Cuando las calles son papel
Más de 100 grafitis recopilados en un libro
Viernes 18 de agosto de 2017
Conversamos con Fernando Aita, uno de los autores de Escritos en la calle (La Marca Editora), libro en el que se compilaron los mejores grafitis de la plataforma colaborativa en la que cualquiera podía subir fotos de los que viera pasar por la calle. "Los grafitis, incluso los más racionales, son siempre el resultado de un apasionamiento, un furor que necesita ser dicho".
Por Valeria Tentoni.
"Los grafitis, incluso los más racionales, son siempre el resultado de un apasionamiento, un furor que necesita ser dicho o mostrado a todos. Con firma o desde el anonimato, es la voluntad incontenible de expresar y comunicarse, muchas veces corriendo el riesgo de ser sorprendidos in fraganti, con la pintura fresca", se abre el volumen Escritos en la calle (La Marca Editora), que compila los mejores grafitis reunidos en una página web colaborativa, en funcionamiento desde 2009. Allí, todavía hoy cualquiera puede enviar un grafiti que por algún motivo le llame la atención, para que se publique.
De ese enorme archivo tomaron el centenar de imágenes que ahora se convirtieron en libro, con espítiru de homenaje a los grafiteros. "Un registro de la oralidad, un archivo lingüístico, de tipografías, de imágenes, de ideas y sentimientos que se expresan en la calle", explican sus hacedores.
Con diseño es de Leandro Giovinazzi, quien también diseñó el sitio web, la selección de los contenidos fue hecha por Tomy Lucadamo, Alejandro Güerri y Fernando Aíta. Este último repasa el origen del libro: "Digamos que la prehistoria de GRaFiTi arrancó en 2002. Con Alejandro Güerri enviábamos Ñusléter, un mail semanal de literatura, y una de las secciones era Graffiti. Como era un mensaje de sólo texto, la sección reunía transcripciones de frases leídas en la calle por nosotros o los lectores que nos las enviaban, con su ubicación, por mail. El sitio sigue online y se puede ver la sección (con unas clasificaciones bastante caprichosas). Para 2007 ya queríamos hacer un libro de grafitis, pero nos pareció mejor hacerlo colaborativo. En 2008, Internet se puso más rápida y comenzó el llamado 2.0: muchas personas tenían cámara digital o celulares, así que decidimos hacer un plataforma web para que cualquiera pueda subir fotos de grafitis, categorizarlos y geolocalizarlos".
Al día de hoy, entre usuarios registrados y anónimos, se subieron más de 5500 grafitis allí. "En ese sentido, el sitio funciona como un archivo de ese patrimonio efímero, porque muchos están fotografiados pero en la calle ya fueron tapados o sobre-escritos", explica Aíta.
Para hacer la selección, eligieron en base a cinco categorías: Amor, Música, Política, Fútbol y Pensamiento. "Pusimos énfasis en los que más nos apelaban y nos parecían más representativos de la cultura local".
¿Cómo pensar el vínculo entre la escritura, los espacios públicos y los receptores? ¿Qué tiene de particular este tipo de escritura? "Todo empezó como una sección en un periódico de literatura. Tanto a Alejandro como a mí nos parecía que en esas frases que nos encontrábamos al andar por la ciudad (las ciudades) había algo poético, que conmovía o provocaba al pensamiento, y muchas personas que recibían el ñusléter compartían ese berretín e hicieron crecer el archivo. Parece que el grafiti es parte de la dinámica de la vida urbana, una necesidad de expresarse o dejar marca en los espacios compartidos, como contratara del anonimato de los lugares densamente poblados y también como reacción ante el bombardeo de estímulos, publicitarios en gran parte", sigue Aíta. "Creo que la principal característica de los grafitis es la brevedad o concisión (rápido para que no te pesquen) y el ingenio, la inventiva para lograr captar la atención entre tanto barullo, por eso también son frecuentes las máximas o epigramas, y el humor", cierra el autor de Furgón flashero y Épica chusma.
Publicado en su colección de registro urbano y gráfico por La Marca Editora, Escritos en la calle acaba de salir a librerías.