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El segundo tiempo entre Piro y Kohan

El diálogo futbolero entre Guillermo Piro y Martín Kohan.

[Segunda parte; leer la primera]

martin kohan, guillermo piro

El canal 10

Guillermo Piro: Yo tengo una idea que hasta se la ha propuesto a un productor. Si estás mirando la televisión y llegás a un canal en donde están dando un partido de Maradona -de cualquier año, no importa- ¡te quedás! ¿Cómo no hicieron todavía el "Canal 10" donde pasen continuamente partidos de Maradona? Parece que el único problema que había para ejecutar ese plan era Maradona mismo, el hecho de hacer un negocio con él parece una cosa imposible. Pero la idea sigue pareciéndome genial. Mirá, me pasó una cosa insólita que no deja de sorprenderme: estaban pasando un resumen de Argentina en los mundiales, había imágenes en blanco y negro del Mundial 78, y yo no había tenido tiempo de imbuirme de ese efecto de quedar perdido en una especie de nebulosa temporal creyendo que estaba viendo ese partido como si fuera actual. Hacía 5 minutos que lo estaba mirando. ¿Te acordás ese partido con Polonia, el gol que Bertoni se pierde frente al arco, solo? ¡La pateó afuera! Y yo me levanté del sillón gritándole ¡Bertoni la concha de tu madre! [Risas] ¿Y dije que estoy haciendo? Martín Kohan: Cuando pasan un Boca-River que ganó River yo lo sufro... Me amarga el día. Y ya sé cómo salió, obviamente sé cuándo nos ganaron, cómo nos ganaron. Pero me amargo. Cuando pasaron el 3 a 3 que Boca ganaba 3 a 0: ocho o nueve años después lo vi y me amargué la tarde. ¿Cómo puede ser? Uno no se amarga por la noticia: se amarga por el hecho. Y el hecho está intacto.

 

Cambiar de camiseta

GP: Voy a decir un lugar común. Uno puede cambiar de partido político o nacional, pero es muy difícil que cambie de equipo de fútbol. MK: Y habla mal de la persona. GP: Habla mal de la persona. Salvo que ese cambio tenga lugar por un hecho de amor. Mi papá era hincha de Boca, mi cuñado era hincha de Independiente fanático. Cuando mis sobrinos crecen y empiezan a ir solos a la cancha, mi papá se da cuenta de que sufre esperando que los chicos lleguen del partido. Entonces, por sugerencia de mi mamá, empieza a acompañarlos a la cancha de Independiente. Hace eso durante prácticamente 10 años. Y un día estoy en su casa, está jugando Boca-Independiente, mete un gol Independiente y él grita ¡gooool! Yo le digo "¿qué hacés?" MK: Pero no lo decidió: le aconteció. GP: Claro, él me dice "¿qué querés? No lo pude evitar. Diez años yendo todos los domingos a la cancha y me terminé haciendo hincha de Independiente". MK: Yo tengo un hijo y en algún momento me había planteado de un modo puramente especulativo -por suerte es de Boca como yo- pero ni bien había nacido tuve ese fantaseo propio de la paternidad reciente... GP: "Si me sale de River" MK: No: si juega en River. Si juega en River y hace un gol, ¿lo grito? ¿Me alegro? Me di cuenta de que ese era un límite para mí. Por suerte quedé eximido de ese dilema ético porque es de Boca y no va a jugar al fútbol. Pero me di cuenta de que me habría alegrado. No llegué al límite de pensar que se lo hiciera a Boca, eso ya era demasiado. [Risas] Hay personas que ante dilemas tan extremos enloquecen instantáneamente.

