El producto fue agregado correctamente
Blog > Ficción argentina > Astronautas
Ficción argentina

Astronautas

© Feria de editores

Un cuento de Denis Fernández

También poeta y editor en el novel sello Marciana, Denis Fernández es autor del libro de relatos Monstruos geométricos (17 Grises editora). Aquí, el que abre el conjunto con un viaje hacia una galaxia fractal de terabytes.

Por Denis Fernández.

1) La capacidad de almacenamiento de la Internet Profunda es quinientos cincuenta veces mayor que la capacidad de la Internet Superficial. Los astronautas que navegan a través de la Internet Profunda tienen el anonimato como condición obligatoria: cuando son registrados como usuarios deben ser despojados de ubicación física y personalidad virtual. Deambulan con formas monstruosas, moldeadas como si estuvieran hechos de plastilina, y tienen una capacidad de transformación doscientos millones de veces superior a la capacidad que tienen los pulpos de imitar a otros animales. Incluso existen astronautas que con un simple rastreo pueden memorizar y moldear protocolos para infiltrarse en zonas inhabitadas sin correr el riesgo de ser detectados. Existen tres formas de alistarse como astronauta. La versión estándar transforma al usuario en una célula autista, con capacidad de interceptar información pero sin la posibilidad de manipular a los usuarios no indexados. La segunda entrada puede ser como deep policía, encargado de vigilar la presencia de agentes internos de la Internet Profunda. En este caso, los astronautas pueden eliminar cualquier intrusión a través de un procedimiento conocido como “fumigación”. La tercera opción es trabajar para la Internet Superficial como espía: bots inteligentes que recorren página por página del inframundo en busca de enlaces invasores o de sistemas operativos zombies que desgarran protocolos y generan alucinaciones a través de la expansión de escenarios calcados de la realidad: una plaza, el balcón de un edificio o el interior de un supermercado. Cuando encuentran estas amenazas, los bots se encargan de inmovilizarlas y succionan su información, que muchas veces resulta indescifrable para los investigadores.

2) La Magnolia, un espécimen plantario que apareció en la tierra hace veinte millones de años, evolucionó antes de que aparecieran las abejas. Así, sus flores desarrollaron duros caparazones que soportaban la incontenible fuerza de los escarabajos, los insectos que polinizaban sus frutos. Con el paso del tiempo, la magnolia comenzó a perder sus atributos sustanciales. En el presente, esta flor se encuentra en peligro de extinción. Son muy pocos los lugares de la tierra donde éste espécimen crece de forma natural sin modificaciones genéticas. En Veracruz, una ciudad de clima tropical del sur de México que como consecuencia de prolongadas sequías obligó a sus autoridades a reducir voluntariamente su población a la mitad, crece el árbol de magnolia grandiflora, que es utilizada en brebajes medicinales para evitar padecimientos del corazón. Cocida junto a otras plantas curativas, la flor de magnolia grandiflora produce un desprendimiento líquido que sirve además como remedio contra la esterilidad. A pesar de las pésimas condiciones de higiene y salubridad generadas por la contaminación de las aguas, las personas que continúan habitando esta región del golfo mexicano hierven las flores y preparan el brebaje con el objetivo de extender el plazo vital de los pocos animales que sobrevivieron a las sequías. Y aunque la cantidad de animales es escasa, los pobladores de Veracruz continúan alimentándose de ellos sin alarmarse por su inminente desaparición. Se estima que el porcentaje de ciudadanos vegetarianos de esa región se reduce aproximadamente cada año, de la misma manera en que esas tierras dejaron de ser atractivas para los turistas que antes llegaban en barcos desde varios puntos del planeta a disfrutar los calurosos veranos junto al mar.

