Por Mónica Yemayel.

«Estimado/a amigo/a: Si te confundís shiita con Cheetara de los Thumdercats, si te suena que Nasrallah es el arquero suplente de Ghana o si no podrías ubicar a Israel ni en un mapa de Israel, hacete un favor y no opines...Todos tenemos el DERECHO de opinar. Pero no el DEBER.»

El post en Facebook es de un sobreviviente del atentado a la AMIA que vive en Israel. Es noviembre de 2012, es la lucha interminable por la misma tierra, el lanzamiento de misiles desde Gaza hacia Israel se hace intenso, comienza el contraataque israelí, esta vez lo llaman “Pilar Defensivo”, dura 8 días, los twits del Ejército de Defensa Israelí informan sus operaciones, los twits de la organización yihadista islámica Hamás que gobierna la Franja de Gaza también, odio, muertes, amenazas, propaganda, discusiones de quién es el débil y el fuerte, todo está on line en las redes sociales como nunca antes en un conflicto bélico. Y Sonia Budassi, que está siguiendo desde su pantalla esta “guerra tuitera”, que había estado ya en La frontera imposible, que volverá a viajar al año siguiente, redacta en su libro: «No es fácil escribir sobre Israel y Palestina, aun si se es militante o analista de política internacional o sociólogo especializado en Medio Oriente. Pero si una no es todo eso, y además cuenta con la escasa legitimación de ser apenas escritora, o apenas periodista, argentina, ni árabe, ni judía, ni palestina, la incomodidad crece».

Teme que cada quien vea en sus palabras un interés oculto, una teoría conspirativa, que la acusen de proisraelí o propalestina, de propagandista o ignorante. No importa, no se detiene. Pisa por primera vez ese Medio Oriente completamente ajeno. Viaja integrando una comitiva de la que brotarán varios personajes de su historia: el Señor Kavanagh, el Señor Coordinador, la Periodista de Derecha, el Señor Golden Boy, todos reales aunque recreados por la autora para sintetizar posicionamientos, prejuicios, la temeraria ligereza para opinar de sus compañeros de viaje; para ellos, Budassi será la periodista de izquierda, un rol que la autora también pone en jaque sobre el final del libro. (Quienes hayan leído Los domingos son para dormir pensarán en la ucraniana, el psicópata, el pintor, los alemanes, la sudaca, de su cuento “Acto de Fe”).

Dos viajes a Medio Oriente en 2011 y 2013, y dos enfrentamientos militares seguidos a través de las redes sociales -“Operación Pilar Defensivo” en 2012 y “Operación Margen Protector” en 2014- marcan las coordenadas de la crónica. Cada vez que un dato histórico, un testimonio, una cifra, una línea de frontera dibujada en un mapa, o si algo la hace llorar («Oh, sí, todo es hasta las lágrimas acá; muchos podrán decirnos que también se puede llorar por cosas terribles en nuestros países latinoamericanos y sí, es cierto»), ante cualquier cosa que amenace con imponerse como mirada unívoca, Budassi se decide por hacer tambalear las certezas.

En el primer viaje, el vocero del Ejército de Defensa Israelí espera a la comitiva sentado sobre unas piedras rojizas; habla del bloqueo, de los misiles Kasam, de los Fasher de origen iraní, y de cómo obtienen el armamento los militantes de Hamás:

-…entra por nuestra frontera con Egipto.
-¿Por qué dice usted “nuestra frontera con Egipto”?, ¿no es acaso la frontera con Gaza?

La respuesta a la pregunta de Budassi llega entre risas nerviosas:

-Bueno, frontera de Gaza con Egipto...

En el segundo viaje, la comitiva recibe un cuadro con un mapa de regalo. Están en la Cámara de Comercio de Qalqilya. Cuando llega a sus manos, Budassi pregunta:

-¿Este es el mapa de Palestina?
-Sí
-Esta es la Franja de Gaza, ¿no? ¿Y llega hasta acá arriba?
-Sí
-Pero Israel no está en este mapa…
Ali piensa unos minutos, mi comentario lo descoloca. Por fin, dice:
-Bueno, es nuestro mapa ideal.

