Muy poco de amor francés
Jueves 26 de febrero de 2015
Lejos de ser una novela incómoda, Felices los felices de la francesa Yasmina Reza enmascara en el cinismo de los personajes una ideología conservadora y burguesa.
Por Patricio Zunini.
Qué libro malo resultó Felices los felices, de Yasmina Reza (Anagrama). Malo, pero no por la manera en que está escrito sino por lo que subyace. La novela toma el título del último verso de “Fragmentos de evangelio apócrifo” de Borges, que la propia Reza pone como acápite: «Felices los amados y los amantes y los que pueden prescindir del amor. Felices los felices.» Desde allí escribe una novela coral en la que los personajes son los amados, los amantes y los que pueden prescindir del amor, pero lejos están de ser felices.
En el centro de la historia —o tal vez más cerca del centro— está el matrimonio Toscano: Robert y Odile. Luego aparecen los padres de ella, de él, los amigos de ambos. En total son 18 personajes. Cada uno habla de su vida amorosa, de sus deseos y frustraciones. El primer relato es de Robert. Están en el supermercado y él compra un queso que ella no quiere. Un pequeño incidente, tan menor como el hecho de haber elegido mal un queso, deviene en escándalo y explosión sorda, violencia doméstica incluida. Yasmina Reza narra con destreza; más allá de la traducción marcadamente peninsular que a los lectores de América latina nos aleja un poco, la narración te lleva, te mete rápido en la historia. Es un arranque en caliente. El efecto polifónico de los testimonios provoca que la trama avance de manera laberíntica, pero nunca con divagaciones. Reza no deja que sus personajes pierdan el rumbo. Están los hechos y están sus interpretaciones. La economía del relato los dirige con un norte muy claro. Se lee rápido.
El matrimonio, dice Reza, es una institución decimonónica en decadencia: veámoslo fallar en 18 actos. Todos tienen secretos, desconfianzas, insatisfacciones. Reza abre el abanico y mira todas las posibilidades: desde el marido que tiene una amante hasta el político que le gusta pegarle a las mujeres pasando por el enfermo terminal que no quiere ser sepultado junto a su mujer (Kundera ya lo hizo en La inmortalidad: lo hizo antes y mejor). Hay un chico que cree ser Celine Dion y hasta un homosexual que está enamorado de su hermano. ¿No será mucho? Felices los felices, dice Reza, pero así nunca.
Reza, que ha escrito una novela magnífica como Una desolación, propone aquí una mirada bastante sosa de la pareja. Felices los felices es como 50 sombras de Grey: lejos de ser incómoda, enmascara en el cinismo de los personajes una ideología conservadora, burguesa. Yasmina Reza, hábil como pocos, eligió, lamentablemente, una novela que se mete en el microondas, se come en 30 segundos y se olvida antes de la digestión. Qué escándalo hubiera sido que, en lugar de personajes confortablemente adormecidos, cada uno se la hubiera jugado. Qué escándalo una novela en donde los personajes se exponen. En donde la tristeza está y no se va después de tres capítulos seguidos de Friends. Qué escándalo hubiera sido una novela de amor.