3) Cuatro bots inteligentes de Camalion, una empresa de control cibernético asociada al Organismo de Seguridad Informática UT2 que controla el flujo de material indexado que circula por las alcantarillas de la web, fueron encomendados a un operativo de espionaje en cuevas del interior de la Internet Profunda. Después de dos semanas incomunicados, los cuatro bots regresaron con informes detallados de sus observaciones. El bot número dos, uno de los astronautas mejor calificado en la red, asegura haber descubierto una caverna que hasta el momento permanecía oculta. Los analistas del Organismo UT2 muestran un desconcierto inusitado, ya que desde su llegada a la central de Camalion, el bot número dos sufre con frecuencia estados alucinatorios donde asegura que, desde un orificio artificial, puede ver la destrucción física de la tierra. Según las especulaciones, el interior de la caverna, que cuenta con capacidad para más de cien mil terabytes, albergaría una fuente de almacenamiento de información desencriptada, un espacio temporal repleto de signos de interrogación. Para terminar con estos supuestos protocolos alienígenas, analistas binarios que operan desde una central ubicada en California compararon los informes de los bots inteligentes. En la supervisión se confirmó que los protocolos zombies podrían infectar la plataforma de la matriz. Se estima que los embriones invasores ingresarían por la fuente de almacenamiento y podrían implantar virus en los motores de búsqueda tradicionales, generando catástrofes de magnitudes imprevistas, tales como terremotos que podrían separar enormes bloques de tierra y destrozar cadenas de montañas en apenas segundos. Como estas especulaciones no podrán ser confirmadas hasta que otros bots inteligentes consigan infiltrarse nuevamente en la cueva (la preparación de los equipos de rastreo requiere por lo menos un mes en tiempo real), el Organismo, que aún desconfía de estas apariciones, determinó la puesta en marcha de un procedimiento psicológico sobre el bot número dos. Para poner en práctica este examen, un grupo de cirujanos implantará un sensor en el cerebro del astronauta con placa CF-245, que en cuestión de horas de intervención disparará imágenes holográficas calcadas de los recuerdos de su último período de espionaje.

4) En el año mil novecientos noventa y nueve, el director Paul Thomas Anderson estrenó su tercer largometraje llamado Magnolia. El director aseguró que los personajes de este film, que cuenta nueve historias durante un día normal en el Valle de San Fernando, al sur de California, son simples porciones de las vidas que vivimos. Durante las extensas secuencias que llenan los ciento ochenta y ocho minutos de la película, un policía pierde su arma reglamentaria durante una persecución, un niño prodigio se hace pis frente a las cámaras de un programa de preguntas y respuestas, un sacrificado enfermero llora por su empleador moribundo, un guía espiritual aclamado por hombres desencantados con el amor es indagado por una periodista sobre la relación con su padre, una cocainómana se enamora del policía que pierde su arma reglamentaria, el presentador del programa de preguntas y respuestas sufre una insuficiencia cardíaca durante una emisión en vivo, la esposa depresiva del anciano asume haberse casado para recibir una herencia millonaria y un hombre desesperado por dinero roba la caja fuerte del negocio donde trabaja. En el afiche de promoción de la película aparecen los rostros de todos ellos montados en los tépalos de una magnolia blanca con bordes dorados. Un collage de fractales predestinados a ser interrumpidos por una fuerza natural: ranas que llueven desde el cielo e impiden un suicidio. Paul Thomas Anderson filmó ranas cayendo desde el cielo como representación de una tragedia divina. Pero algo no queda claro en el final de Magnolia: no se sabe si las ranas cayeron muertas desde el cielo, si murieron por la fuerza del impacto contra el suelo o si continuaron con vida después de la escena.

