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"No creo que a los chicos sólo haya que contarles historias felices"

David Almond, Premio Hans Christian Andersen

"Yo no creo que haya que simplificar las cosas cuando se escribe para chicos. Los libros que escribo son los mejores que puedo escribir". Autor de títulos como El niño que nadaba con pirañas y Mi papá es un hombre pájaro, el Premio Hans Christian Andersen inglés visitó Argentina por primera vez para participar del Filbita y nos concedió esta entrevista.

Por Valeria Tentoni.

Ahora, David Almond cosecha todos los premios de literatura infantil y juvenil que se le crucen por el camino (dos Whitbread Awards, el Prix Sorcieres o el Premio Hans Christian Andersen, el más prestigioso del mundo en el rubro) con libros traducidos a más de 40 idiomas, como Skellig, Mi nombre es Mina, El niño que nadaba con pirañas, El salvaje o Mi papá es un hombre pájaro, entre muchas otras novelas, historias, libros ilustrados, canciones, libretos de ópera y obras de teatro.

Pero hubo un tiempo en el que le rechazaban su primera novela en todas las editoriales y en el que tuvo que tomar una decisión: abandonarlo todo, casa y trabajo, para escribir. De ese año sabático al que se animó vinieron cuentos para adultos y, de repente y sin buscarlo, historias para chicos que lo harían recorrer el mundo. Como ahora, que desayuna en el hotel de San Telmo que le asignó el Filbita, primer festival en Argentina al que concurre. "Me gusta estar acá, en la ciudad de Borges", dirá sobre uno de los escritores que más lo influenciaron.

Después de esta aventura latinoamericana, Almond volverá a su ciudad, Newcastle, en Inglaterra. Allí vive y escribe, en sus biblitoecas, a resguardo del frío, cuando no está trabajando como profesor de Escritura creativa en la Universidad de Bath Spa o viajando.

 

Es tu primera vez en Argentina, ¿hay algún escritor nacional que te haya interesado?

Estoy leyendo a César Aira ahora. Y Borges, por supuesto, fue muy importasnte para mí. Lo leí entre mis veinte y mis treinta. Es un escritor tan complejo, extraño y maravilloso; su obra fue una gran inspiración para mí. Pienso en textos como "Funes, el memorioso", o "Pierre Menard, autor del Quijote", "Las ruinas circulares"... Así que para mí es también genial estar acá, en la ciudad de Borges.

Has mencionado en entrevistas que el del cuento es un género que te interesa mucho.

Sí, además yo comencé escribiendo cuentos. Es lo primero que hice, y todavía escribo muchos cuentos. Y, de alguna manera, algunos de mis libros para chicos son como cuentos. Me gusta la pequeñez del cuento, y el hecho de que todos los elementos involucrados tienen que funcionar. Que cada palabra cuente.

¿Y la poesía?

Me gusta mucho la poesía, solía escribir poemas también y sigo escribiendo poesía ahora. Nada de eso ha sido publicado, es sólo para mí. Pero creo que iré escribiendo cada vez más poesía, conforme pase el tiempo. También escribo canciones ahora y teatro, así que me estoy moviendo hacia un método de escritura más lírico. Es un tránsito muy natural, de alguna manera, las ideas comienzan a desenterrarse en líneas únicas antes que en bloques de párrafos. Y me gusta mucho eso, el espacio alrededor de las líneas.

Cuando comenzaste a escribir hacías libros para adultos, ¿cómo apareció la escritura para chicos?

Simplemente ocurrió. Escribí una serie de relatos que estaban basados en mi propia infancia en Counting stars. Y mientras los estaba escribiendo empecé a experimentar nuevamente el mundo desde el punto de vista de un chico, aunque esas historias fueran más bien para adultos. Y cuando terminé de escribir eso me encontré escribiendo un libro nuevo, que terminó siendo Skellig, y mientras lo escribía pensé: ¡Oh, este es un libro para jóvenes y niños! No esperaba que eso ocurriera, pero ni bien me di cuenta me sentí liberado y sentí que eso era algo muy real y verdadero para mí.

