"Trato de hacer una escritura que no pierda densidad pero que atraiga al lector"
Florencia Garramuño
Lunes 01 de julio de 2019
“Habría que mirar a los indios para ver cómo vamos a sobrevivir”, dice la investigadora y ensayista argentina en esta entrevista con Juan Rapacioli. Bolsonaro, Lula, Dilma, la crisis del sistema político, el caso Marielle Franco y el trato con la naturaleza en nuestro vecino verde: una conversación alrededor de su nuevo libro, Brasil caníbal (Paidós).
Por Juan Rapacioli.
En Brasil caníbal (Paidós), la investigadora académica Florencia Garramuño traza un recorrido accesible y detallado que permite aproximarse a la compleja historia de Brasil, desde la resonancia de la cultura indígena y la esclavitud, hasta la consolidación de un gobierno de extrema derecha, pasando por las tensiones políticas en torno a la naturaleza, la fragmentación social y la diversa producción cultural que define a ese país siempre intenso.
Directora del Departamento de Humanidades y el Programa en Cultura Brasileña de la Universidad de San Andrés, Garramuño es una profunda conocedora del Brasil, y entre sus libros figuran Modernidades primitivas: tango, samba y nación, La experiencia opaca y Mundos en común. Ensayos sobre la inespecificidad contemporánea. Es, además, investigadora independiente del CONICET y fellow de la John Simon Guggenheim Memorial Foundation (2008).
Coincidiendo con la visita del presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, quien llegó a la Argentina para, entre otras cosas, apoyar el programa económico de Mauricio Macri, la investigadora argentina habló del origen de su libro, que sirve no solamente para entender el cuadro del presente, sino para pensar el devenir histórico de un país marcado por la opresión, la violencia y la discriminación, pero también por la diversidad cultural, la vida artística y las formas de resistencia.
¿Cómo fue el recorrido teórico que hiciste para llegar a la publicación del libro?
La editorial me pidió un libro de divulgación general sobre la cultura brasileña. Me pareció interesante realizar un ejercicio que nunca había hecho, porque mi escritura es más bien académica. Tenía algunas cosas ya escritas, intervenciones, seminarios. Pensé que el libro era buena idea porque los argentinos vamos mucho a Brasil, tenemos una relación de cercanía, pero también de mucho desconocimiento sobre conflictos fundamentales de allá. El problema, en principio, fue cómo organizar el texto: qué tenía que estar y qué tenía que sacar. Cuando pensaba el libro, se me venían imágenes de problemáticas culturales pero no las veía cristalizadas en una forma particular. Entonces, traté de apresar esas problemáticas y desplegar distintas capas que me convocaban a hacerlo. Además, me importaba el lenguaje accesible. En mi escritura académica puedo ser muy abstracta pero siempre intento no utilizar una jerga compleja. Trato de hacer una escritura que no pierda densidad pero que atraiga al lector, que lo seduzca.
¿Brasil aparece como enigma que deviene invención de los conquistadores?
Lo que pasó en Brasil pasó en todos los pueblos latinoamericanos: el encuentro con una Europa que fue creando relatos de un mundo que, para los europeos, era nuevo. Pero siempre que hay un relato hay un contrarrelato. Brasil, por su parte, ha construído una gran cantidad de imágenes sobre sí mismo y sobre el mundo que lo mira. Relatos de gran eficacia que han penetrado en el mundo occidental. Están los que se llaman “intérpretes del Brasil” (Euclides da Cunha, Gilberto Freyre, Sérgio Buarque de Holanda), escritores que se ponen a tratar de pensar, en pleno desarrollo, qué es el Brasil. Lo interesante es que más allá de esos ensayos de la interpretación, otras formas de la cultura, canciones, novelas, poesía, tienen una gran fuerza de interpretación de algún fragmento o zona del país. En el libro menciono “Aquarela do Brasil”, de Ary Barroso, que es el samba famoso que se baila en los casamientos y que se ha usado en muchas películas. Me llamó mucho la atención escucharlo en la India. Es absolutamente internacional.
¿Por qué decís que la cultura afrobrasileña ejerció, en plena esclavitud, una suerte de liberación?
La cultura afrobrasileña es super poderosa. Para escribir sobre la esclavitud, me interesó rescatar, junto con el horror, a los esclavos no solamente en el rol de víctimas. ¿Cómo en esas condiciones pudieron mantener una forma de resistencia? Hay un antropólogo que trabajó mucho sobre la cultura negra, Roger Bastide, él ve esa resistencia en el candomblé, que es la religión afrobrasileña: una forma de cultura que se vuelve resistencia. Otra cosa que me parece fascinante es la historia de los quilombos. Siempre me impresionó mucho la historia de Palmares, el quilombo más grande, una república de 80 kilómetros de largo, muchas comunidades funcionando de modo autónomo, algunas dirigidas por mujeres, ¡y que duró casi un siglo! Cuando pensás en lo que fue la esclavitud, su violencia, que ese grupo de esclavos haya podido mantener esa república, es impresionante. También había otras rebeliones cotidianas que tenían que ver con mantener cierta autonomía religiosa. Los esclavos, en ese sentido, fueron muy insistentes para que los dejara conservar sus bailes, fiestas y celebraciones. Me interesaba dar cuenta de eso no para minimizar la violencia de la esclavitud, pero sí para ver que las víctimas también ejercen una forma de resistencia.