5) A lo largo de la historia se han recolectado gran cantidad de testimonios que sostienen que además de ranas llovieron peces. En la Edad Media la gente llegó a creer que los peces nacían adultos en el cielo y bajaban a morir en el mar. Algunos también aseguraban que los peces eran envíos de Dios hacia la tierra para que los más pobres no murieran de hambre. Otras interpretaciones del fenómeno de la caída de animales suponían que seres extraterrestres abducían animales de los campos, les infiltraban virus malignos y los dejaban caer a la tierra para que los humanos se contagiaran con las mismas enfermedades. Otra teoría sostiene que los animales aparecían mediante teletransportación, objeto de una anomalía en el espacio-tiempo del universo. Ante estas especulaciones, W. Rorcherce (físico francés del siglo XVIII que dejó rastros inconclusos sobre la existencia de cuevas donde el universo tendría el tamaño de una aceituna) encontró una explicación racional a la caída de ranas desde el cielo: durante algunas épocas del año, enormes grupos de anfibios vagabundeaban por campos abiertos y eran desplazados en el aire por la acción de los vientos. Más tarde, la comunidad científica retomó esa explicación del fenómeno y aseguró que las lluvias eran originadas por la acción de trombas marinas; vientos arremolinados capaces de capturar animales y hacerlos girar bajo las nubes durante varios días, incluso durante semanas, hasta dejarlos caer a tierra. Una particularidad que también obsesionaba a Rorcherce fue que las ranas no siempre caían muertas ni se morían por el impacto. Muchas veces, estos anfibios continuaban con vida. Se conocen casos donde los animales caían congelados en grandes cubos de hielo. Rorcherce murió a los pocos meses de comenzar esta investigación en un accidente doméstico mientras intentaba descolgar un antiguo reloj de pared tan pesado como su cuerpo. Antes de morir, este científico dejó como legado una serie de anotaciones codificadas, acompañadas por cartografías llenas de marcas y puntos que suponen la localización de un grupo de cuevas fracturadas, descubiertas gracias a la utilización de fórmulas matemáticas inventadas por él mismo.

6) Vangelina Pandeva Dimitrova, la vidente conocida como Baba Vanga, perdió la vista después de sobrevivir a un tornado que devastó su ciudad. Como consecuencia de este episodio, Baba Vanga decidió pasar la mayor parte de su vida recluida en las montañas de Kozhuh, en Bulgaria. Esta famosa vidente, que aseguraba recibir información de seres invisibles, escribió una serie de predicciones que fueron cumpliéndose de forma escalonada durante la historia: adivinó la disolución de la Unión Soviética, predijo el desastre nuclear de Chernobyl, vaticinó la fecha de la muerte de En su agonía, Baba Vanga predijo que en algún momento de la historia nacería una niña que poseería los mismos poderes que ella, y que con la ayuda de la tecnología anticiparía el fin del mundo. Treinta y cuatro años después de la muerte de Baba Vanga, el Servicio de Espionaje norteamericano descubrió que la vidente había formado parte de un equipo de Inteligencia Paranormal, que respondía a una organización amparada por un estado conformado por países disidentes de la comunidad europea, disuelta ésta en el año dos mil veintisiete después de que Alemania interrumpiera el salvataje económico de una Polonia corroída por los primeros síntomas de la hambruna. Las instalaciones del centro de Inteligencia Paranormal estaban escondidas entre dos montañas al norte de Kozhuh, unidas ambas por una pendiente en forma de doble ve, posición que permitió que esa porción de tierra quedara desligada de los radares de google maps. En las instalaciones abandonadas, agentes espías norteamericanos encontraron informes que aseguraban el descubrimiento de representaciones holográficas del futuro, expandidas a partir de fractales artificiales, en el interior de una cueva subterránea. El Gobierno de Estados Unidos tomó estos informes como una broma de los soviéticos y detuvo la investigación. Inmediatamente se abrieron suspicacias de todo tipo. Una de las sospechas más repetidas entre los agentes fue que dentro del servicio de inteligencia norteamericano habían infiltrados soviéticos que al encontrar las pruebas boicotearon el inventario y manipularon evidencias para hacerlas pasar como ideas alucinatorias escritas por un par de locos. Tres años más tarde, después de que el territorio búlgaro adyacente a las montañas del norte de Kozhuh fuera invadido por tropas chinas, las instalaciones fueron destruidas. Esta zona volcánica nunca fue incorporada por google a su red de mapas digitales.

