Nos conocemos hijos
Viernes 02 de agosto de 2013
El libro de poemas La educación musical, de Yaki Setton, muestra un universo familiar idilíco e inestable.
Por Camila Fabbri.
La educación musical es el nuevo -y cuarto- libro que el poeta Yaki Setton publica por la editorial Bajo la Luna. Los títulos anteriores son Niñas, La apariencia de lo espléndido y Nombres propios. Como si en cada libro eligiera un tópico (en el caso de Niñas, por ejemplo, circula algo muy fuerte respecto al universo de la infancia femenina), en La educación musical abunda la figura del padre, el que también fue hijo. El vínculo familiar. La cadena ineludible.
«Nos conocemos hijos, nos sabemos padres: nada ni nadie nos va a separar», enuncia el poeta, y genera que a varios sectores de su libro haya que citarlos, mostrarlos, viralizarlos.
Yaki Setton cita espacios y situaciones que parecieran darle -a él mismo- una enorme calma, pero a la vez aparece el peso del paso del tiempo ensuciándolo todo. Por encima de cada recuadro breve, de cada poesía que en sí es una miniatura, está el fin del tiempo. La muerte. O la presencia cercana. O la posibilidad de. El temor de que el universo idílico de los hijos y el regocijo del presente pronto se acabe. En La educación musical está la urgencia, como si en la lectura -o por qué no, también en el proceso de escritura- se hubiese activado una alarma. Este universo tan bello se autodestruirá en años breves, o en minutos, o en nada.
*
«El recuerdo sigue a lo que acaba de pasar y no hay piedad para un padre que contempla.»
Es agradable sentir hablar a un padre. La opinión respecto de los hijos, de eso que le sucede con quienes lo suceden. El lenguaje es universal. No es el autor hablando de la experiencia propia. Es el autor poniéndose en boca de todo padre. Y ese movimiento es triunfante, porque la poética de Setton es impecable. En un intento de hablar de sí toma universalidad y ese movimiento resulta conmovedor. Quiero decir con esto que no cualquier poética puede llevar consigo la consigna de hablar de tantas cosas, de asuntos de tantos otros. Quiero decir que una poética firme es capaz de ver el todo con ojo sensible. Son los padres hablando de sus hijos. Son los tiempos que se acaban. Son Setton y sus libros de Bajo La Luna.
*
«Hago mi duelo mientras él nace de una manera extraña.
Yo muero, él crece y se vuelve otro mientras desespero.»
Al fin y al cabo, recibir la educación musical se trata de quedarse con un legado. Casi todo el libro de Setton está hablando, quizás, un poco de eso. Lo que deja un padre a un hijo, lo que el hijo le dejará a un padre. Y así. Se trata de la dinámica del movimiento. Del desprendimiento insoportable, todos los días, todo el tiempo. Desde el primer día en que el hijo pone el pie en la tierra. Ese humano viene y algo deja. Y allí está el padre: haciendo el duelo de la vida entera.