"Me parece importante decir lo que quiero decir de manera abierta, que no deba ser leído en clave"
I Acevedo
Lunes 11 de noviembre de 2019
“Ser madre, hacerme lesbiana, no ser más mujer, fueron experiencias que me abrieron las emociones. Y necesito reivindicar ahora, dentro de mi escritura, como ya lo vengo haciendo por afuera, la importancia de hablar de nuestras emociones": Late un corazón (Rosa Iceberg), un texto "gozosamente inclasificable", y una entrevista imperdible de Ivana Romero.
Por Ivana Romero. Foto de Jose Nicolini.
“Ser madre, hacerme lesbiana, no ser más mujer, fueron experiencias que me abrieron las emociones. Y necesito reivindicar ahora, dentro de mi escritura, como ya lo vengo haciendo por afuera, la importancia de hablar de nuestras emociones. Necesito dejar dicho todo esto antes de irme a la fiesta donde la chica que me gusta es dj”, escribió I Acevedo en un texto leído en el espacio cultural queer Casa Brandon hace un año. Esas palabras forman parte de Late un corazón, el nuevo libro de I editado por Rosa Iceberg.
Se trata de un texto gozosamente inclasificable, que combina relatos en primera persona con referencias a libros leídos, a autores y autoras que van transformando el propio discurso. En ese tránsito, el registro del diario íntimo indaga el amor y sus diversas formas, nombrándolas casi como conjuro para que lo vivencial no quede en el olvido. A esto se suma la elocuencia de lo escrito para ser dicho en un espacio público, durante intervenciones a raíz de presentaciones de libros o encuentros donde I participó. Sin otra jerarquía que la curiosidad exploratoria, allí conviven Homero Expósito –el título del libro surge de un tango escrito por él– junto a Naty Menstrual, María Moreno, Rodolfo Walsh, Tamara Kamenszain, Sylvia Molloy o Juana Manso. Uno de los escenarios recurrentes de estos textos (a los que I denomina “cuentos”) es la calle tomada por las luchas feministas y el modo en que esa intensidad impacta en la propia subjetividad y la transforma.
I conversa de estas cuestiones en su casa, después de cocinar un budín que llevará al Encuentro Plurinacional de Mujeres y Disidencias Sexuales en La Plata, mientras su hijo pequeño juega con una tabla para barrenar olas que lleva dibujado un tiburón. Sirve café, se ríe cuando leo fragmentos de su libro como si buscara reconocerse en esa otra voz y piensa en los años transcurridos desde que le entrevisté cuando publicó Una idea genial, su primer libro, en 2010. Otro momento, otra vida, para I, para mí. A esa suerte de memoria autobiográfica se sumaron, entre otros, los libros de cuentos Trilogía canina (2013) y Jajaja (2017) y el ensayo Horas robadas al sueño: lesbianismo, maternidad, aborto y literatura (2018).
¿Cómo surgió la propuesta de publicar Late un corazón?
Son cosas que fui escribiendo en los últimos dos años. El cuento más antiguo es el que leí cuando presenté Jajaja. Iba armando un cuento para cada situación de lectura a la que me invitaban. En algún momento, hablamos con Marina Yuszczuk [editora de Rosa Iceberg junto a Emilia Erbetta y Tamara Tenenbaum] sobre la posibilidad de publicar unos diarios que vengo escribiendo desde la adolescencia. Pero es un proyecto de más largo alcance y ahora quería publicar cuentos más actuales. De todos modos incluí esa última parte, a la que llamé “Diario de la borrachera”.
¿Por qué denominás “cuentos” a estos textos que, me parece, son bastante inclasificables?
Para mí son cuentos porque en cada evento al que fui conté una cosa diferente. Los géneros son amplios, móviles y poco estancos. A la vez, si bien en cada cuento hay una idea sobre la realidad, la literatura o una historia de amor, son historias diferentes a lo largo del libro. Hay gente que leyó el libro como una novela. Una novela, por ejemplo, es una unidad de relato, se busca contar esencialmente una sola cosa. Quizás lo leyeron así por la recurrencia de la primera persona, que puede ser pensada como un único personaje aunque ese “yo” es amplio, es muchos “yo” en verdad. Para que te des una idea, mientras escribía el libro yo me mencionaba a mí mismo en femenino y ahora lo hago en masculino. Y no puedo decir de qué trata el texto en su totalidad.
Bueno, podemos decir entonces que el libro trata de cómo late un corazón en cada momento. Y varios de esos momentos tienen que ver con los días en la calle durante el debate por la legalización del aborto.
