Los imprescindibles argentinos de Guido Arroyo
Miércoles 30 de setiembre de 2015
El poeta y editor chileno elige diez títulos "publicados por editoriales argentinas o de autores argentinos contemporáneos, es decir: vivos".
Por Guido Arroyo.
Poeta y editor, Guido Arroyo nació en Valdivia, Chile, en 1986, y comenzó a destacarse desde chico en ambas tareas. Estudió Literatura, Periodismo Cultural y Filosofía. Publicó el libro-objeto Postales Bs. As. (2006), y más tarde Cerrado por derrumbe (Fuga, 2008), Zonas de excavación (Pillaje, 2010) y Naturaleza muerta (Del Temple, 2011). La poesía no es personal, de extractos de entrevistas del poeta Gonzalo Millán, lo tuvo a cargo de edición, montaje y notas. Comanda el sello Alquimia desde 2006 y también es curador de la Furia del libro, feria de editoriales independientes en Santiago de Chile fundada en 2009. De visita en Buenos Aires (ciudad a la que vuelve todo el tiempo), le pedimos elija sus diez libros imprescindibles:"Un top ten de libros u obras me resulta imposible. Creo que las lecturas se van metabolizando con el tiempo. Solo quedan aquellos libros que releemos, que rayamos hasta el hartazgo, que cargamos durante un viaje. Por eso, he decidido elegir sólo títulos publicados por editoriales argentinas o de autores argentinos contemporáneos, es decir: vivos. De otra forma, reducir a diez me sería imposible. Y van sin jerarquía. No me gusta eso de numerar".
- Diario de trabajo, de Bertolt Brecht (Nueva visión): La idea detrás del montaje que sugiere Brecht en este diario pone en crisis el lenguaje de los medios masivos, dislocando su dialéctica. Su edición, tan temprana en habla hispana, un lujo.
- Obra completa, Joaquín Giannuzzi (Ediciones Del Dock): Cuando leí a mis veinte Señales de una causa personal, se modificó por completo lo que entendía por escribir en primera persona. Hoy, cuando releo esa poesía plagada de imágenes vórtices, sigo envejeciendo con esos versos, disfrutando la biografía oblicua que talla Gianuzzi.
- Cuadernos de Lengua y Literatura, V, VI, VII de Mario Ortiz (Eterna Cadencia): Me fascina el híbrido entre poesía, ensayo y esa pátina narrativa que suspende Ortiz. Sobre todo cuando reflexiona sin pretender parece inteligente, ese vicio absurdo de la academia.
- Subrayados, de María Moreno (Mardulce editora): Moreno hace parecer simple la capacidad de pasar de una descripción cotidiana a una idea profunda sobre la escritura, el lenguaje, o el sentido de una biblioteca. Lo mejor de todo: el humor que expone, la ironía aguda.
- Diario de Moscú, de Walter Benjamin (Ediciones Godot): Este libro permite entender la cotidianidad reflexiva de Benjamin, y en particular su mayor contradicción: la incongruencia que siempre existió entre su vida y escritura, entre el mesianismo y el materialismo. A la vez, sirve para comprender la dedicatoria del único libro programático que escribió y revisó en vida (Calle de mano única). La edición, acompañada de fotos, una belleza y acierto.
- Continuidad de ideas diversas, César Aira (Ediciones UDP): No cabe duda que Aira es uno de los pensadores más lúcidos de su época. Su obra me agrada más cuando reflexiona que cuando construye un relato. Este libro es un compendio brillante de ideas, que se conjugan como aforismos dispersos, sinuosos, que te incitan a detenerse, a releer cada frase.
- Historia(s) del cine y JLG / JLG. Autorretrato de diciembre, Jean-Luc Godard (Caja Negra): Estos libros bellamente editados valen por uno solo. Porque el autorretrato opera como un anverso necesario para el despliegue crítico de La Historia(s) del Cine, quizá la propuesta más arriesgada sobre las implicancias de la técnica cinematográfica. Godard devela la relación entre espectáculo y exterminio, y en paralelo, hilvana un texto bellísimo sobre el estatuto de la imagen, urdiendo así un nuevo problema, que los respiros en negro del libro capturan.
- El árbol de Saussure, de Héctor Libertella (Adriana Hidalgo): Elijo este libro de Libertella solo porque no existe aún su obra reunida. Es, creo, el que mayor humor expone para realizar un paseo reflexivo en torno al signo: esa herida abierta.
- Pequeño mundo ilustrado, María Negroni (Caja Negra): La escritura de Negroni es imposible de clasificar, y ese es creo, su mayor valor. La capacidad sensitiva con que reflexiona sobre los objetos hilvanando una biografía, es una belleza que a ratos perturba.
- Literatura de izquierda, de Damián Tabarovsky (Beatriz Viterbo): Más allá de la polémica que supone este libro, la tesis central me resulta totalmente vigente y necesaria. Lo más perturbador es que puede leerse en cualquier clave de literatura programática-nacional. Es decir, cuando Damián mencione a tal o cual escritor, uno de inmediato puede buscar su símil en Chile o Bután. De ahí su vigencia.
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Bonus track:
- Del caminar sobre el hielo, Werner Herzog (Entropía): Cuando vi este libro como novedad en el stand de Siete Logos para Filba casi lloro. No sólo porque me fascina las estampas narrativas que esculpe Herzog mientras camina hacia París, sino porque además tenía en programa publicarlo. El formato, una belleza, hecho para cargar durante un viaje.