7) En el año dos mil ciento veinticinco, los radares del Organismo Estatal de Astronomía de Hungría detectaron una serie de extrañas señales. Las primeras especulaciones, posteriormente confirmadas por un grupo de científicos, indicaron la presencia de seres extraterrestres que intentaban ingresar al planeta tierra a través de un fractal artificial expandido sobre la atmósfera. La misma noche que el Organismo recibió esas señales, la televisión satelital japonesa emitió imágenes impactantes originadas desde una pantalla holográfica junto a la luna donde podían verse, como si fuera una película de ciencia ficción, ciudades destruidas por el golpe certero de rayos eléctricos. Dos días más tarde, tras realizar una expedición con dos naves exploradoras, los científicos especificaron que las pantallas eran oasis solares generados por presión atmosférica. A los pocos días, un grupo de activistas medioambientales japoneses realizó una marcha pidiendo explicaciones sobre la procedencia de la actividad interestelar reciente. La policía local recibió la orden de devolver el orden social y los activistas fueron reprimidos con violencia. Los dos líderes del grupo fueron internados en una clínica psiquiátrica de alta complejidad en las afueras de Tokio. Durante los meses siguientes reinó la calma y los seres humanos se olvidaron de esa presencia misteriosa que generó temor y caos y volvieron a preocuparse por la escasez de alimentos, una de las mayores causas de muerte en el planeta tierra.

8) Las nubes, las montañas, el sistema circulatorio, los pétalos de las flores, el brócoli Romanesco, los copos de nieve, las cataratas o los relámpagos son elementos fractales. Pero antes de reconocerse como fractales, esas diminutas repeticiones infinitas eran consideradas “monstruos geométricos”. A mitad del Siglo XX, un grupo de ingenieros de IBM se topó con un problema sonoro en uno de sus innovadores hardwars: fuertes ruidos originados en cables de teléfono por donde se intercambiaba la información. A partir de este suceso, el matemático Benoit Mandelbroot comenzó a investigar y descubrió un patrón de autosimilitud de átomos, que ya había sido planteada a comienzos del siglo XIX: misteriosos monstruos geométricos que aparecían debajo de las líneas rectas, figuras extrañas repetidas sucesivamente, ocultas en la infinidad de los puntos dibujados. El matemático llegó a la conclusión de que, aun tratando de eliminarlos, los elementos seguirían repitiéndose. Su argumento resultó ser transformador. Mandelbroot descubrió que a través de los fractales se pueden medir, con total precisión, formas naturales como patrones de canalización de los ríos, el movimiento de las nubes o el sistema fisiológico humano. Años más tarde, el cine utilizó este tipo de configuración matemática para realizar escenarios de ciencia ficción a grandes escalas. Fractales en tercera dimensión generadores de espacios estéticamente perfectos, diseñados con el código informático del espectador: células que responden a espejos microcósmicos, tejidos hechos como espirales, como copos de nieve. La catedral fractal: cada elemento constituido por sí mismo infinitamente: una sola cosa que existe y se repite.