Periodismo deportivo

GP: Hago una especie de periodismo deportivo en ESPN. Lo hago con la aspiración de que vuelva a coincidir un megaevento que tuvo lugar en el Mundial 2006, que presenció el actual editor de esa sección de ESPN que entonces trabajaba en Perfil. En ese momento mostraban a los equipos bajando de los aviones, todos con Puma, Adidas, qué sé yo. Y cuando está bajando la delegación italiana yo -para molestar- les digo a los de deportes: "esos son los campeones". "¡Callate, qué sabés!" "Pero no ven cómo están vestidos: ¿qué es ser campeón?, ¿es ser distinto?, son ellos". El sponsor era Gucci: bajaban de traje negro, camisa azul y corbata negra. Y salieron campeones. Entonces el editor vio que yo había previsto el campeón por un camino muy lateral. La predicción es muy importante en el deporte. Y él vio que había llegado por un camino muy lateral, entonces, capaz que puede volver a darse algo así. Cosa que obviamente no ocurre. MK: Yo quiero ver si Italia es capaz de salir campeón sin ganar ningún partido. Casi lo logran en el '82, donde clasificaron en la primera ronda sin ganar ningún partido y terminaron siendo campeones. Es la utopía máxima del ahorro extremo. Siete 0 a 0, supongamos, y salir campeón por sorteo. Yo trabajé en varias radios, pero en realidad yo trabajaba en el equipo de Carlos Parnisari. Cambiaba de radio según donde él iba. Estuve mucho tiempo en Radio Colonia, Radio América, Radio Belgrano. No me acuerdo si alguna más. Del '84 al '90, de movida cubriendo partidos de ascenso, después Primera A. Como en esa época el Prode tenía mucho peso y los partidos se jugaban prácticamente a la misma hora, algunas veces me tocaba un partido que porque había habido un lío -se rompió un alambrado, algo así- terminaba 15 minutos más tarde que todos los demás y por lo tanto definía el Prode. Me pasó tres o cuatro veces. Y me lo daban a relatar porque eso suponía que estaban pendientes todos los apostadores del Prode para ver cómo terminaba ese partido. Y relaté la final de la Supercopa 89: Boca-Independiente en cancha de Independiente, que fue el día que descubrí para mi mal que veía mal. Me acuerdo que empecé a usar anteojos porque no había visto bien los números de los jugadores en ese partido. También hice laburo en estudios centrales y vestuarios. Es muy notable, porque veo a un futbolista y me produce el mismo alboroto que me producía a los quince años;  el hecho de haber estado seis años en vestuarios no disminuyó lo más mínimo. Si ahora entra Riquelme, yo me meo encima. [Risas] No me desgastó para nada ese contacto o ese hábito con los jugadores.

¿Es importante ser escritor?

MK: Incluso después de haberlo entrevistado para la radio, cuando veo entrar a Gatti al bar de Conde y Echeverría tengo que interrumpir lo que estoy haciendo porque no me puedo concentrar más. El otro día él pregunta por el diario y el diario me lo había llevado yo. Giro, se lo alcanzo, y él me hace un gesto de que me lo quede, yo le hago un gesto de que no hay problemas y me dice "gracias, campeón". [Risas] Yo tengo 43 años: no se notan los 33 años de distancia desde la primera vez que lo vi. GP: Totalmente. En algunas prácticas, cuando falta alguien, Graciani dice "juego yo". Juega de 4, obviamente quiere que juguemos nosotros, lleva la pelota y tira esos centros de 40 metros que terminan en el pie de uno. Pero me produce ese mismo efecto que decís: cuando me pide la pelota podría decirme "loco" o "che". Pero que me grite "Guille" me deshace. ¡Me mata! [Risas] Y en un momento hay un córner y él viene, estamos preparándonos y me pregunta "¿vas a salir?" "Sí" Y me dice "yo te cubro". ¡Uuuuu! Me puedo ir a dar una vuelta manzana. Creo que sería el mismo efecto si yo tuviera 15 años. Por eso entiendo perfectamente lo que te pasa. MK: ¿Viste que hay gente que te pregunta si es importante ser escritor? [Risas] ¿Te das cuenta que no? Yo empiezo a ver fútbol más sostenidamente en el '76. Es el año en que llega a Gatti a Boca. Yo también atajaba, pero no tengo el mismo vínculo con el arco que vos porque cuando cumplí 12 años y se vio que no iba a crecer, el travesaño me empezó a quedar demasiado lejos. Tuve que renunciar al arco hasta cuando apareció la moda del papifútbol o el fútbol 5. Pero de chico y jugando en la vereda yo ya tenía, lamentablemente, el pensamiento antinómico que me aqueja hasta el día de hoy, y como mi vecino de al lado era de River -y la consigna era respetar los estilos- él atajaba a lo Fillol y yo a lo Gatti. Yo usaba el pelo largo, vincha y bermuda: ser Gatti es eso y agacharse al salir. Todo esto en cuanto a la identificación infantil con el juego. Pero el penal que Gatti le ataja a Vanderley de Cruzeiro de la final de la libertadores del '77 que representa la primera Copa Libertadores de Boca, para mí además representa el descubrimiento de la experiencia de llorar de la alegría, una experiencia que no conocía y que le debo a Gatti. A él no le debe importar, a veces cuando lo veo en el bar tengo tal tentación de decirle lo que significa él para mí...

