El desnudo de Patricia Highsmith
La historia detrás de la famosa foto
Miércoles 16 de marzo de 2016
A los 22 años, Patricia Highsmith, quién más tarde escribiría novelas imprescindibles como Extraños en el tren y El talento de Mr. Ripley, conoció al fotógrafo alemán Rolf Tietgens que le hizo varios retratos y también desnudos.
Por Patricio Zunini.
Patricia Highsmith tenía 12 años —todavía era la texana Mary Patricia Plangman— cuando descubrió que era un chico en el cuerpo de una chica. Lo llamativo, por supuesto, no es la manera en que aceptó su sexualidad, aunque estemos hablando de 1933, sino que lo haya escrito en su diario personal. La idea de decirse a sí misma a través de lo escrito: a lo largo de su vida, Highsmith mantuvo 18 diarios —que hoy están, junto con borradores, cartas, fotos en la Biblioteca Nacional de Suiza—, pero quizá haya sido esa anotación, tan breve y sin embargo tan crucial, la que marcó definitivamente su destino de escritora.
Es tan o más llamativo que en los diarios no haya referencia alguna de su tarea como guionista de comics. De nuevo la escritura como una manera de concebirse, aunque aquí como omisión. Entre 1942 y 1948, durante casi siete años, trabajó para diferentes sellos inventando peripecias para personajes menores, escribiendo aventuras de cowboys y guiones para ilustrar las historias de vida de Einstein, Newton, Cromwell, etc. En la extensísima biografía The talented Miss Highsmith, Joan Schenkar escribe: «Pat sistemáticamente eliminaba de su vida todo lo que tuviera que ver con los comics. Tiró a la basura cada guion, cada propuesta de un guion y cada argumento que nunca llegó a escribir». De aquella época perdura el rumor de un supuesto amorío con Stan Lee; hace algunos años se lo preguntaron a él, pero evadió la respuesta excusándose en su mala memoria. Highsmith tenía tal rencor por aquel trabajo que más tarde se vengó, como buena escritora, literariamente: una de las primeras víctimas de Tom Ripley es, justamente, un historietista. A comienzos de la década del 50, el turbulento romance que vivió con Marc Brandel, con quien estuvo a punto de casarse, un tipo completamente desquiciado que hasta se sometió a un tratamiento psicológico para volverse gay, terminó mal cuando él publicó una novela en donde uno de los personajes era una lesbiana que quería ser escritora pero perdía el tiempo con guiones de historietas.
Lo de la homosexualidad inducida de Brandel no es un delirio sin más, porque Highsmith, mientras creía que la mayoría de las lesbianas eran tontas o desagradables, tenía una profunda admiración por los gays. Y una admiración que no era puramente conceptual. Algunos años antes de que apareciera Brandel, justamente en el tiempo en que empezaba a escribir comics, Highsmith conoció al fotógrafo alemán Rolf Tietgens, que era homosexual. La historia aparece referida con detalles en Beautiful shadows. A life of Patricia Highsmith, de Andre Wilson. A comienzos del verano de 1942 los presentó una amiga en común también fotógrafa y un par de meses después, ambos se sentían extrañamente unidos. Rolf, el verdadero héroe de esta crónica, era para Patricia una suerte de alter ego. Con él pudo abrirse y contarle, por ejemplo, que la habían abusado a los seis años. “Algún día me voy a casar con alguien como él”, dijo —o escribió. Rolf le sacó varios retratos y algunos desnudos, como el que ilustra la nota, que se hizo tan famoso. Mostrándole las fotos, él le dijo: “Yo sabía que te iban a gustar porque te ves muy varonil. Sos un chico, pero eso ya lo sabés”.
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