El producto fue agregado correctamente
Blog > No Ficción > Un santo estúpido
No Ficción

Un santo estúpido

Caja Negra compiló las crónicas, artículos, reflexiones y notas de Jack Kerouac acerca de la escritura, el deporte, la ruta, la fotografía y su propia generación, textos que se habían publicado, en su mayoría, originalmente en revistas.

Por Valeria Tentoni.

En ciertas oportunidades, Jack Kerouac compraba rollos de papel para teletipo en vez de resmas. Y tipeaaaaaba. “Hay también que escribir con excitación, velozmente, con calambres”, decía. Evitaba, así, que se detuviera su caudal de escritura, que se interrumpiese eso a lo que se refería como “pensamiento narrativo”. “Soñar en trance con el objeto que se tiene delante”, aparece en el punto 12 de su “Credo y técnica de la prosa moderna”. Kerouac se derretía en la hoja. “Lo mejor es escribir desde el fondo del espíritu como si no hubiera fondo”, en el punto 8.

…hay que escribir hacia delante, nadar en el mar de la lengua hasta ganar la costa de la liberación periférica y la extenuación (…) la mejor escritura es siempre la más dolorosamente personal, aquella que fue arrancada por la fuerza de los cuidados de la cuna –hay que cantar por uno mismo la canción de uno mismo.

 

Levitando en un estado de fascinación, el resultado es una pluma hiperbólica: si hay una lluvia, en Kerouac, es una “lluvia torrencial”. Todo lo que lo atrae es “asombroso”, “maravilloso”, “magnífico”. Cuenta con un elenco de adjetivos de altísima intensidad listos para dispararse conforme se entusiasma. Y se entusiasma por casi todo, y no parece falsear ese entusiasmo. Hay una desesperación por estar vivo y dar cuenta de la sagrada casualidad que supone eso que lo estaca a su puesto, como si cumpliera una misión mística frente a la máquina o con papel y lápiz. Subiendo los contrastes, saturando los colores, mejorando la luz. ¡Qué milagro debe haber sido quedar delante de Jack Kerouac! Hasta para una estación de servicio, para un semáforo, para un hombre en busca de un plato de comida caliente a cambio de algunas canciones desgarradoras, para un partido de las ligas menores. Caer a su campo de visión, en ese recorte del universo al que aterrizaban los filtros de su cámara mental, a merced de su obturador benéfico y enardecido.

Cavilar sobre el parecido entre el oficio de un fotógrafo y el suyo, por lo demás, es un trabajo que se tomó él mismo: en el libro que impulsa esta lectura, La filosofía de la generación beat, que acaba de ser publicado por Caja Negra con una de las siempre muy solventes traducciones de Pablo Gianera, el autor de Los vagabundos del Dharma narra sus viajes con el fotógrafo suizo Robert Frank. Narra, sobre todo (y lo confiesa casi al final) cuánto le envidia la cámara de fotos, la posibilidad de estar ante las cosas con una máquina de mirar de esas. “Qué hermoso debe ser tener la pericia de mostrar una escena así”, escribe. No advierte el bueno de Jack que él carga con otra. ¿Cómo se explica que escriba, si no, líneas concentradas como ésta: “Lunas arqueadas como bananas chapotean en el pantano negro de la noche”?

Artículos y notas completan el volumen; son textos que se habían publicado, en su mayoría, originalmente en revistas. El conjunto se abre (y es un acierto) con una deliciosa crónica en el camino del encuentro con una mujer que lo levanta mientras hace dedo, e incluye desde una carta abierta a un juez en defensa por acusaciones en Italia alrededor de la prohibida Los subterráneos, hasta sus reflexiones acerca de la escritura. Por caso, el texto en el que despacha uno de sus slogans más conocidos (“El talento imita al genio”), que se titula con la pregunta “¿Los escritores nacen o se hacen?”.