¿Qué fue lo que te hizo advertir que podía ser para ese otro público?

Algo acerca del lenguaje, más directo; un tipo de discurso limpio acerca de cosas que parecían muy complicadas. La habilidad de describir cosas que pueden parecer muy raras, de una manera muy factual; de algún modo, es lo que hace Borges. Mientras escribía Skelling pensaba en invertir todas mis influencias para hacer algo muy sorprendente para mí, para los jóvenes. Además, la escritura para jóvenes y niños puede hacerse de tantas maneras diferentes: libros cortos, libros largos, trabajo con ilustradores y artistas, hay un tipo de libertad nueva en el trabajo con estos libros. Y creo que los jóvenes tienen la capacidad de aceptar las historias en cualquier tipo de forma, sin decir "esto es muy difícil", "esto es muy raro", simplemente dicen "sí, lo tomo".

¿Recordás cuáles fueron los libros que marcaron tu infancia?

Los mitos y las leyendas fueron importantes para mí. Hacia mis doce empecé a leer mucha ciencia ficción, autores como John Wyndham fueron muy importantes para mí. Y en la adolescencia descubrí autores como Hemingway entre los norteamericanos que leía.

¿Y los rusos? ¡Tenés un personaje llamado Dostoievski!

Fue genial tener un personaje que se llame así, uno de mis libros favoritos es Crimen y castigo. Gran, gran novela. Y uno podría decir que es un tipo de literatura muy diferente de la que yo hago, pero de hecho me siento influenciado por los viejos libros que he amado.

Después de aquello continuaste escribiendo para chicos, y recibiste muchos premios por ellos. En varios se te reconoce el trabajo con personajes niños en estado de desesperación o sufrimiento, ¿por qué elegiste mirar hacia ese lado?

Como escritor, uno no elige realmente nada: simplemente escribís sobre las cosas que realmente te fascinan, las cosas que te obsesionan emergen en tu escritura. En libros como El salvaje, El chico que nadaba con pirañas o Skellig siempre hay alguien que está en problemas, en algún tipo de problema. Pero creo que toda la literatura necesita de los problemas, todos tenemos problemas, todos tenemos dificultades, pero también todos tenemos este cielo, la luz... No creo que a los chicos sólo haya que contarles historias felices de algodón en lugares alegres: no puede ser así, a menudo las vidas de los chicos son difíciles y se encuentran con problemas.

¿Cómo fue encontrarte con lectores niños?

Aprendí algo sobre los chicos como lectores yendo a leerles los libros en las presentaciones: no se sientan a admirar de cierta distancia, son muy cercanos y se dejan asombrar, tienen un tipo de apertura a la experiencia que es maravillosa. Conozco a muchos de mis lectores en festivales y encuentros, y es hermoso. Creo que a muchos de los escritores para adultos les da bastante envidia cuando ven las reacciones de los chicos como lectores. En una habitación de doscientos chicos si vos decís ¿alguien tiene alguna pregunta?, todos levantan la manos. En cambio, cuando el público es de adultos, nadie levanta la mano, miran para otro lado... Son muy cálidos, los chicos, como lectores. Recibo muchas cartas de mis lectores, de los chicos y de los adultos también.

Las historias que escribís pueden ser leídas por chicos pero también por adultos, ¿ eso es adrede? 

Es que yo no creo que haya que simplificar las cosas cuando se escribe para chicos: no busco simplificar los libros, los libros que escribo son los mejores que puedo escribir. Eso es lo que hago.

En El salvaje hay unas anotaciones del personaje del niño que se conservan con los errores de ortografía propios de una escritura de infancia, ¿cómo decidiste involucrar ese recurso?

A muchos de los lectores les gusta ese libro justamente por eso, por esas secciones que escribí, a propósito, con la ortografía de un niño. Para mí, arísticamente, fue una cosa fascinante de hacer: recrear algo que estaba, en algún sentido, mal escrito. Es un libro que se centra también en eso, estamos todos en el proceso de descubrir cómo escribir. Mientras lo estaba escribiendo, mi hija tenía unos diez años y ella iba leyendo lo que yo escribía y me decía: "¡No! ¡Así no se escribe mal eso!", y me iba corrigiendo.

