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Un rayo misterioso arácnido en tu pelo

El martes 5 de enero comenzó el ciclo de comics, historietas y novelas gráficas en la librería. En el primer encuentro, “Todos mis amigos son superhéroes”, Enrique Alcatena, Luis Hitoshi Díaz y Diego Greco hablaron sobre la pasión que nos despiertan los grandes héroes enmascarados y la relación del género con la Argentina.

Enrique Alcatena trabajó para DC y Marvel: dibujó a Batman, a Superman, y también trajo a Flash para combatir villanos en la Argentina. Luis Hitoshi Díaz es director de cine (“Lexter, la ola perfecta” habla de otra de sus pasiones: la radio) y 15 años atrás hacía el fanzine muy profesional "H de Héroe" en donde le daba vida Estigma,  superhéroe argentino. Diego Greco tiene un switch para pasar de Tiburcio, un nenito de ocho años que vive en una página de Billiken (antes estaba en Viva de Clarín), al hombre lobo cazarrecompensas Bad Dog. Los tres participaron en el panel “Todos mis amigos son superhéroes”, que inició el ciclo de comics en la librería. El encuentro fue el martes 5 de enero y estuvo coordinado por Patricio Zunini.

*

¿Cómo nació la pasión por los superhéroes?

Luis Hitoshi Díaz: Siempre cuento una anécdota que me deja muy mal parado, pero que es real. Mi primer acercamiento, el que recuerdo, fue con el Batman de “Calabromas”. Seguramente para esa época estaban pasando la serie de Adam West y también El Zorro y El llanero solitario, que claramente no son superhéroes, pero tienen que ver con el tópico. A partir de ahí empieza un amor. Recuerdo que cuando se estrenó “Batman Begins” salí del cine y miré al cielo para ver si lo encontraba a Batman. Esa es mi relación: creo firmemente que en algún lado está. Tuve momentos de sólo leer historietas de superhéroes y buscarlas en Parque Rivadavia, en Parque Centenario, en las comiquerías. En un momento ya las quise hacer yo. Era tal la pasión que con Roberto Viacaba dijimos de hacer nosotros una historieta. En mi lugar de trabajo, en el escritorio de casa, para donde mires hay un superhéroe o una revista o un póster. No deja de ser una diversión, pero no concibo la vida sin una historieta de superhéroes.

Quique Alcatena: Con algunas diferencias, es más o menos lo mismo. Es algo que descubrís de chico y por algún motivo extraño te queda el gusto, a pesar de que crecés y vas incorporando otras cosas o descubriendo otras agendas. Lo que yo más valoro del género es que es un ámbito de la imaginación. Yo creo que el chico tiene claro que son personajes de fantasía: un chico sabe que no va a ser ni Batman ni Superman, pero que existan en cuatro colores, en una página de cuadritos, es reconfortante. En mi caso, agradezco haber crecido en la época en que los superhéroes no estaban contaminados por la verosimilitud. Ese es un estigma que les cayó en los 80 y no les ha hecho mucho bien. Los autores se permitían —en un rango que iba desde lo conservador de la DC a lo más experimental, entre comillas, de la Marvel— una cosa juguetona, divertida y entretenida. Haber crecido con ese enfoque de los superhéroes es algo que agradezco, porque los mantiene como símbolo, como algo vivo. Lamentablemente no puedo coincidir con Luis: para mí “Batman Begins” es la basta para mí de Batman. Pero son gustos. Son personajes tan ricos que te permiten acceder desde donde quieras. De un lado pavote como el mío a una forma más realista o más jugada como la de hoy en día. Y todas esas interpretaciones son válidas. Después está en cada uno elegir con cuál se queda.

