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El aborto en la literatura: una guía de lecturas

Un recorrido por los libros que abordan el tema

Joyce Carol Oates, Sara Gallardo, Claudia Piñeiro, Alice Walker, Anne Sexton, Dahiana Belfiori, Ernest Hemingway:  Lala Toutonian se mete de lleno en el estante de la biblioteca que piensa al aborto desde la ficción. Una guía de lecturas que tocan en profundidad el tema de la autonomía de la mujer sobre su cuerpo.

Por Lala Toutonian.

 

Las imágenes de las periodistas argentinas vestidas como las doncellas fértiles obligadas a gestar y parir de El cuento de la criada de Margaret Atwood dieron vuelta al mundo. A pesar de la distopía del libro escrito en 1985, lo cierto es que narra una realidad no muy lejana a la que está sometida la mujer. También la palabra comprometida de nuestra autora Claudia Piñeiro es el estandarte de la lucha de las mujeres sobre la libertad de los cuerpos. Aquí una guía de lecturas que tocan en profundidad la autonomía de la mujer sobre su cuerpo y, en particular, la decisión de abortar. Joyce Carol Oates, Ernest Hemingway, Zadie Smith, John Irving y Anne Sexton son algunos de los autores que abordan el tema en su obra.

En Las reglas de la casa de la sidra, por ejemplo, Irving relata la historia de Homer Wells, un joven criado en un orfanato que resulta ser el asistente del Dr. Larch. Larch auxilia a mujeres con embarazos no deseados, o bien entregando los bebés a adopción o bien practicando abortos ilegales: esto como eje central de una novela que se abre a cuestiones de relaciones humanas. "Estas mismas personas que nos dicen que debemos defender las vidas de los no nacidos -dice el protagonista de Las reglas…-, ¡son las mismas personas que parecen no estar tan interesadas en defender a nadie más que a sí mismas después de que se completa el accidente de nacimiento! Estas mismas personas profesan su amor por el alma del niño no nacido... ¡No les importa hacer una gran contribución a los pobres, no les importa ofrecer asistencia a los indeseados o los oprimidos! Una forma en que los pobres podrían ayudarse a sí mismos es controlando el tamaño de sus familias".

En Sus propios términos, la escritora Judith Grossman revela cómo eran los tiempos previos a que el aborto fuera viable… Apenas ayer. Por su parte, Joyce Carol Oates relata muy eficaz y provocadoramente en Un libro de mártires norteamericanos dos historias enfrentadas: las del evangelista apasionado que asesina a un médico abortista y la de la familia del doctor. Un sacudón a la aletargada idiosincrasia americana. En Lanús, del argentino Sergio Olguín, un aborto cuesta “mil pesos” como reza en su página presentación de la novela; Mariela, en pareja, enamorada, con planes conjuntos de hijos queda embarazada a destiempo, lo que implosiona en una serie de eventos que refieren a la clandestinidad, al dinero, a la amistad y la intimidad.

Anne Sexton, Premio Pulitzer de poesía, termina su poema (que puede leerse completo en este mismo blog) escrito en el año 1960 y titulado sin miramientos El aborto de esta manera: “Volviendo al norte/Incluso el cielo se adelgazó/ Como una ventana alta que no mira a ninguna parte/ El camino era tan plano como una hoja de estaño/ Alguien que debería haber nacido/ Se ha ido/ Sí, mujer, tal lógica conducirá/ A la pérdida sin muerte/ O di lo que quisiste decir, cobarde.../ Este bebé que sangro”. Sexton transita muy personalmente ese recorrido de la mujer expuesta al aborto: al comienzo del poema viaja al sur y se la adivina hasta feliz en su condición de embarazada aunque al final, yendo hacia el norte como el recorrido de un mapa anímico que contrasta los sentimientos de la autora. Lo plano del camino es su estado emocional; el estaño, la lata es la frialdad de sus propios sentimientos y lo más dramático, esa ventana alta que no mira a ninguna parte: su molesta soledad.

La feminista y prolífica autora Alice Walker, afroamericana de origen, lo plantea desde otro ángulo en su poesía/ideario político bajo el nombre de ¿Qué puede decirle el hombre blanco a la mujer negra? donde aborda el racismo en Estados Unidos: "Sí, de hecho, el hombre blanco puede decir 'Tus hijos tienen derecho a la vida. Por lo tanto, devolveré la vida a los 30 millones que fueron arrojados por la borda durante los siglos de la trata de esclavos. Y a los otros millones que murieron en mis campos de algodón y colgando de los árboles’". Walker también escribió con franqueza sobre el aborto que ella misma sufrió, su dolor y cómo lo canalizó en varios de sus cuentos.

Entre los títulos más recientes y locales, Código Rosa - Relatos sobre abortos de Dahiana Belfiori (Ediciones La Parte Maldita, Maten al Mensajero) es un trabajo colectivo armado con testimonios verídicos de mujeres que abortaron con pastillas y fueron contenidas y apoyadas por las Socorristas en Red, compiladas todas las historias por Belfiori. Lo particular es el formato de ficción que la autora le dio a cada relato, logrando una contextualización muy precisa y ritmo poético para narrar estas experiencias. No es Código Rosa un recuento de declaraciones sino un alerta a la situación: las mujeres abortamos más allá de la ley y nos amparamos entre pares.