9) “Tras despegar de la base de Fort Lauderdale, en Florida, el vuelo de la escuadrilla transcurría con toda normalidad, hasta que el teniente Carlos O. Taylor informó a la torre de control que su cuadrilla estaba perdida y que no podía distinguir la superficie del océano. La torre pidió entonces a los pilotos que se dirigieran hacia el oeste, pero la respuesta del oficial fue aún más sorprendente que la primera: No sabemos dónde está el oeste. Todo parece falso. No estamos seguros de ningún rumbo. Incluso el océano no parece ser el mismo de siempre. Poco después, el contacto entre la cuadrilla y la torre de control se perdió por completo. Inmediatamente, el hidroavión Martin Mariner fue enviado como auxilio. Pero misteriosamente éste desapareció como los otros cinco aviones”. Este extracto de una nota publicada en el diario ABC de Sevilla recuerda la desaparición de una escuadrilla de cinco aviones torpederos Avenger de la marina de Estados Unidos en el Triángulo de la Bermudas, durante un vuelo de entrenamiento en el año mil novecientos cuarenta y cinco. Este suceso fue objeto de una de las operaciones de búsqueda marítimo-terrestre más intensivas de la historia moderna, aunque ni siquiera pudo localizarse un bote salvavidas, un cadáver o una mancha de aceite en el lugar de los hechos. Mareas causadas por terremotos, bolas de fuego explotando contra los aviones, ataques de monstruos marinos, dimensiones paralelas, torbellinos electromagnéticos, OVNIS: todas especulaciones. La respuesta más acertada sobre este misterio parece estar relacionada con el mar, que durante la historia fue explorado a través de sondas mecánicas, luego con sonar en exploraciones submarinas con batisferas, y más tarde, gracias a tecnología avanzada, con cámaras-sonda de gran profundidad que permitieron observar con más detalle el fondo visible. Un informe de la Biblioteca Plesales sobre los misterios del Triángulo de las Bermudas asegura que en las fosas más profundas de esa porción de mar hay un falso fondo, bajo el cual podría albergarse una fuente de energía, dotada de un poder incontenible, que ejercería atracción sobre los compases y el equipo electrónico de los barcos y aviones que circulan por esa zona. Esta fuente estaría compuesta por restos hundidos de cristales que los antiguos Atlantes usaban como energía. Un dato curioso: estas falsas fosas no aparecen en los radares. No hay registro de vida marina en su interior y tampoco cabe la posibilidad de confirmar que allí permanezca sumergida una antigua civilización evolucionada.

10) Pat Dugés. Bot placa CF-245. Durante un servicio de rutina de espionaje en el interior de la Internet Profunda sufrí la embestida de un fuerte viento con encriptaciones similares a las de un huracán, que sopló desde el vértice oeste y me impulsó hacia el sector contrario de la matriz. Una fuerza magnética que nunca antes había sentido, como si hubiera estado caminando encima del fuego sin sentir dolor. Según mis cálculos, tardé casi dos segundos y medio en atravesar la matriz. Es la primera vez que cruzo de forma horizontal. Mis rondas de peritaje siempre habían estado organizadas para perseguir rastros oblicuos, caminos que pueden tornarse laberínticos según el grado de complejidad del organismo. Pero esta vez tuve la posibilidad de ver, sin poder detenerme a examinarlos, registros inclasificables. El drone adherido a mi usuario captó las imágenes, pero después de haber perdido contacto con ustedes, el reproductor se descompuso y las capturas quedaron dañadas. Fue extraña la forma como se sucedieron los hechos: una interferencia hizo que los medidores de energía se separaran de mi equipaje. Los circuitos que me conectaban con la matriz se apagaron. Mi reloj direccional había dejado de funcionar. No marcaba ni siquiera las latitudes de ubicación. Estaba perdida en la oscuridad y mi peso corporal era intrascendente. De repente se abrió un fractal con la forma de una magnolia con tépalos con bordes dorados, que comenzó a expandirse como una mancha de agua sobre un mantel. Las imágenes holográficas se reflejaron brillantes. Durante mis dos años de formación como astronauta en la organización Caveat Emptor, un viejo maestro, Dole Melipone, me advirtió sobre posibles ataques secuenciales ajenos a la matriz que pueden rotar dimensiones. En una de sus extensas clases, Melipone aseguró que la fusión de mi percepción con estas alucinaciones podría provocar sensaciones calcadas de la realidad. Todo comenzó a confundirse, y movido por una fuerza externa, atravesé un largo conducto algorítmico repleto de secuencias repetidas con la forma de la flor en diferentes colores. Aparecí en un antiguo balcón que daba a la calle. Las veredas eras angostas y empedradas. Las reconocí de inmediato: era Nantes, la ciudad donde viví hasta los diez años. Mis movimientos estaban coordinados. Podía ver mi rostro reflejado en el vidrio de la ventana. La ciudad era como la recordaba. Busqué en mi mochila y encontré una tableta. La encendí pero no tenía conexión con los puertos de nuestro sistema. La dejé a un costado y observé el escenario: estaba en el interior de una matriz artificial de la Internet. Fue también a partir de ese momento cuando comencé a ver que la ciudad, más allá de estar copiada con exactitud a la Nantes que yo conocía, estaba siendo azotada por la naturaleza. En el cielo se había formado una capota gris oscura que era traspasada por rayos tan agresivos como meteoros. El viento agitaba a los autos haciéndolos saltar, como si tuvieran suspensores en sus ruedas delanteras. El ruido de los generadores de electricidad se mezclaba con gritos perdidos que resonaban en la altura, desde los edificios. La explosión de los rayos al reventar contra los palos de luz me aturdía. Estoy acostumbrada a navegar como usuario binario, sin forma física, pero ahí me había convertido en una persona, era yo misma: Pat Dugés. Igual que en la realidad, cuando me desconecto de los enlaces. Esperé perpleja una señal que me indicara cómo moverme. Las pocas personas que transitaban por la calle llevaban bolsas y cajas llenas de productos enlatados, corrían a refugiarse a contemplar la caída del cielo sobre sus terrenos. Otros sostenían placas de bronce con las que supuse intentarían construir caparazones para cubrirse de los rayos. Mientras tanto busqué mapas de ruinas olvidadas en la tableta e intenté abrir un puente que me devolviera a la plataforma de nuestro software. Durante los primeros meses de mi formación como astronauta aprendí mecanismos de ruptura temporal a través de puertos desencriptados anclados a mi sistema. Fue así que después de varios intentos encontré la señal de un portal activo ubicado en una cadena de montañas rocosas. Programé el puerto de enlace, que me succionaría cuando estuviese preparada para volver a mi sistema operativo. Me tranquilicé al verificar que éramos ramificaciones, monstruos geométricos. Observé a mi alrededor una vez más y esperé a que la ciudad comenzara a destruirse.

