El frío trae nuevos libros
La bandeja de los viernes
Miércoles 01 de julio de 2020
Lo nuevo de Ralenti, Compañía Naviera Ilimitada, Odelia y Almadía; libros que llegaron a través de Big Sur.
(Foto: Rudie Librera)
La compañía de un buen libro es fundamental; sobre todo ahora, que nos toca afrontar otro período de encierro y esta vez, encima, con frío.
Les dejamos por aquí cuatro opciones diversas: la novela de Maru Leonhard, los relatos de Luz Vítolo, el rap de Mairal con ilustraciones de Pablo Elías -este es ideal para niñes- y un clásico de la mexicana Margo Glantz. Deléitense.
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Transradio
Maru Leonhard
Cía. Naviera Ilimitada
Huir de Capital. Regresar al pueblo de su infancia. Esa parece ser la única salida. Isabel no logra superar la pena inmensa que siente y seguir adelante, necesita irse. Solo eso le pide a Martín, que se muden un tiempo al pueblo donde creció, a ese caserío al costado de la ruta rodeado de campo y nada más.
La casa de sus padres, ahora solo habitada por fantasmas, le despierta recuerdos que se mezclan con el dolor de los últimos meses, pero también con lo que su imaginación completó a lo largo de tantos años de silencio. La vez que casi se ahoga en una zanja, el último verano que vivieron allí, la noche de la inundación, el día en que vio a su mamá por última vez. Lo que no sabemos lo inventamos, lo que no nos gusta lo embellecemos, lo que nos consuela lo magnificamos, lo que duele... ¿qué se hace con lo que duele?
En esa búsqueda, Isabel de a poco irá dejando entrar en su vida a los vecinos del pueblo. Con gran habilidad, Maru Leonhard logra descubrir en ellos eso que convierte a un personaje común en uno extraordinario y complejo, completamente alejado de cualquier estereotipo. Imperceptiblemente se irán transformando para Isabel en catalizadores de sus duelos, en la posibilidad de cotejar su memoria, de que le hablen de su madre, de encontrar cómo seguir, y así limpiarse el barro del dolor, cambiar la piel bajo el sol del verano.
Con una potencia visual inusitada, diálogos inquietantes y una prosa rítmica y envolvente, la primera novela de Maru Leonhard puede ser asfixiante y fresca a la vez. Una novela simple y conmovedora sobre dejar ir lo que ya no es parte de nuestro mundo y encontrarse de nuevo con lo que nos impulsa a seguir.
El rap de los gatos
Pedro Mairal/ Pablo Elías
Ralenti
Un libro loco sonando alrededor
todo lleno de gatos y ruidos y color.
Tené mucho cuidado si lo vas a escuchar
te crecen los bigotes y empezás a maullar.
Es un rap con orejas y patas y collar
que se trepa a los techos y se pone cantar.
¿Es un gato o son miles? Es difícil saber.
Es cuestión de sentarse
y ponerse a leer.
La lógica del daño
Luz Vítolo
Odelia
¿Quién no sufrió un daño alguna vez o lo causó a otro? El daño puede ser involuntario o premeditado, letal o minúsculo, pero es imposible ignorarlo.
Luz Vítolo, con mirada aguda y no exenta de crudeza, explora temas tan delicados como la sexualidad en la preadolescencia, el suicidio, la enfermedad, las secuelas de un accidente, y transmite con precisión la angustia y la soledad recién estrenada de quien termina una relación de muchos años; el tedio de quien descubre que no soporta a la persona que está a su lado y la adrenalina de quien busca sentirse vivo exponiendo su cuerpo a un juego peligroso.
Estos relatos, como un golpe seco que nos corta la respiración, o como un espejo que nos grita la verdad de forma descarnada, nos obligan a reconocernos como seres vulnerables frente al inevitable dolor de estar vivos.
“Cuentos de una inteligencia superior. Sobrevivirán porque permiten que el lector se acomode trémulo en los espacios vacíos, los complete y los haga propios”.
Luis Mey
El rastro
Margo Glantz
Almadía
El rastro es un texto en donde se habla de un entierro, y los sentimientos de la protagonista al contemplar el cuerpo de un hombre con el que vivió un tiempo largo, al que ha dejado de ver y al que vuelve a ver ya exangüe, y el recuerdo de ese cuerpo cuando estuvo vivo y compartió con quién lo mira una relación amorosa muy intensa. Pero, al hacerlo, es decir, al revivirlo en la escritura, se cancela la decadencia del cuerpo. La escritura permite volver a darle vida a las cosas. Claro que la escritura es, en cierto nivel también, un cuerpo muerto por el hecho mismo de que es algo que está escrito y el libro es un objeto, pero al tenerse la posibilidad de escribir, de recrear algo, la vida se recobra. Esto es lo más bello de la escritura, la posibilidad de resucitar lo que desaparece.