En el cuento Colinas como elefantes blancos, Hemingway relata una conversación entre una joven, Jig, y su pareja en una estación de tren mientras esperan viajar de Madrid a Barcelona. Beben cerveza y anís, comparan las colinas con elefantes blancos aunque nunca hayan visto uno y cambia el aire narrativo cuando él le menciona la “operación”: “─Y piensas que estaremos bien y seremos felices. ─Lo sé. No debes tener miedo. Conozco mucha gente que lo ha hecho. ─Yo también, dijo la muchacha, Y después todos fueron tan felices”, el cuento vuelve a dar otro giro y el diálogo prosigue en otro tono.

La escritora argentina Ana Arzoumanian, en su ensayo presentado en la Facultad de Derecho en el ciclo Mujeres: creación y democracia, expuso: “Tocar el orden sexualizado de la sociedad es tocar el orden económico y político. Si el espacio público aseguraba la ley del padre y su reino de hermanos, es en el terreno de la propiedad donde se juegan los símbolos. Del ‘mi cuerpo es mío’, frase reactiva frente a la colonización de la mujer, la tecnología genética escribe ‘mi cuerpo es nuestro’. Hermanas, en plural, no mujer-dueña- de– sí, sino asumiendo ese lugar de animal político en conjunción colectiva. Es cuando es el día de las mujeres”. Agrega en otro de sus escritos: “El cuerpo femenino se convierte en tableta de escritura para uso de los varones. Así se integra a la madre en el espacio cívico. (...) La maternidad tiene rango de actividad cívica, al dar a luz, las mujeres perpetúan la estirpe y los nombres. Posibilitan la reproducción de la ciudad. Velar por el duelo consiste en ocuparse de las mujeres. Las enlutadas en los funerales. Antígona, lo que quiere es enterrar a su hermano; no derribar a Creonte.  El vínculo del parto: cerrar los ojos, ajustar la boca”.

Enero, la novela escrita originalmente en 1958 (y su primera) por Sara Gallardo fue reeditada el año pasado por Fiordo. Allí trata la violencia del hombre y el embarazo no deseado: la protagonista se acerca a la casa de una mujer que realiza abortos pero finalmente no se atreve a pedirlo. En La decisión de ella, Barbara Raghavan -escritora polaca casada con diplomático indio- relata el acontecer de una mujer india de cincuenta años radicada en Irlanda que se descubre embarazada a esa edad. Su marido, su hija, el sacerdote, las cruzas culturales, su propio devenir como mujer se ven enfrentados aquí, aunque lo que realmente centra la trama es su propio pensamiento.

Algunos de los libros aquí comentados son parte de la lista del discurso inaugural de la Feria del Libro que dio Claudia Piñeiro. Allí dejó en claro que la palabra es el medio: “En dos de mis novelas y en un cuento toqué la temática del aborto. Pero no me arrogué la vida de mis personajes, no los hice actuar como yo habría actuado. En Tuya, la adolescente que queda embarazada y concurre a un consultorio clandestino finalmente decide no abortar. En el cuento Basura para las gallinas una madre le hace un aborto a su hija con una aguja de tejer tal como vio a su propia madre hacérselo a su hermana. En Elena sabe, una mujer es secuestrada por otra en el momento que está por entrar a hacerse un aborto; años después la mujer que no pudo interrumpir el embarazo es una persona gris que no ha superado el trauma que le ocasionó tener un hijo contra su voluntad. He mencionado muchos libros en esta tarde de apertura de la Feria. Esa tarea, la de prescribir lecturas como una entusiasta receta médica, es algo que aprendí de mi maestro Guillermo Saccomanno. Cuando empecé a trabajar con él me entregó una lista de más de cien libros imprescindibles que aún conservo, y a la que le fue sumando generosas recomendaciones a lo largo de los años. Me gusta recomendar lecturas también. Podría entusiasmarlos con distintos libros ahora mismo. Pero dado el debate que hoy nos atraviesa y en mi rol de escritora que sí desea intervenir en la sociedad, quiero dejarles una pequeña lista de novelas, textos de no ficción y cuentos que plantean el tema no sólo del aborto sino del derecho a la no maternidad, una cuestión clave en ese debate. En la buena literatura no encontrarán verdad sino puntos de vista, personajes que ante un abismo toman decisiones según su esencia y nunca, ojalá, preceptores de moralidad”. Finalmente, agregó: “Va mi lista, anoten: Lanús de Sergio Olguín, Pendiente Mariana Dimopulos, Hospital de Ranas, una novela de Lorrie Moore, Una felicidad repulsiva, un cuento de Guillermo Martínez, Matame amor, una novela de Ariana Harwicz; Colinas como elefantes blancos, un cuento de Ernest Hemingway, Los príncipes de Maine de John Irving, La importancia de no entenderlo todo, un libro de artículos de Grace Paley, A corazón abierto de Ricardo Coler; La llave, un cuento de Liliana Heker, Santa Evita de Tomás Eloy Martínez, Enero de Sara Gallardo; Palmeras Salvajes de William Faulkner, Contra los hijos, un libro de no ficción de Lina Meruane; El curandero del amor, un cuento de Washington Cucurto y Vía revolucionaria, una novela de Richard Yates. Sumen los suyos y pásenmelos”, remató.

Mientras se continúa la lucha por los derechos y para no claudicar frente a agresiones y la negación del Estado a proporcionar la salud pública necesaria, sumerjámonos en lecturas de las que saldremos triunfantes y con renovadas energías para seguir reclamando lo que es nuestro: la determinación sobre nuestros cuerpos.

 

 

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