Diego Greco: Siempre me gustó dibujar. Yo entré por el lado del dibujo. Mi infancia fue más de dibujos animados: los de Disney, los de Hanna-Barbera. Hasta que en los 90 conocí un comic que era "El cazador" y pasé del Pato Donald o Patoruzú a eso que me voló un poco la cabeza. En esa época empezaron a entrar revistas mexicanas de “X-Men” y encontré un mundo de mucho color. Pasé del dibujo humorístico a algo más realista pero con gente musculosa que largaba rayos. Me sorprendía. Yo nunca fui un fanático de los superhéroes —de muchos no sé el nombre real—, pero me atrae la fantasía de dibujar mundos raros, personajes raros y ropa rara. Me duró poco el fanatismo; además se entrelazaban tanto que no sabía cómo seguirlos. Pero como dice Luis, en mi estudio también tengo posters y muñequitos. No sé por qué tengo muñecos de Batman, un batimóvil, un poster de Spider-Man. No miro las películas pero compro los muñecos. Doy clases de cómic y mis alumnos superfreak me tildan a mí de freak por no leer comics. Tengo un nene de cuatro años y creo que estoy descansando todo en él. Viniendo para acá vi un escudo del Capitán América que le voy a comprar. Le alimento algo que no pude alimentar para mí. Pero siempre estoy haciendo cosas. Si estoy dibujando a Tiburcio, que es un nene chiquito y simpaticón, y tengo un hueco me hago un Wolverine. No me pregunto por qué, pero por ahí por eso son lo que son.

Quería preguntarles por la experiencia de cada uno, que van por caminos distintos: desde un fanzine hasta participar en la producción de la gran industria.

Luis Hitoshi Díaz: Lo nuestro fue un acto de arrojo. Estábamos en el '99 y yo siempre hinchaba con que no había superhéroes nacionales y me venían con que la escuela argentina venía de otro lado y blablablá. Y una vez uno, un poco para joderme, me dijo “Hacelo vos”. ¡Me cagó la vida! Agarré el guante. Hicimos la revista “H de Héroe” de una forma que no sabíamos nada. La diseñábamos en Word: ese era nuestro nivel de pensar la profesionalidad. Era una época pre internet. Había un universo que se gestaba y nosotros queríamos estar. Duró hasta que se cayó todo en 2001. La “H de Héroe” llegó a salir en kioscos de diarios. Eso también fue una aventura: me tomaba dos colectivos para llegar a la distribuidora en Barracas, nos hablaban de números y no sabíamos qué nos decían, a veces les tenía que devolver plata porque nos habían dado un adelanto que después no se había vendido. No entendía nada. Pero era feliz escribiendo esos guiones. Siento que "H de Héroes" fue una de las mejores ideas que tuve, o que tuvo el grupo.

Quique Alcatena: Buscando trabajar para todos los mercados que uno pueda, porque como bien sabrán este es un trabajo de mucho vaivén, tuve la suerte de ser convocado para entintar una historieta del Hombre Halcón que había dibujado y guionado Truman, y a partir de ahí establecí una relación laboral más o menos constante durante unos cuantos años. Fue lindo, porque tenía la satisfacción de chico de dibujar los personajes que toda la vida me habían gustado. Personajes que me siguen gustando. Pero también hubo un momento, desde el punto de vista profesional y personal, en el que ya no me seducían tanto. Me había dado el gusto de dibujar a Batman y los 4 Fantásticos. Pero entonces me sentí en un callejón sin salida. Y al mismo tiempo tomé conciencia que yo había diseñado unos cuantos personajes, de Flash en Argentina, que habían pasado a ser patrimonio de la DC y, si bien es así porque eran las condiciones de trabajo, tenía la sensación de haber vendido a los hijos.

¿Cómo fue la presentación de esos personajes?

Quique Alcatena: Cada año la DC planea especiales con una temática y ese año se llamaba "Planeta DC": cada personaje tenía que correr aventuras en un país determinado. A mí me ofrecieron hacer Flash en la Argentina. Flash es un personaje que yo quiero mucho. La idea era que el personaje se relacionara con un villano o un héroe de ese país y yo, de puro sacado, dije "Hagamos una liga argentina". Así salieron estos personajes. Me gustó mucho dibujarlos. De a poco me fui preocupando por tomar otros trabajos y no preocupándome tanto por seguir con ellos. No quiere decir que haya dejado de querer a los personajes. No quiero trabajar para ellos, pero los personajes están. De hecho, a veces cuando estoy descansando los dibujo.

