El producto fue agregado correctamente
Blog > Entrevistas > Mainstream
Entrevistas

Mainstream

John Katzenbach estuvo en Buenos Aires invitado para la Feria del Libro. En esta entrevista habla de la forma en sus objetivos al escribir, de las presiones de Hollywood, de Stephen King, John Grisham y hasta de Homero Simpson.

Por P.Z. Foto: Lucio Ramírez.

john katzenbach

Dentro de dos horas, John Katzenbach va a pasarse dos horas firmando libros en una de las librerías más grandes y bonitas de la ciudad. Será la última actividad de una semana que lo mantuvo con la agenda cargada, con saltos entre Buenos Aires y Montevideo y eventos maintstream como las dos participaciones en la Feria del Libro. John Katzenbach es mainstream: cuando un lector compra El psicoanalista, por mencionar una novela, sabe desde la portada que el ejemplar que se lleva es uno de los 150.000 que se han vendido. Pero eso será en dos horas. Ahora, distendido, aprovecha del paréntesis abierto paseando por Eterna Cadencia. Alguien le cuenta que el año pasado Annie Proulx dijo que esta era "una de las librerías más hermosas del mundo", Katzenbach concuerda. -No hay librerías como esta en Estados Unidos -dice.- Las grandes cadenas y las ventas por internet las desplazaron. Por eso todos los escritores nos hacemos fieles clientes de una librería, para preservarlas. El domingo 2 de mayo, Katzenbach participó de una entrevista pública a cargo de Patricia Kolesnicov. Allí reveló, entre otras cosas, lo perturbado que se sintió cuando "encontraron copias de Retrato de sangre en posesión de asesinos seriales, con párrafos resaltados, subrayados, con comentarios al costado". El público que asistió a ese encuentro desbordó la capacidad de la sala José Hernández. -¿A qué se debe que tengas más público en Argentina y Alemania que en Estados Unidos? -Es algo que hemos discutido con mi mujer [la escritora y periodista Madeleine Blais]. Creo que tiene que ver con el estilo de mis libros y con la naturaleza de los lectores que se reflejan en los personajes. En Estados Unidos los lectores están más desapegados con la literatura. La relación entre escritor y lector tiene menos intimidad. Tal vez porque estamos más diseminados por el país, tal vez porque los libros se ven como productos, tal vez porque los autores no gozan de tanto prestigio como en España, Alemania, o aquí. Salvo Stephen King, John Grisham o Stephenie Meyer, nadie puede tener una recepción como la que tuve aquí en la Feria del libro. -Por la cantidad de ejemplares vendidos, por las películas basadas en tus novelas, te pensaba como una celebridad. -No quiero venderme tan bajo. Soy bastante conocido en Estados Unidos, pero no hay chicas de 16 años que se acerquen temblando a que les firme libros. -¿Estuviste como invitado en Los Simpson? -No, por ahora no. Pero yo, como la gran mayoría de los estadounidenses, creo que Homero Simpson es el filósofo más importante de nuestra época.

Sillas de paja

Se hace la hora del almuerzo y la comitiva que acompaña a Katzenbach propone continuar la entrevista con platos de por medio. En la misma manzana de Eterna Cadencia hay restaurantes  exclusivos: un restaurante de comida japonesa en el que es habitual reconocer a las luminarias de América TV almorzando sushi, dos parrillas de cien pesos el cubierto. Un poco más allá hay varios restaurantes boutiques con cartas de sabores mediterráneos, peruanos, tailandeses. Uno a uno se los descarta. -A John le gustaría almorzar donde almuerzan ustedes -explica la responsable de la Oficina Cultural de la Embajada de Estados Unidos-, no le interesan las extravagancias. -Hay un lugar que hace comida salteña. Se come bien, pero... -¡Perfecto! Vayamos. Esta noche John Katzenbach estará disfrutando la comida de la primera clase de Delta Airlines camino a Massachusetts. Ahora almuerza en una mesa cubierta con papel madera y  sillas de paja. Y tal parece que lo pasa mucho mejor. -Quiero una brochette de lomo -ensaya en español agregando una u a cada o-. And a Coca Light, nectar of the gods!