Es que cuando te sacude algo social tan fuerte, tu vida cambia. Se trata de mostrar eso también. Quizás desde afuera alguien podría decir “uy, mirá este personaje que se vuelve primero lesbiana, luego una transición”. Pero para mí hay cosas en común en ese personaje. Sobre todo, su preocupación por su modo de expresarse, su literatura. Antes leíste ese pasaje que decía “Ser madre, hacerme lesbiana, no ser más mujer, fueron experiencias que me abrieron las emociones”. La reflexión sobre la literatura y el yo está acompañada por la reflexión sobre cómo construir una forma específica de sensibilidad.
¿Qué es lo que te interesa de enfatizar la sensibilidad?
Eso algo que vengo pensando hace tiempo, en especial desde que empezaron a aparecer muchos libros de mujeres que escriben. O desde que esos libros tienen otra forma de ser pensados, leídos. Y es que durante un tiempo largo se habían replegado mucho el tema de los sentimientos. Era algo de lo que no solía hablar. Estaba bastante en sintonía con ese planteo de Hemingway y la teoría del iceberg y la idea de que la sensibilidad debía permanecer oculta y en todo caso, que quien leyera pudiera desentrañarla. Esa tradición fue fuerte hasta que empezó a romperse. Y la ola feminista también tuvo que ver con eso, con muchas personas empezando a contar lo que les pasaba. Eso alcanzó un correlato en la vida diaria de la gente. Me refiero a empezar a nombrar abortos, abusos sin que parezca privado o menor. Por eso me parece importante decir lo que quiero decir de manera abierta, que no deba ser leído en clave.
En el cuento “Untitled document” contás la experiencia de un vínculo hermoso con una chica y cómo ella y vos se pusieron a pensar sobre Juana Manso y la renombraron “Juanx Manso”.
Esa chica es Paula Peyseré. Con ella hicimos una pieza dramática llamada “Juana Manso conversa con el futuro”, donde ella es la periodista que entrevista y yo le pongo voz a Juana. Así van charlando sobre diferentes autoras, mujeres cis y trans, como Alfonsina Storni, Alejandra Pizarnik, María Elena Walsh, Juana Bignozzi, María Moreno y Susy Shock. Y repasan cuestiones vinculadas a literatura y feminismo. ¿Viste alguna vez una foto de Juana? La piba es un chabón, es como ver a Sarmiento. Es muy probable que haya sido lesbiana. Y la terminamos nombrando como “Juanx”. Además es hermoso escribir sobre la amistad, no solo sobre el amor romántico.
Antes decías que en algún momento pensaste en publicar tus diarios pero que por ahora no lo harás. Sin embargo, el libro se cierra con fragmentos de diarios recientes.
Mientras revisaba mis diarios, desde los 15 a los 33, me llamó la atención que a los 15 me preocupara la literatura. Yo no lo recordaba. En mis cuentos hay mucha preocupación sobre la literatura. Es algo que tengo en común conmigo mismo desde los 15 años. A la vez, cuando vas creciendo, vas armando un hilo, viendo qué tuviste en común a lo largo del tiempo. Pero también pasa que lo anterior parece de otra vida. Entonces buscás la forma de quedarte con algo de tu pasado que tenga que ver con lo que sigue existiendo. Yo puse foco en la escritura porque en cada cosa que vivo, estoy pensando en la escritura todo el tiempo. Más allá del cambio que acontezca como persona.
Tu transición aparece de manera oblicua, como tu maternidad.
Me hice lesbiana luego de participar de un encuentro de disidencias sexuales cuya fecha coincidía con el día de la madre. Muy fuerte. Porque no es lo mismo hacerte lesbiana de adolescente que hacerlo cuando te casaste y tuviste hijos; o sea, con un pasado heterosexual. A mí me impresionó eso de estar del otro lado. Me parece una posición buena para escribir, tenés otro punto de vista. Con la maternidad pasa lo mismo: atravésas una serie de experiencias que pueden hacerte tener otro punto de vista que nunca hubieras imaginado. A la vez, cuando contás algo sobre maternidad, las que van a decir “sí” con la cabeza son las madres. Porque las experiencias son más fáciles de compartir con alguien que las vivió. Entonces ¿cómo hacés para contar algo que le sirva a más gente? Por eso casi no hablo de maternidad. Porque siento que es probable que solo lo pueda entender quien fue madre. Y eso no me sirve, no puedo restringir tanto. Pero sí elegí hablar de maternidad en un ensayo desde un punto de vista lésbico, desde el punto de alguien que está a favor del aborto. Y es que, para mí, no deberíamos hablar de maternidad en tanto no haya aborto. Hay madres que dicen “es mi decisión”. No sé si decidiste porque mientras el aborto no sea legal, la maternidad será obligatoria. Soy estricto con eso. Puede ser mala onda lo que digo pero no hay otra manera de abordar el tema si no es de manera crítica.