Diego Greco: La historieta “Bad Dog” apareció de casualidad. Conocí a Joe Kelly en una convención en la Argentina; al principio me había puesto en contacto para hacer Superchica y al tiempo me dijo que eso se estaba retrasando y a cambio me propuso dibujarle un proyecto personal que tenía desde que era chico y me pasó los personajes. Para el que no lo conoce, Bad Dog es un hombre lobo que se queda lobo y anda con un sacerdote —un pastor— malhablado, borracho, mujeriego, adicto, las tienen todas. Son cazarrecompensas. Es muy sangrienta, muy malhablada y me divierte. Si bien yo quería trabajar en el mundo Marvel o DC y empecé por este lado, me gustó hacer mis propios personajes, contar a mi manera, con mis colores. Tanto así que viajé a una Comic Con hace unos años y tuve un par de entrevistas y me agarró un momento en que me bajé y decidí meterle fichas a “Tiburcio” y a “Bad Dog”. Se me apagaron las ganas de hacer 22 páginas por mes para Marvel. La experiencia es copada, el feedback que tengo con el guionista lo vamos acomodando a nuestros tiempos, a nuestros estilos. Lo mismo me pasa con “Tiburcio”. Estando en Clarín o Billiken tengo la suerte de hacer lo que quiero.

Quería preguntarles por la diferencia de plantear un comic o una historia para chicos y otro para un público más adulto.

Diego Greco: Me suele pasar que hago una tira de un nene de ocho años en la plaza y de ahí voy al hombre lobo matando gente, pero lo que más me cuesta es bajar de “Bad Dog” a “Tiburcio”. Igual, como son estilos recontra opuestos, uno es bastante simple y tierno y el otro es bastante cargado y oscuro, me sale natural. Creo que Tiburcio tiene algo de Bad Dog y Bad Dog algo de Tiburcio.

Quique Alcatena: Instintivamente vos sabés lo que podés contar para un chico y lo que podés contar para un público más adulto. No hay conflicto. Para un chico no tenés que hacer algo pavo. Dentro de lo razonable y lógico podés hacer una historia que lo desafíe y trate de conmoverlo, pero por supuesto con el cuidado que podés tener con tus hijos.

Luis Hitoshi Díaz: Ahora estoy escribiendo una novela en el taller de Leo Oyola, que está apuntada al young adult, como dicen los yanquis. Me desafié escribir alguien más chico, de 17 o 18 años, pero no los 17 míos. Una de las cosas que más me divierte como escritor es no meterle mi pensamiento porque yo ya lo tengo procesado. Quiero sorprenderme con el personaje o hacer que se sorprenda con algunas cosas. Es lo que puedo aportar en esa diferencia entre escribir el personaje de Lexter, de mi película, que es un tipo más de mi edad y un adolescente que está buscando su momento.

Mencionás a Leo Oyola: ¿Qué opinión tenés de la película “Kryptonita”, que está basada en su novela?

Luis Hitoshi Díaz: Yo creo que el gran mérito de “Kryptonita”, más allá de los cien mil espectadores, es disfrazar de película de superhéroes a un thriller o algo más de John Carpenter, metiendo estos personajes que todos reconocemos y haciéndola más popular y sensible para todos. Abre la cancha, de acá en adelante podrán venir muchas cosas. Se está haciendo un teaser de una película de "El cazador". No sé qué más hay. Para atrás está “Zenitram”, que no la conoce nadie. Un gran cuento y una malísima película. No recuerdo muchas más. Lo más parecido a superhéroes que tuvimos fueron “Los Simuladores”, pero tampoco. De acá en adelante.

En Leyendo historietas, Oscar Steinberg habla sobre cómo una historieta tiene una ideología subterránea. ¿Quique, cómo lo ves hoy en día?

