Poesía y finanzas. Volumen III

Martes 20 de agosto de 2013
Los poemas de agosto están seleccionados por Marina Mariasch. En esta segunda entrega presenta "La contemplación del desastre o mi casa un domingo" de Malén Denis.
Seleccionado por Marina Mariasch.
Lenguaje y finanzas se encuentran en el proceso contemporáneo de subjetivación. Ejes de la relación de abstracción, palabras y billetes -tanto como su denominación- forman parte de aquello que comenzó con la industrialización capitalista y llega al hoy.
La imposibilidad de garantizar la ecuación entre significado y significante así como la imposibilidad de resolver el intercambio de mercado dan cuenta de la insolvencia que existe en este pacto preestablecido.
Desde un punto de vista afectivo y lingüístico, esa insolvencia es la línea de fuga de un sistema y la posibilidad del surgimiento de una subjetividad.
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La contemplación del desastre o mi casa un domingo
Por Malén Denis
Tres minutos faltan para las tres de la tarde
la temperatura en la ciudad de Buenos Aires
es de tantos grados que dejo de escuchar porque no me importa
porque lo que importa es lo que se siente y no un número:
tengo puesto un buzo.
Miro la casa en un inmaculado desorden
en un estado de no me importa lo que sientas, lo que pienses
yo voy a seguir así, medio desordenada, con los pisos sin barrer
la casa me sobra.
Me sobra casi todo menos plata.
La plata nunca sobra.
La radio se apaga cuando empiezo a pensar y mis palabras se superponen
con el audio que rebota sobre las paredes blancas. El audio que absorben las paredes blancas que me separan del vecino que nunca se queja de nada
Me preocupa que nunca se queje de nada
me hace pensar que es irresponsable que nunca le moleste un bochinche fuera de hora
que me visiten varias personas el mismo día
y que me suene el despertador durante una hora entera
hasta que me levanto con un tema de banda de turistas, todos los días
el mismo.
No estoy segura de querer cambiar eso como no estoy segura de
querer cambiar muchas otras cosas que pasan y que siento
No me puedo enfrentar ante todas mis cosas.
Se me caen de los estantes los libros y me veo derrotada
Por la literatura que consumo con la esperanza de salvarme de un orden mayor de ignorancia.
Los cómics que no leí descansan en una caja de cosas que me quiero deshacer
Porque mi cerebro no puede más con cosas que no
yo no puedo más con cosas que no.
Miro las botellas de agua sobre la mesa
y más lejos en el balcón la flor que salió
en una planta a la cual no le hablo y casi no cuido:
pienso que quizás soy egoísta.
Y aún así las cosas florecen.
Quizás la subtrama de las plantas me define.
Necesito definir cosas.
Y no basta con decir
que uno tiene que definir cosas.
Tengo que limpiar y ordenar y sólo puedo fumar
y pensar en que llego tarde.
¿Llego tarde porque no hay nadie que me espere
o no hay nadie que me espere
porque llego siempre o tarde o temprano y nunca a tiempo?
Dieciséis minutos pasaron de las tres de la tarde y la radio está en mi cabeza
aunque está apagada, porque el trabajo nos define
nos da una visión particular
y quizás no sea yo la que tengo que definir las cosas
si no que las cosas ya me están definiendo a mí
y en definitiva soy solo una chica en su casa sola,
contemplando un desastre.