"Me cuesta mucho entrar el clima de escritura, soy muy disperso"
Martin Rejtman
Lunes 15 de enero de 2018
Una conversación entre el escritor y director de cine Martín Rejtman y Luciano Lamberti alrededor de la reedición de Literatura y otros cuentos en Random House, sus comienzos y los malentendidos que suelen abonar las lecturas de sus obras: "Hay cosas que hago en la literatura que no llaman la atención que en cine sí".
Por Luciano Lamberti.
Martín Rejtman nació en Buenos Aires, en 1961. Es escritor y director de cine, uno de los más importantes del país. Publicó los libros de cuentos Rapado, Velcro y yo, Literatura y otros cuentos y Tres cuentos. Hablamos una calurosa tarde en el bar de Eterna Cadencia sobre la reedición de Literatura y otros cuentos en Random House, de sus comienzos como escritor y de los malentendidos que suelen abonar las lecturas de sus obras.
¿Cómo fue el recorrido de tus libros?
Mis primeros libros salieron por Biblioteca del Sur, Rapado y Velcro y yo. Después Literatura y otros cuentos salió por Interzona, que después reeditó Rapado. Cuando hice el contrato en Interzona fue por tres libros. Pero Interzona cerró en un momento, reeditó Rapado y quedó pendiente Velcro y yo, entonces hice el contrato con Random para este y Velcro y yo. Quería reeditar Literatura, y primero hablé con Interzona, porque ellos nunca lo habían editado y estaba agotado, pero era un proyecto medio caro para hacer en una editorial independiente. Nunca se me había pasado por la cabeza Random, no sé por qué, la verdad es que no miro muchos libros y no había pensado en eso, pero inmediatamente dijeron que sí. Y el libro que hicieron tiene un precio accesible.
¿Venís de una familia lectora?
Sí, mi vieja cuando yo era chico leía mucho, tenía una biblioteca muy grande en casa. Y me daba libros para leer a los doce, trece. No me acuerdo si empecé leyendo policiales o el boom latinoamericano. Fueron un poco esas dos cosas que sacaba de la biblioteca de casa. Pero fíjate que a los doce, trece años mi mamá me dio para leer El lamento de Portnoy, de Pilliph Roth. O había otro que se llamaba El pájaro pintado de Jerzy Kosinski , que era un libro muy violento. Como que todo circulaba en mi casa. Leía un montón. Podía leer un libro en un día, o libros así de gordos que los leía en tres días. Me acuerdo de los de Sábato. De hecho antes de eso, cuando estaba en la primaria, era muy lector de esas colecciones juveniles. Y escribía, qué sé yo, hice el ingreso ahí al Nacional Buenos Aires y tenías que escribir algo narrativo para eso. Escribíamos ficción ahí, directamente, era como una especie de mini taller literario raro.
¿Y tuviste alguna formación como escritor aparte de esa?
No, la materia de literatura en el colegio, que estaba muy bien dada por una profesora. Después me metí en Filosofía y Letras, hice algunas materias generales, y paralelo a eso estudiaba cine. Después dejé y me fui a estudiar cine a Estados Unidos. Estuve tres años en total. Y después trabajando en la Cinecittá, como asistente de montaje, en una película por episodios que no terminaba nunca.
¿Y en esa época empezaste a escribir?
Tuve varias etapas, en un momento, en tercer año del colegio escribí unos cuentos que eran muy malos y después me puse a escribir un poquito más seriamente en Estados Unidos. Los cuentos de Rapado los escribí en Buenos Aires porque empecé una película que no pude terminar y ahí me concentré en la literatura.
Y antes habías escrito guiones.
En realidad no puedo delimitar qué escribí primero. Pero me da la impresión de que los primeros cuentos que escribí realmente fueron los de Rapado. No entiendo ni por qué tampoco me puse a escribir literatura porque mi vida era el cine. No lo tenía como una profesión, para nada. También uno puede escribir guiones pero tampoco se puede filmar tanto, es muy complicado, por eso le empecé a poner un poco la energía un poco en eso.
A mí lo que me sorprende es que tu estilo ya estaba definido en ese primer libro. En general los escritores tardan en encontrarlo.
Es cierto, sí. No sé por qué será. Por ahí porque hay otras cosas que no publiqué. Ahí ya tenía 28, 29 años. Pero realmente no es que descarté tanto. Todo lo que le llevé a la editorial, a Juan Forn, todo se publicó. Quedó afuera un cuentito muy corto que tenía el mismo estilo de los demás, no es que era otra cosa. Por ahí tiene un poco que ver con el cine, con que mis influencias para la literatura son más cinematográficas que literarias, a pesar de haber leído mucho. Como que siempre pensé en dedicarme al cine, cuando me puse a escribir literatura lo hice pensando un poco en la idea de un guión de cine, en 3ª persona, con pocas descripciones, con diálogo, muy preciso. Y también en el tipo de películas que me gustaban que eran así, muy objetivas, directas. En la literatura no había tanto como eso, o por lo menos no buscaba eso, yo. No me sentía tan identificado cuando miraba ese estilo que cuando miraba una película de Bresson o una película americana clásica que son así muy directas. Pero en literatura no lo recuerdo.
Una pregunta que odiás es si sentís que hablás en nombre de una generación cuando escribís. Te vi repudiarla varias veces.