*

Por momentos hay fugas. Algún soliloquio extrañado: «redacto un correo catártico que nunca voy a llegar a enviar: Suena Folk como las mañanas frías de la camioneta en el campo. El interior del bar es una cantina de una película yanqui del lejano oeste… Es un buen set para una película de terror… Me doy cuenta de que no hay películas místicas de terror con referencias judías. El exorcista, El Anticristo, El Estigma; todas refieren al cristianismo. Caen unos adolescentes que van directo a la barra. Bueno, detrás de ellos vienen mis compañeros de viaje.»

Hay también reflexiones sobre el oficio. Está en la calle, es su segundo viaje, 2013, de pronto queda en medio de una manifestación, una mujer palestina se acerca, pide por su hermano, está preso, otra se acerca también, su hijo está preso sin condena, la mujer le toma la mano, alguien saca fotos, las occidentales prometen cosas, sus compañeras de comitiva prometen cosas, tenemos que ponernos a trabajar, dicen mientras regresan al hotel, a full, insisten. «¿Qué podría hacer yo además de este libro, que incluso puede no servir para nada? ¿Escribir un artículo para un diario argentino? ¿A algún editor le interesaría? ¿Qué gravitación podría tener mi nota? ¿Soy capaz de mejorar en algo la vida de esta pobre gente solo por escribir sus padecimientos como ya lo hacen tantos?» La pregunta de Budassi ya no es la del cronista aislado que viaja y viene a contar lo que otros no pueden ver. Ahora, en estos tiempos en que toda la información parece estar en la red, en que todo está a la vista, la pregunta adquiera un matiz nuevo; un interrogante que se expande y alcanza a quien lee como si fuera parte del asunto.

Ni las fugas ni las reflexiones ni la decisión de liberar a la escritura de la rigidez de un género, hacen de este libro un viaje de a uno.

*

Frente a los ojos del lector. Así se construye la voz autorizada y esa elección de la autora funciona como un talismán. En las primeras páginas es la cronista que dice: «Vamos con incertidumbre entusiasmada hacia lo desconocido. O por lo menos yo». Es la que se muestra en el aeropuerto, antes de partir en 2011, documentándose. Lee Israel y Palestina. Paz o Guerra Santa, el libro por el que Mario Vargas Llosa fue acusado de antisemita. El Señor Kavanagh le pregunta: «¿Estás leyendo el libro de ese traidor?», en una de las tantas intervenciones que lo revelarán como un personaje tan inolvidable como siniestro. Sólo hay que leer el post que le dedica a Budassi en Facebook al comentar la foto de una mujer musulmana que llora y levanta sus brazos al cielo:

Mi abuela de Siria hacía lo mismo, y mi madre también hasta que la frené hace 30 años con estas boludeces. Es la visión árabe trágica de la vida. Todo es el fin del mundo… Sonia Budassi, el posteo va dirigido a tipos-humanos como el tuyo, con propensión psicológica a comprar… buzones políticos sin igual… por eso tu alineamiento en Medio Oriente en favor del terrorismo y en contra del pueblo judío, del Estado de Israel y del mundo libre.

Citas a películas, libros, videos, blogs, se intercalan con los viajes y entrevistas. Budassi expone fuentes, preguntas, dudas, incluso sus miedos, y llega al “Epílogo” con una voz potente:

La guerra de 2014 empezó mientras terminaba, releía y corregía este libro… Los días del llamado “Margen Protector” fueron atroces… El boicot permanente de Israel al establecimiento total del Estado Palestino es desesperante y cruel: soy consciente de ambos adjetivos, del riesgo del cambio de registro -aunque sigo desconfiando de las demonizaciones de la propaganda.

La última página de La frontera imposible comienza con la imagen de unos niños jugando en el zoológico de Qalqilya, Palestina; trepan a unas hamacas oxidadas. Qué será de sus vidas, se pregunta la autora. La operación “Margen protector” está terminado. El fuego cesa. Hay festejos en las calles. Una pausa, apenas.

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Notas relacionadas

• Resistirse a partir del lenguaje: entrevista a Sonia Budassi
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