaria que buscaba nuevas voces, al menos nuevas para nuestras lecturas en castellano. Las ediciones eran muy lindas y cuidadas. Abría en panorama literario hacia otros continentes".

 

 

Al frente de Sigilo, Maximiliano Papandrea dice que elegir un sello perdido le resulta fácil: "Podría contar capítulos enteros de mi vida a partir de varios libros de Minotauro, no uno ni dos ni tres sino varios". Y avanza: "Como les pasó a muchos otros lectores, todo arrancó a mis trece años con Crónicas marcianas de Ray Bradbury, una experiencia totalmente iniciática para el chico de clase media de Wilde que yo era. Crecí como lector explorando ese catálogo de maravillas (El señor de los anillosLas ciudades invisiblesSolarisLa naranja mecánicaEl color que cayó del cielo, entre tantos otros) hasta que a los veinte, siguiendo una recomendación de Marcelo Cohen en una reseña, leí El curso del Corazón de M. John Harrison y sentí otro gran sacudón. Después, de la última etapa del Minotauro antes de que fuera vendida al Grupo Planeta, John Crowley (¡Pequeño grande!), Mervyn Peake, J. G. Ballard, Priest, Ursula Le Guin, Angela Carter, Gene Wolfe, Russell Hoban, lecturas amadas y compartidas. Toda mi admiración a ese editor enorme que fue Paco Porrúa, quien durante más de cincuenta años expandió la imaginación y la sensibilidad de miles de lectores en español con tantísimos libros que él descubrió antes que nadie y que hoy son tesoros en la memoria de varias generaciones. Como editor, no se me ocurre legado más hermoso".

Papandrea, además, se dio un gusto extra: "El curso del Corazón fue el segundo título de Sigilo; cuando lo publiqué, no solo estaba reeditando a uno de mis autores favoritos; secretamente, era mi carta de amor a Paco Porrúa".

 

 

Artículos relacionados

Jueves 04 de febrero de 2016
El mundo entre las manos
Una nota para leer con lápiz y papel: anticipamos las novedades editoriales para el 2016. Casi 40 editoriales presentan más de 200 títulos.
Para armar la whishlist
Jueves 16 de junio de 2016
Un podio perfecto
El último libro de cuentos del cordobés Federico Falco arrasó con el ranking, acompañado por Eduardo Sacheri y las invencibles clases de Hebe Uhart.
Los más vendidos
Lunes 21 de marzo de 2016
Levrero iluminado

La novela luminosa, de Mario Levrero (Mondadori), fue el libro más llevado de la semana pasada, junto con Vivir entre lenguas, de Sylvia Molloy.

Los 10 libros más llevados
Martes 22 de marzo de 2016
Juego de velocidades

“Pienso en la belleza como algo que necesitamos urgentemente y me encargo de buscarla en lugares donde creo que no se la había encontrado”, responde el chileno Enrique Winter en esta entrevista sobre Las bolsas de basura, su primera novela, y sobre la escritura en general.

Entrevista a Enrique Winter

Viernes 25 de marzo de 2016
El mal de la moral

La nueva novela de Martín Kohan, Fuera de lugar (Anagrama), tiene a la pornografía infantil como tema central. “Me interesa cómo la perversión mana del moralismo”, dice.

Entrevista a Martín Kohan
Lunes 28 de marzo de 2016
Mariasch y las contradicciones

El libro más llevado de la semana que pasó fue Estamos unidas, de Marina Mariasch (Mansalva).

Los 10 más llevados
×
Aceptar
×
Seguir comprando
Finalizar compra
0 item(s) agregado tu carrito
MUTMA
Continuar
CHECKOUT
×
Se va a agregar 1 ítem a tu carrito
¿Es para un colectivo?
No
Aceptar