No, no es repudiar. Me parece imposible, eso. No puedo hablar ni en nombre de mi cuadra, ni en nombre de mis amigos, ¿cómo voy a hablar de una generación? Conozco muy poca gente, además, no soy un tipo sociable. Por ahí hubo una identificación con el libro por algunos jóvenes o adolescentes. Por ahí me cruzo con gente que me dice eso. Que capté cierta cosa que había en el aire como medio involuntariamente.
¿Te sentís parecido a tus personajes?
Sí, me siento parecido. Pero no por lo que la gente dice que los personajes son, sino por lo que yo veo en esos personajes, que claramente es diferente. La otra vez estaba leyendo un ensayo sobre mis películas y mis cuentos y habla todo el tiempo de cosas que no entiendo. Siempre hablan de la falta de entusiasmo, la falta de objetivos, de incongruencia en las tramas (que dan saltos, elipsis, lo cual no tiene nada de incongruente, creo que la vida es absolutamente así), de personajes desesperanzados, sin objetivo. Yo no lo veo así, los veo completamente desde otro lado. Las interpretaciones que hacen sobre lo que escribo primero me sorprenden un poco. Pero entiendo que hay necesidad de analizar y cuando se analiza se remarca eso y no otra cosa. A mí lo que me gusta de lo que escribo es el humor, me gusta el relato, me gusta la historia que se cuenta, me gusta la trama. Que son las cosas de las que nunca se habla. Se habla de mi estilo o del desapego de mis personajes. Ya me hincha un poco. Se habla mucho siempre de lo mismo, me parece. A veces tengo la sensación de que eso sorprende y de que habría que esperar a que decante eso para escribir. Lo leen de una manera un poco prejuiciosa. Pero no lo digo como una queja, para nada, me sorprende eso. Es como alguien a quien le cae bien una medida de un gobierno de derecha tenga que justificarse todo el tiempo, para darte un ejemplo. En vez de hablar del texto por sí mismo tienen que marcar todo el tiempo cuestiones que para mí son anecdóticas. No sé cómo explicarlo. Son más los críticos que los lectores. Y quizás tenga que ver con que un crítico es un crítico y tiene que armar como algo. Y en el cine es peor, porque el cine es más prejuicioso que la literatura, que tiene una historia más frondosa. El cine tiene una carga más comercial, si se quiere. El cine es “el” cine, como todo una sola cosa. Hay cosas que hago en la literatura que no llaman la atención que en cine sí.
¿Habías leído a Aira cuando empezaste a escribir?
Había leído uno que no me había gustado mucho. Ema, la cautiva. Después leí La luz argentina y ese me gustó mucho.
¿Revisaste el libro antes de publicarlo? ¿Releés lo que escribís?
No, nunca. Una vez me invitaron a una universidad en Estados Unidos, habían leído cuentos de Rapado y yo me di cuenta de que no me acordaba de nada, faltaba una hora para que empiece la clase y me puse a revisar, tenía miedo de que me pregunten cosas que no sabía. No, solo en situaciones así. La verdad es que no me da ganas, ni vuelvo a mirar mis películas.
¿Tenés alguna especie de rutina a la hora de escribir?
Ojalá tuviera alguna rutina para escribir. Me cuesta mucho entrar en el clima de escritura, soy muy disperso. Es como una obligación, sentarme a pasar muchas horas en la computadora. Las veces que mejor trabajé fue cuando me fui a residencias, sino me cuesta bastante.
¿Cómo escribís los cuentos? ¿Planificás algo?
No, parto de una situación inicial y ahí empiezo y sigo, sigo, sigo. Empiezo a anotar ciertas situaciones. No tengo plan. Generalmente no sé cómo voy a terminar, no tengo idea. Y siempre está como ese vértigo de no saber si se va a convertir en algo o no.
¿Y cómo cerrás tus cuentos?
Por lo general hay algo que me dice que tengo que terminar ahí. Es la trayectoria del personaje, algo que sucede de lo que estoy escribiendo y que marca un final de trayectoria para ese personaje. Qué significa, entre comillas, lo que leímos. Llevarlo a un lugar determinado y al que voy a llegar junto con el personaje. Y en algún momento me doy de que llegué a ese lugar y ahí freno, y a veces me paso y tengo que volver atrás. Y por ahí tengo que pulir un poco ese final.
¿Es un gesto estético el abandono de la trama en tus cuentos?
No, es parte de mi manera de trabajar. Incluso en cine me pasa mucho. Hay cosas muy básicas en la escritura de un guión que yo ni siquiera sé. Cuando a veces en algún clásico me hablan del plot, que en el segundo acto tiene que pasar tal cosa. No me interesa. Alguna vez leí un manual de guión y así como lo leí lo olvidé. Pero me parece que en literatura como esas reglas importan menos. En el cine tiene más importancia la trama convencional, en literatura después de Joyce no importa mucho. Pero no lo veo como un gesto. Y también tengo la sensación de que lo que escribo puede ser tan entretenido como un texto de trama convencional, o más todavía. No pasa por ahí, hay distintas maneras de entretener.
¿Estás trabajando en algo ahora?
Empecé con un cuento, la semana pasada. Pero ahora estoy más con el cine. Voy a filmar un corto en febrero y un largo creo que el año que viene. Entonces estoy más con eso.