Gimmick

Katzenbach nació en 1950: tiene 60 años, pero parece de 45. Afable, se toma un momento para responder cada pregunta, incluso las que le deben haber hecho más de 500 veces. -Mi teoría es que El psicoanalista se vende tan bien en Buenos Aires porque aquí todos hemos ido al psicólogo: el psicoanalista podría ser el mío. -¡Por supuesto! -Chasquea los dedos como si le hubieran revelado la fórmula del éxito, se ríe. -Desde ahora voy a tener más presente la situación médica de cada país. En inglés hay una palabra: gimmick, truco. Es una palabra muy fuerte, casi un insulto. Se dice cuando la gente piensa en una idea que va a ser popular y acomoda el libro para que funcione en el marco de esa idea. Creo que hay un montón de autores en Estados Unidos que tratan de anticipar lo que espera el mercado antes de escribir el libro. Yo no soy tan listo. -Pero sos un bestseller. -Sí, pero si ves la venta de mis libros hay subas y bajas. Y a veces están relacionadas con las adaptaciones para el cine. El mercado es más complejo de lo que se piensa. Trato de estar lo más alejado posible de los aspectos de las ventas de libros. -¿Te presionan las editoriales? -Por supuesto, pero no los escucho. Lo mejor que uno puede hacer es escribir la mejor novela que pueda. Si tratás de anticiparte a lo que van a querer los editores o Hollywood te volvés loco. Hacé lo mejor que puedas, contá la mejor historia que puedas.

Un viaje planificado

-Si pudiera decir de dónde salen las historias escribiría un libro contando cómo encontrarlas y se lo vendería a todos los que quieren convertirse en escritor. ¡Y vendería mucho! La mayoría de las veces surgen en conversaciones o leyendo artículos. Estoy haciendo algo y de repente se me aparece el libro completo. No tomo muchas notas, pero a veces me siento a escribir un par de páginas. Y siempre empiezo cuando sé que tengo la última oración. -¿Empezás a escribir con todo el argumento resuelto? -Sí: el viaje más satisfactorio es el que emprendés cuando sabés a dónde vas. Algunos salen de viaje a dar vueltas, pero no es buena idea para llegar a algún lugar. -¿Pero dónde está la diversión de escribir si ya sabés toda la historia? -¡En contar toda la historia! -¿Tenés un horario para trabajar? -Empiezo a las 9 de la mañana y escribo hasta el mediodía. Después salgo a correr 5 millas, solía correr con la velocidad de un maratonista, ahora sólo corro. Regreso y trabajo unas tres horas más. A lo largo de los años comprendí que siempre tenés que dejar algo para el día siguiente: yo empiezo por reescribir lo que dejé del día anterior, me ayuda a recordar por dónde ir. La experiencia me enseñó que si querés escribir más de cinco o seis horas diarias te volvés descuidado. -Parecería que no tenés ansiedad al escribís, que es un tiempo de placer. -Cada día espero el momento de sentarme a escribir. Sé que va a ser un día diferente, sé qué van a hacer mis personajes, sé a quién van a conocer. Hay días buenos y días malos. Días malos en que te quedás sentado sin hacer nada y hay días en que los dedos vuelan sobre el teclado. Como en un viaje hay momentos en que viajás más deprisa. Llega el momento en que estás en la cima de una colina y todo es camino abajo. Por supuesto cuando vas camino abajo es difícil mantener el balance, hay que ser cuidadoso, pero son los momentos que más disfruto escribir. Cada día es diferente. Creo que todos tratamos de hacer eso: cómo puedo hacer que mi día sea especial, diferente, qué puedo aprender. Todos lo hacemos, de otra manera la vida sería muy aburrida. -¿Desechaste muchas novelas? -Una sola y tal vez vuelva a ella. No estaba seguro sobre si podía seguir adelante, entonces me dije que probablemente no pudiera. La dejé al costado por un tiempo.

Personajes

-¿Tus novelas son novelas de personajes? -Muchos lectores y críticos diferencian entre novelas de personajes y de argumentos. A la mayoría de los autores les gusta hablar de esos elementos, pero si lo ves como un todo -lo dice en español- no podés separarlos. Yo veo una historia directamente relacionada con un personaje. Si no funcionan juntos no debería escribirse. Probablemente el tercer elemento es el lenguaje, que también debe encajar con el personaje. Trabajo muy duro para asegurarme que la gente hable como debería hablar. Es especialmente duro con los adolescentes: en mi nuevo libro tengo a una chica de 16 años que trato de hacerla hablar como hablan los adolescentes, quiero hacerla creíble y pero no puedo hacerla tan poco sofisticada como una chica real de 16 años. ¡Son terribles! -Stephen King alguna vez dijo que le gustaba poner a los personajes en una situación difícil y espera ver cómo lograban resolverla. -Yo siempre conozco las situaciones de riesgo y sé cómo van a salir. King es un gran escritor, pero no creo que diga la verdad. Cuando un personaje abre la puerta, como escritor mejor que sepas cómo va a salir de allí. Porque si no tal vez necesites 200 páginas del libro y eso no es bueno. -Grisham contó que él desarrolló algunos personajes "viendo" qué actores iban a personificarlos en las películas. Para él, por ejemplo, desde el comienzo la protagonista de El Informe Pelícano era Julia Roberts. -John Grisham es un tipo maravilloso, amoroso, generoso, un escritor excelente. Y tampoco le creo. [Risas] A veces podés poner una imagen en tu cabeza de alguien que conocés, pero creo que es un error. En especial con un actor porque los actores son camaleónicos: pueden ser cualquier cosa. Hay que ser cuidadoso si elegís trabajar con un camaleón. -¿Cuándo sabés que una historia funciona? -Pregunta difícil. -Por ejemplo, Ian McEwan dice que necesita escribir unas cien páginas antes de saber si la historia funciona. -Yo creo que sólo lo sabés cuando llegás a la última página, pero por otro lado tenés que tener mucha confianza y mucha esperanza cuando comenzás con la página uno. McEwan tiene razón. Hay hitos con los que uno gana confianza, que sirven para indicar si se  va por el buen camino.  Es el primer autor que mencionás que no miente: te lleva unas cien páginas, por eso son tan difíciles las historias breves.

