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Editores al rescate: la tarea de revivir libros antiguos
Reediciones, traducciones y salvatajes
Viernes 25 de setiembre de 2020
"En una industria cultural en la que las novedades se llevan puesto todo y un libro tiene un paso tan fugaz por la librería, nos interesa aquello que resiste el paso del tiempo". Conversamos con algunes editores sobre las tareas de recupero de libros mientras el mundo se inflama de novedades, de la puesta a disposición en librerías de joyas perdidas en el tiempo.
Por Valeria Tentoni.
"Si Shakespeare y Balzac pidieran un deseo, no sería que se los recordara, sino más bien que se los olvidara, y de la misma manera, porque así nunca dejarían de ser redescubiertos y releídos", escribía J. K. Chesterton en el texto con que en 1901 se reditaba su libro El defensor. "Es nuestra memoria monótona la que en general nos impide ver lo espléndidas que son las cosas", seguía después, antes de celebrar las corrientes del Leteo.
El libro ahora puede leerse gracias a Interzona, que desde hace años mantiene su colección "Zona de Tesoros", una colección de rescates. El ahínco editorial alrededor de estas perlas no puede explicarse únicamente con el atajo mínimo de gastos que suponen los derechos de autor liberados, máxime cuando se proponen nuevas traducciones. ¿Cómo y por qué se encargan los sellos de rastrear y reponer, poniendo a disposición para los lectores y las lectoras libros más o menos antiguos, libros inconseguibles, libros escritos en épocas distintas a los que quizás se les dificulte ingresar en esta, máxime cuando hay tanta novedad guerreando por quedarse con su atención?
"¿Más o menos antiguos? ¿Y si te dijéramos que vamos a traducir y poner a disposición por primera vez uno del siglo XVII? ¿Nos gustan los ejemplos drásticos? Quizás", responde Luciano Páez desde Interzona. "¿Cómo puede convivir ese -llamémosle "rescate"- con un texto inédito de Juan Diego Incardona o de Noé Jitrik? El eje fundamental de la pregunta es lo de "poner a disposición" y es para nosotros el rol clave de una editorial, al editorx como medio que publica la obra escrita para que pueda ser leída. Y la herramienta más fuerte que tiene una editorial es el catálogo, en el que idealmente se construye un diálogo entre todos y cada uno de los títulos y autores. Por un lado nos gusta decir que somos una "editorial de autor" en el sentido en que creemos en los y las autoras que editamos y nos gusta que su obra crezca en nuestra casa. Por otro, creemos que la literatura se hace con la literatura. Y nos gusta incluir en nuestro catálogo algunos de esos puntos o paradas que nos parecen importantes o que constelan con otrxs. Y además no solo dentro de ese gran universo/océano literario el pasado el presente y el futuro dialogan entre sí, sino que dentro del aspecto social que tienen los libros, en el aspecto transformador que ejercen sobre quien los lee, tampoco hay una clara restricción de cuándo debe haber sido escrito algo para resonar o dialogar con el ahora", responde Paez.
Entre los sellos más jóvenes también se deleitan con viejos tesoros: un ejemplo maravilloso es El libro del verano de Tove Jannson que recuperó Compañía Naviera Ilimitada. "Pensamos la publicación de libros escritos hace unas décadas, hayan tenido o no alguna edición en español, de la misma manera que la publicación de libros inéditos y más actuales. En general, los que nos mueve, no es tanto la búsqueda de la novedad, sino más bien la búsqueda de algo que resulte pertinente para el mundo y el lector actuales. Entendemos lo pertinente no de forma oportunista, ni demasiado coyuntural. Sino como lo que puede iluminar zonas o matices que parecieran quedar de lado, desaparecer o hasta no existir en el fragor de una conversación encendida y urgente", explican los editores Claudia Arce y Andrés Beláustegui. "La literatura que más nos interesa es la que entra en las conversaciones contemporáneas de forma transversal, no de modo tan directo. A veces cuando los temas y las formas se vuelven demasiado presentes y actuales, y hasta demasiado nítidas o cercanas, se puede perder perspectiva y se corre el riesgo de reducir y empobrecer el mundo. Y ese, pensamos, quizá sea uno (de muchos) aportes que la literatura puede (y debe) hacer: enriquecer nuestro mundo. Esa es al menos nuestra búsqueda", agregan.