Desprecio

GP: Despreciar el fútbol es como despreciar el golf. ¿Quién puede despreciar el golf? Yo no veo golf, aunque tuve hepatitis en la época en que la tele empezaba a las seis de la tarde y yo tenía que estar todo el día en casa leyendo. De pronto, por joder, haciendo zapping -tenía 19 canales-encontré un campeonato de golf. ¡Y para mí el golf se convirtió en alegría! No se puede odiar un deporte. Quizá lo que odien es esta especie de pasión compartida. MK: O las teorías de la manipulación a las que podría suscribir. El fenómeno de la teoría de masa como un fenómeno de manipulación colectiva. GP: Manipúlenme. MK: Lo único que puedo decir en mi descargo es que probablemente esta es la única zona de mi vida que funciona así. Es mi zona liberada para la enajenación. Dejame una. ¿Adorniano full time? Adorno no era adorniano full time: cuando vivía en California, Adorno no atendía el teléfono a las ocho de la noche; estaba viendo Daktari y no lo interrumpía por nada. Hace poco leí en un libro de entrevistas que Mario Levrero definía su pasión por las novelas policiales -las malas, no Chandler o Hammett- como un gusto perverso. "Me gusta y lo asumo como un gusto perverso". El entrevistador intentaba una defensa de la cultura de masas y comenzaba una defensa de Olmedo -a quien yo siempre detesté, debo decir-... GP: Yo siempre a Biondi como hoy detesto a Capussotto: no me hace reír. MK: Pero es de Racing. GP: Sí. MK: Yo a los de Boca los defiendo a todos. [Risas] Entonces el entrevistador le pone el argumento de que le gusta Olmedo y empieza a esgrimir las razones habituales. Pero Levrero lo interrumpe y le dice "asumilo como un gusto perverso, como yo asumo los policiales". Para mí el fútbol sería mi gusto perverso en relación a una serie de pautas que no me permitiría en otros ámbitos. Por ejemplo: estar en un lugar donde hay consignas antisemitas. Yo no me fui de la tribuna de Defensores el día que gritaban "vamos todos a Villa Crespo a matar judíos para hacer jabón".  No canté, pero me quedé. En cualquier otra situación yo me peleo y me voy. Pero ahí no me fui. Y además quería que ganara Defe, y cuando ganó lo festejé con esos energúmenos. Con el fútbol entro en un estado de excepción. Pero también en la excepción hay cosas positivas: las escenas de euforia. La alegría colectiva me deprime, no me gustan las fiestas, pero en el fútbol sí. Hay un tipo de expansividad que me desagrada, pero que en el fútbol se me habilita y lo disfruto. GP: Yo disfruto mucho la represión de los sentimientos en el fútbol. Es algo inusual en el fútbol, mucho más común en el rugby porque es más aristocrático. Por ejemplo la expansividad de los goles me resulta detestable y cuando gritan un penal me dan ganas de matarlos. Me acuerdo de un penal de Platini que lo festejó con el puño. ¡Así se festeja un penal! En ese sentido prefiero mucho más el festejo en el rugby que hasta te pueden amonestar por hacer demasiado circo. Viste que en este mundial van a premiar al gol mejor festejado, entonces están inventando modos originales... MK: ¡Las coreografías! Habría que anularles el gol. Pero mi conducta en el Obelisco con Boca campeón no se encuentra en ningún otro lado. ¡Yo me pongo a bailar! Por Boca. GP: No bailarías si sale campeón Argentina. MK: ¡No! Salvo que haga el gol Palermo.

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