¿Y cómo trabajaron esas ilustraciones, que no "parecen" para chicos?

Yo escribí la historia y mientras lo hacía recuerdo que pensé: esto sería genial para Dave McKean. Se lo propuse al editor y ellos se los propusieron a él, y aceptó. Él hizo todo, nosotros nunca hablamos sobre cómo debería verse. Por lo general no hablo con los ilustradores de mi libro acerca de cómo van a encararlo, creo que es mejor dejarlos en libertad, confiar en ellos. Están trayendo su visión de tu historia. El salvaje es uno de los libros que más me gustan entre los que hice.

También se predica de tus historias que son muy "filosóficas", ¿cómo te sentís con respecto a esa etiqueta?

No leo especialmente filosofía, es decir: yo leo de todo. Cuando dicen que mis libros son muy filosóficos yo creo que eso viene antes de mirar el mundo. Y, de nuevo, el asunto con la filosofía y los chicos es que a todo el mundo le parece que no podés tener preguntas de orden filosófico en contenidos para esas edades, ¡pero si a los chicos les fascinan todas esas grandes preguntas! Así que las incorporan como algo muy natural.

¿Cómo comenzaste tu carrera de escritor? ¿Es cierto que vendiste tu casa y te fuiste al campo para hacer tus primeros libros?

Yo trabajaba como maestro de escuela primaria, estaba casado y teníamos una casa; el matrimonio se terminó, y pensé ¿y ahora qué? Y entonces supe de este lugar en el sur de Inglaterra donde había una comunidad de artistas, escritores, pintores, músicos, y quise hacer eso. Así que vendí mi casa, renuncié a mi trabajo, y me fui a vivir ahí con casi nada encima. Tuve que darme a mí mismo ese tiempo, un año, para no hacer nada más que escribir. Me puse a escribir cuentos, y después de eso volví a trabajar, a dar clases, y seguí escribiendo. Escribí una novela que fue rechazada por cada uno de los editores a los que se la llevé, pero seguí escribiendo e hice otra.

¿Por qué empezaste a escribir? ¿Lo hacías de chico?

Sí, tenía un tío que era escritor, pero nunca publicó nada. Lo hacía sólo para sí mismo, no le interesaba publicar. Y yo le dije una vez, de chico, que quería ser escritor como él. Me dijo: "Sí, sé escritor. Sólo hacélo". Y lo seguiría haciendo incluso si no me publicaran, como a él. Es mi manera de darle sentido al mundo, de producir sentido. Es una cosa hermosa de hacer, es lo que me gusta hacer.

¿Es cierto que escribís en bibliotecas, rodeado de gente?

Sí, voy a una gran biblioteca en Newcastle y me siento en una mesa grande, con un montón de gente alrededor, yendo y viniendo, algunos leyendo, otros escribiendo. Pensé que me iba a molestar el ruido pero cuando comencé a hacerlo me di cuenta de que no, es genial. A veces, estar solo sentado en una habitación silenciosa puede ser muy opresivo. Solía tener una cabañita en el fondo de casa, pero un buen día estaba ahí, solo, escribiendo, muerto de frío, y me dije ¡¿qué estoy haciendo?! Ahí comencé a ir a la biblioteca, tibio, cómodo.

¿Y cómo identificás una idea cuando llega?

Hay tantas ideas, el asunto es elegir entre ellas. Tengo muchos anotadores y buena parte del proceso se hace garabateando, pensando... Y cuando una idea insiste más que las demás, resalta. las ideas tienen una energía particular, y hay una que insiste "¡Yo!, ¡yo!, ¡yo!" y todaslas demás quedan atrás. Es como encontrar algo que no sabías que estabas buscando, pero cuando lo encontrás te dice: "Acá estoy".

 

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