El libro del verano fue traducido justamente por otro editor que gusta de ofrecer segundas, terceras y hasta cuartas vidas a libros viejos: Christian Kupchik. Desde Leteo, el también poeta y narrador responde: "Gracias a Virgilio, Dante llega a saber todo sobre el Leteo, el río del olvido, que a su vez fue una diosa casada con Mnemósine, que es el recuerdo. El olvido y el recuerdo aparecen muy ligados en sus orígenes míticos. La idea, a partir de este concepto de editorial río, es protegernos de la raíz de lo efímero, donde los libros nos ayuden a aportar a una memoria nueva del presente y del porvenir. Y para ello es preciso bucear en ciertas voces y obras del pasado. Vivimos inmersos en una suerte de presente continuo que se deglute todo en el mismo momento en que ve la luz".
En su colección "Rescates", Leteo ha recuperado por caso textos de Jean Cocteau o Iuri Tinianov, y pronto Queneau: "Esas voces acalladas del ayer creemos que significan aun más que lo que se nos impone a fuerza de novedad. Hasta el momento hemos publicado trabajos casi desconocidos de autores muy renombrados, pero esperan su turno normes fundamentales de nuestra literatura como Gloria Alcorta, injustamente relegados, con obras de una significación mayúscula. Es una enorme injusticia que hoy sigan siendo habitantes de ese olvido".
Una editora celebradísima por sus rescates de libros para las infancias y libros álbum e ilustrados como los de Bruno Munari es Niño Editor. Entre sus últimas joyas recuperaron con mucho trabajo El pájaro cucurucho de Arnold Lobel, belleza de 1971 que Laura Wittner tradujo y para el que tuvieron que recopilar las ilustraciones y salvar sus colores en el camino a la imprenta. Pablo Curti, su editor, explica por qué lo hacen a pesar de las dificultades que esto trae: "En una industria cultural en la que las novedades se llevan puesto todo y un libro tiene un paso tan fugaz por la librería, nos interesa aquello que resiste el paso del tiempo. El rescate, de alguna forma, pone en juicio esa dimensión del tiempo que tiene implícita la novedad literaria. Y también debate cierta idea de la moda. De que existe una suerte de agenda, de temas, o de estilos que son exclusivos de la contemporaneidad. Los grandes temas no son tantos ni cambiaron tanto en el tiempo. Y muchas de las cosas que hoy nos parecen "nuevas" o "novedosas" ya fueron dichas, expresadas, dibujadas, y muy bien, por muchos artistas hace muchos años. Entonces, por ese lado, el rescate trae cierto reconocimiento y nos vuelve un poco más humildes", dice.
En Niño Editor esta actitud es una constante que se puede observar a lo largo y ancho de su catálogo. "Hay obras muy valiosas que no deberían perderse. Simplemente porque tienen el poder de tocarnos, de cambiarnos como personas. Y eso tiene que ver con la calidad de la obra en sí, no con un tiempo, no con lo nuevo. Por eso nos interesa lo universal y lo atemporal. En ese sentido, el rescate literario es la antinovedad".
"Lxs editorxs nos apropiamos de todos los títulos que publicamos para intentar generar un espacio donde habitar la literatura, tierra fértil para el virus del lenguaje", dice Paez, en sentido similar, mientras que se abren a la vez en las estanterías las flores nuevas y las viejas, las nuevas flores viejas de un jardín que adoramos visitar.
¿Puede envejecer un libro? ¿Puede renacer? Desde Niño cierran de este modo: "Nuestros libros, como todos, claramente pasan en algún momento de su vida por la etapa de la "novedad", pero no tienen la presión de lo temporal. Si lo descubriste cuando se presentó, buenísimo. Si lo descubrís dos años después, buenísimo también. No nos interesa editar un libro que en un año o dos no tenga sentido para nadie. Los libros que editamos hoy y que se publicaron originalmente hace 50, 60 o 70 años, deberían ser valiosos en 10, 20 o 30 años más".