 

 

 

El presente relato fue tomado de Monstruos geométricos, de Denis Fernández. 17 Grises Editora, Bahía Blanca, 2016.

Artículos relacionados

Jueves 17 de marzo de 2016
El último reflejo de la tarde

Una mujer al volante en la ruta, dos nenas y una parada en una estación de servicio. Compartimos uno de los siete relatos de Hay gente que no sabe lo que hace (Paisanita Editora).

Un cuento de Alejandra Zina
Martes 10 de mayo de 2016
Comelo

Con Chaco for ever (Edhasa), que reúne relatos publicados e inéditos, el autor de El cielo con las manos regresa al relato breve. Aquí, una historia donde el horror aparece con una lenta violencia inimputable. 

Un cuento de Mempo Giardinelli
Martes 17 de mayo de 2016
La intemperie

En este viernes de ficción, uno de los relatos del libro Principio de fuga (Notanpüan), que acaba de salir. Una ruta, una hija, un padre, y todo lo que se destruye mientras se respetan las paralelas amarillas.

Un cuento de Francisco Cascallares
Lunes 13 de junio de 2016
Toda clase de cosas posibles
Uno de los relatos que componen el primer libro de la autora, nacida en Buenos Aires en 1971, publicado por la editorial chaqueña Mulita.
Virginia Feinmann
Jueves 10 de marzo de 2016
Guapo
Con el cuento que aquí presentamos, Mauro De Angelis obtuvo el segundo premio en el concurso del cuento digital de la Fundación Itaú. Está incluido en Via Crucis (Letra Sudaca), su primer libro, de próxima aparición.
Violencia, sexo y leyenda barrial
Viernes 15 de julio de 2016
La 17

Una mujer sola en un gran hotel balneario, fuera de temporada, negociando con los fantasmas de su pasado. La desgracia empuja este relato del autor de libros como Animales domésticos y Cámara Gesell, que forma parte de su nuevo volumen: Cuando temblamos (Planeta). "Hay muchos motivos para empezar a beber. Pero uno solo para dejar: el miedo...", arranca.

Un cuento de Guillermo Saccomanno
×
Aceptar
×
Seguir comprando
Finalizar compra
0 item(s) agregado tu carrito
MUTMA
Continuar
CHECKOUT
×
Se va a agregar 1 ítem a tu carrito
¿Es para un colectivo?
No
Aceptar