También reúne en un apartado los trabajos en los que Kerouac, a partir de las demandas de la prensa, responde por su generación, rastrea una genealogía y propone una lectura del movimiento. Hay algunos videos en YouTube en los que podemos verlo respondiendo las mismas preguntas, una y otra vez, despejando confusiones, a veces invitado con Allen Ginsberg. Antes de cerrar, uno en el que, además, se lo puede ver recitando de En el camino:

Steve Allen, después de grabar juntos un disco en el que lo acompaña en piano, invita al escritor a su programa. “La novela, titulada En el camino, se volvió un best seller, y su autor, Jack Kerouac, se volvió una celebridad. En parte porque había escrito un poderoso y exitoso libro, y en parte porque parecía ser la encarnación de este movimiento”, lo presenta, canchereando al piano, diciendo algo así como “se los traje ya que imaginé les gustaría conocerlo”. Nada con menos swing que alguien que fuerza el swing. Lo primero que hace es botonearlo: “Jack me dijo hace un rato que estaba nervioso. ¿Estás nervioso ahora, Jack?”. “Nooou”, responde, mientras su pobre mano empieza a jugar con el cenicero que hay arriba del piano diciendo: “Yeees”. Lo segundo que le pregunta es cuánto tardó en escribir En el camino.

—Tres semanas.

—¿Cuántas?

—Tres semanas.

—¡Tres semanas!

También le pide defina la palabra “beat”, y recibe “sympathetic”, algo que puede traducirse como compasivo, amable, comprensivo. En el libro comentado encontramos textos donde la piedad es una figura linkeada al modo de mirar el mundo de los beats, así como la anécdota del momento en que, estando en una iglesia, Kerouac supo que “beat”, en el fondo, estaba más bien relacionado con “beatífico” que con “abatido”.

Si existe algo que distingue a esta generación más que cualquier otra cosa es su espíritu contrario a la interferencia con las vidas de los otros. Soñé que no quería que el león se comiera al cordero y en ese sueño el león se sentaba en mi falda como un cachorro y alcé después al cordero y el cordero me besó. Este es el sueño de la Generación Beat.

En el punto 6 de su credo leemos, todavía, otra marca más: "Hay que convertirse en un santo estúpido".

Artículos relacionados

Martes 29 de marzo de 2016
La partícula de dios
La principal fortaleza de Siete breves lecciones de física, de Carlo Rovelli (Anagrama) es la simpleza con la que explica las teorías científicas más fundamentales del siglo XX.
Divulgación científica
Viernes 01 de abril de 2016
La maldita casa
Conmemorando un nuevo aniversario de la guerra de Malvinas, publicamos un capítulo de Fantasmas de Malvinas, de Federico Lorenz (Eterna Cadencia Editora, 2007), en el que, a partir del recuerdo de una casa abandonada durante el conflicto, se muestra las dificultades y penurias que los soldados argentinos debieron soportar.
A 34 años de la guerra
Martes 12 de abril de 2016
Elvis vive en Buenos Aires

En Paul está muerto y otras leyendas urbanas (Errata Naturae), los hermanos Héctor y David Sánchez se proponen desarmar 33 mitos del rock, pero ¿es necesario?

Mythbusters del rock
Miércoles 20 de abril de 2016
Las manos en el barro

Las manos de los maestros (El hilo de Ariadna) reúne 13 ensayos literarios del sudafricano John M. Coetzee: Eliot, Faulkner, Philip Roth, Doris Lessing y más. El escritor, que ganó el premio Nobel de Literatura en 2003, presenta el libro hoy en Malba.

Los ensayos literarios de J.M. Coetzee

Martes 26 de abril de 2016
Correspondencia en llamas

"Nora querida, deseo leerte una y otra vez lo que he escrito para ti. Parte de ello es feo, obsceno y bestial; parte es puro, sagrado, y espiritual: todo eso soy yo mismo".

Las cartas de Joyce a Nora Barnacle

Martes 10 de mayo de 2016
No hay tiempo sin espacio

¿Cómo hacen juego las maneras en que los escritores se acercan a decir lo que quieren decir, y la cantidad de páginas que tardan en hacerlo? "La pregunta por el estilo es también, en cierto modo, una pregunta por la extensión de una escritura", advierte el autor de El modelo aéreo.

Estilo y extensión
×
Aceptar
×
Seguir comprando
Finalizar compra
0 item(s) agregado tu carrito
MUTMA
Continuar
CHECKOUT
×
Se va a agregar 1 ítem a tu carrito
¿Es para un colectivo?
No
Aceptar