Influencias

"Dos semanas después de la noche en que murió, Ricky estaba en una habitación de motel, sentado a los pies de una cama llena de bultos". La oración que abre la segunda parte de El psicoanalista podría ser de El tercer hombre de Graham Greene. -En tus novelas se pueden percibir ecos de Graham Greene, de John Fowles. ¿Quiénes son tus influencias? - La verdad es que uno está menos atento a lo que te influencia que los propios lectores. Poe y Ambrose Bierce. Hace tiempo que no leo a Greene, pero seguro me influyó como los rusos como Dostoievski. Todos los escritores estadounidenses están influidos por Hemingway y Faulkner: mucho más los que lo niegan. Siempre estuve fascinado por John Fowles: El mago, El coleccionista. -¿Cuando considerás que llegaste al final del libro? -Lo sé. -¿Discutís con tu mujer o con tu editor si el libro requiere más trabajo? -A veces una parte del libro pero sólo cuando recibo mucha presión, como cuando en Hollywood quieren saber de qué va mi libro. Generalmente entrego un borrador cuando sé que ya no hay espacio para cambios, ni siquiera los más nimios. Odio mostrar mi trabajo antes de terminar. No les mostré mi próximo libro a mis editores en Estados Unidos. Se va a publicar antes en Argentina, en Alemania y en Italia que en Estados Unidos: ellos recién ahí lo van a ver. No sé qué pensarán. -Recién hablábamos de las "mentiras" de King y Grisham. ¿Cuál es tu mentira favorita? -Dar la impresión de que escribir es fácil: nunca es fácil. Incluso cuando decís que es duro es aún más duro de lo que decís. Es mi mentira más favorita y la más común: dar la idea de que escribir es fácil.

Artículos relacionados

Martes 22 de marzo de 2016
Pies para qué los quiero...
Paula Bombara, Sandra Contreras y Mario Méndez participaron de un panel moderado por Larisa Chausovsky en el que abordaron las preguntas sobre por qué leer, para qué leer, cómo leer.
Segundo encuentro en la librería
Martes 22 de marzo de 2016
Juego de velocidades

“Pienso en la belleza como algo que necesitamos urgentemente y me encargo de buscarla en lugares donde creo que no se la había encontrado”, responde el chileno Enrique Winter en esta entrevista sobre Las bolsas de basura, su primera novela, y sobre la escritura en general.

Entrevista a Enrique Winter

Viernes 25 de marzo de 2016
El mal de la moral

La nueva novela de Martín Kohan, Fuera de lugar (Anagrama), tiene a la pornografía infantil como tema central. “Me interesa cómo la perversión mana del moralismo”, dice.

Entrevista a Martín Kohan
Lunes 28 de marzo de 2016
Tras los pasos malditos

Se acaba de reeditar Barón Biza. El inmoralista (Sudamericana), de Christian Ferrer, un libro que, sin la intención de ser una biografía, recorre la vida de Raúl Barón Biza al tiempo que mira la historia del país. "Era un hombre agresivo, violento, desagradable, de vida recia, nada fácil, prepotente, pero que pretendía decir una verdad donde se cruzaban tres lubricantes: el sexo, la política y el dinero", dice.

Entrevista a Christian Ferrer
Miércoles 24 de julio de 2019
La sabiduría del gato

El texto de apertura de El tiempo sin edad (Adriana Hidalgo): "La edad acorrala a cada uno de nosotros entre una fecha de nacimiento de la que, al menos en Occidente, estamos seguros y un vencimiento que, por regla general, desearíamos diferir".

Por Marc Augé

Viernes 01 de abril de 2016
Las tres vanguardias
El seminario que cambió la forma de leer la literatura argentina del siglo XX por primera vez en librerías. Este volumen reúne las once clases del seminario que dictó Ricardo Piglia en la Universidad de Buenos Aires en 1990.
Un ensayo de Ricardo Piglia
×
Aceptar
×
Seguir comprando
Finalizar compra
0 item(s) agregado tu carrito
MUTMA
Continuar
CHECKOUT
×
Se va a agregar 1 ítem a tu carrito
¿Es para un colectivo?
No
Aceptar