Quique Alcatena: Es verdad que se puede hacer una lectura ideológica. También es verdad que lo que me atrae de los superhéroes, más allá de ciertos comics en los que se ve la intención política del autor, sigue la tradición del folletín y del héroe enmascarado. Después podemos hacer todos los estudios sociológicos, históricos y hasta psicológicos que queramos, pero también es rizar un poco el rizo. Para leer al Pato Donald tiene una propuesta interesante, al igual que el libro de Steinberg, pero esos libros son muy productos de la época. Y si bien el Batman de Frank Miller es para mí desagradablemente fascista, al mismo tiempo es una gran historia que se puede disfrutar. No es mi Batman: mi Batman es un tipo que se disfraza con una cosa medio carnavalesca para pelear con malhechores. Nunca fui más allá de eso: la veo como una lectura de aventura y entretenimiento. Lo que noto es que en las películas los personajes cada vez más parecen agentes parapoliciales que trabajan para el gobierno, cosa que no pasaba en los comics. Eran justicieros medio exóticos. Ahora, justamente ante el peso del realismo, se los ha vuelto un poco como emergente de un sistema medio feo. Me incomoda ese enfoque; prefiero el enfoque que le dan a Superman, como el descastado que vino de otro planeta y que con un espíritu altruista ayuda al ser humano. Me parece algo muy bueno. No ya tomarlo como el campeón del establishment norteamericano.

[Pregunta del público] Si tuvieran la posibilidad de crear un superhéroe argentino, ¿qué tipo de superhéroe sería y qué características tendría?

Diego Greco: Me hicieron esa pregunta no hace mucho y dije que no debería ser un superhéroe sino un antihéroe: canchero, arrogante, lo que hablan todos de nosotros. Para qué vamos a matar ese espíritu. Un tipo que por un lado te ayuda pero por otro te birla un vuelto. Un atorrante. Por ahí iría mi superhéroe. No lo vestiría con mallas y esas cosas. Sería más bien tirando a croto.

[Pregunta del público] ¿Por qué el argentino no puede identificarse con un superhéroe como pueden hacer en Estados Unidos?

Diego Greco: Tampoco sé si los yanquis se identifican con los superhéroes de allá.

Quique Alcatena: Siempre me gustó esa cosa que tenía la de DC de Ciudad Gótica, Ciudad Central, Ciudad Costera, Metrópolis. No creo que haya que identificarse con un superhéroe. Los superhéroes entran en un género mayor que es el de aventuras. No me interesa un superhéroe en la esquina de Scalabrini y Santa Fe. Para mí ese es el estigma del realismo. Los superhéroes eran fantasías para chicos. Que sigamos enganchados porque tengamos alguna tara, macanudo, pero eran personajes para pibes que se divertían con las aventuras y después se iban a jugar al patio. El tema es que al darle tanta, tanta vuelta y tratar de hacerlos para un público más adulto o de lectores que se rehusaban a desprenderse de esos personajes, se producen esos adefesios medio raros que tenemos ahora, llenos de traumas, medio sadomasos. No veo por qué tenemos que decir que una novela como Kryptonita está piola porque los lleva al Conurbano: no, es un “elsewhere” más. Es otro mundo más. El superhéroe no tiene que ser aceptado por los adultos. Tiene una cosa juguetona y es lo que yo trato de mantener en ese género. Ojo, no creo que sea el dueño de la verdad: para Luis es el de “Batman Begins” y está bien, porque es el Batman de su generación, le dice algo a él. Lo bueno es que nos dice algo diferente a cada uno. Ahí te das cuenta de que es un género piola. Cada uno le puede entrar y lo puede llevar hasta donde quiera.

Luis: Me voy a permitir una analogía con el fútbol, como apasionado que soy —amante no puedo ser porque soy de Estudiantes de la Plata. Nosotros tenemos un Superman que es Messi y muchos nos quedamos con Mascherano. No entiendo por qué. Estamos siempre destacando “Qué huevos Mascherano”, “Cómo se rompió el culo en la última contra Holanda”. Mascherano no te va a ganar nunca un partido. Nunca. Por ahí no te lo hace perder. Tenemos a Superman y mucha gente lo critica. ¿Por qué no tenemos superhéroes? Esa pregunta que yo me hacía hace veinte años me la termina respondiendo el fútbol. Creo que el superhéroe argentino sería parecido a Mascherano.

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