Parece haber una tensión histórica que pone en el centro a la naturaleza, y que atraviesa todos los modelos de gobierno…
Eso, en principio, tiene que ver con la idea de que los europeos miran a América como pura naturaleza para borrar habitantes, culturas y pueblos. Desde el comienzo, la naturaleza es un elemento clave en Brasil. No hay que olvidarse que el país toma su nombre de Pau Brasil o Palo de Brasil, árbol que fue la primera materia prima de exportación de los europeos. Ese árbol se utilizaba para hacer muebles de lujo. Me parece fundamental pensar en otras epistemologías, sobre todo las amerindias, y su relación con la naturaleza. Es completamente distinta a la occidental: la naturaleza es parte de la vida y no algo que tiene que ser apropiado. Esto sirve para pensar problemas actuales, como la deforestación del Amazonas, la exterminación de especies y pueblos. Hay un libro clave, ¿Hay mundo por venir?, donde Déborah Danowski y Eduardo Viveiros de Castro reflexionan, justamente, que si hay un mundo por venir son los indios los que lo saben cuidar. Deberíamos aprender de ellos. Los autores sostienen que los indios son los únicos que pueden sobrevivir al fin de un mundo, porque el mundo de ellos fue exterminado. Habría que mirar a los indios para ver cómo vamos a sobrevivir nosotros, porque nuestro mundo también está terminando.
¿Qué elementos se condensaron para llevar a Bolsonaro al poder?
Lo primero que habría que pensar es que las elecciones del año pasado fueron hechas después de un golpe: elecciones condicionadas, con el candidato del PT preso, y por lo tanto teñidas de cierta ilegitimidad. No hay que perder de vista esa connotación. Primero estuvo el impeachment a Dilma Rousseff, que si bien es un procedimiento pautado en la constitución brasileña, estuvo también teñido de bastante ilegitimidad. Esto es discutido por muchos cientistas políticos, no es una mera opinión. Muchos elementos del proceso no se cumplieron en la destitución de Rousseff. Luego, pocos meses antes de la elección, Lula Da Silva, candidato con mayor popularidad, fue preso de forma irregular. Se dicen un montón de cosas, hay muchos relatos sobre la corrupción de Lula, pero en un juicio tiene que haber un prueba para condenar a alguien, y la prueba no existió. La única razón por la que Lula está preso es porque un empresario en delación premiada dijo que recibió un departamento como soborno. Otra cosa para pensar es que Bolsonaro gana una elección en la que hay más de un treinta por ciento de voto en blanco. Sólo un tercio de la población brasileña votó a Bolsonaro. Ahí es donde vamos hacia atrás y vemos la historia de violencia y opresión en Brasil, pero que no es muy distinta a lo que pasa en otras partes del mundo. Creo que hay que situar a Bolsonaro en el contexto de nuestro mundo contemporáneo y el giro a la extrema derecha de muchos otros países, incluso de Europa.
¿Se trata de un discurso que prende frente a la crisis del sistema político?
Creo que no sólo es un discurso que prende, sino que saber dividir. Es una estrategia emocional y de poder. En Brasil no es el discurso del cincuenta por ciento, es el discurso del treinta, pero gana igual. Lo que me parece previo a la nueva ola de la extrema derecha, es la fragmentación y el enfrentamiento violento entre distintos sectores de la sociedad. Ahí es donde el discurso del odio puede triunfar, aunque no prenda en la mayoría. Son las lenguas del odio: no importa el bien común sino salvarse uno mismo.
¿Qué abrió el asesinato de Marielle Franco en la sociedad brasileña?
Ese es un caso muy espectacular. Marielle venía de la favela más grande de Río de Janeiro, es una de las personas que junto con muchas otras pudo estudiar en universidad gracias a un sistema de becas pensado para que puedan ingresar jóvenes de familias negras, pobres e indígenas. Realmente hizo un trabajo muy importante desde su condición de mujer, lesbiana y favelada. Su asesinato hizo evidente para el mundo entero que ese tipo de políticas que ella estaba llevando adelante, no es admisible para otro sistema que no va a discutir democráticamente, sino que lo va a hacer desaparecer. Eso visibilizó la violencia del patriarcado. Gracias a eso se crearon una serie de alianzas que luego hicieron que en las elecciones que ganó Bolsonaro también hayan ganado mujeres del partido de Marielle. Se dice que Marielle se volvió semilla: pudo hacer que se desarrollaran muchos otros espacios de disputa a ese patriarcalismo. Fue una alianza transversal de clase, pero también una alianza en relación al género. La comunidad LGBT y también las personas heterosexuales se unieron para decir que esa violencia es inadmisible.
La literatura, en algunos casos, genera el efecto de lo anticipatorio en relación con la Historia, ¿qué obras contemporáneas creés que miran cierto futuro en Brasil?
Me parece que la ficción -ya sea en literatura o en cine o en una instalación- tiene la ventaja de trabajar con la realidad y trascenderla. La invención le permite encontrar y anticipar algo, no quedarse en la representación o en el relato sobre lo que existe, sino imaginar otro mundo a partir de este mundo. Hay un libro que me gusta mucho y siempre pensé que se debía traducir al castellano, que se llama Historia Natural da Ditadura, de Teixeira Coelho, que está dividido en cinco partes donde van apareciendo la dictadura brasileña, la argentina, el nazismo. Me parece que hay muchos textos contemporáneos que trabajan una idea en común: la experiencia colectiva. En ese sentido, exploran otras formas de vivir que no estén centradas en la salida individual.