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El paisaje es aquí un estado de ánimo

El prólogo de Gombrowicz al Diario argentino, un volumen que reúne los textos de su diario referentes a nuestro país, donde el autor polaco pasó veinticuatro años de su vida. "No es la descripción de Argentina, sino la de mi vivencia de la Argentina."

Por Witold Gombrowicz.

El diario que sigo desde hace catorce años consta de más de mil páginas. Forma tres gruesos volúmenes. El presente tomo, Diario argentino, comprende únicamente los textos referentes a la Argentina.

De ahí resulta cierta distorsión de la perspectiva. Quizá sea difícil leer correctamente estas páginas sin conocer el complemento, todo lo que en el diario escribí sobre el hombre, sobre el Arte, sobre Polonia, sobre Europa, sobre mí mismo y sobre tantas cosas mías.

No encontraréis aquí una descripción de la Argentina. Quizás incluso no reconoceréis sus paisajes. El paisaje es aquí “un estado de ánimo”. Este diario, a pesar de las apariencias, tiene igual derecho a la existencia que un poema. No es la descripción de Argentina, sino la de mi vivencia de la Argentina.

Argentina es aquí tan sólo mi aventura, nada más. Generalmente se dice de Argentina que no existe, o que existe pero no como una realidad, o que existe, sí, pero como algo aún embrionario, doloroso, desesperado… que el argentino todavía no ha nacido y de ahí su dolor y su vergüenza, etcétera.

Tales cosas, repetidas con demasiada frecuencia, me parecen poco veraces y harto exageradas. Prefiero mantenerme al margen de esa retórica demasiado patética. Estos apuntes del momento se hicieron además sin intención especial de penetrar el país. Escribo sobre mí mismo y no sobre Argentina: pero a veces ocurría que escribía sobre mí en Argentina. Son esas páginas la que integran el presente volumen.

 

¿La política?

Si casi no toco los temas políticos, si no me asocio con ese otro coro que hoy predomina entre los argentinos (“se nos explota económicamente, estamos en las garras del capitalismo internacional y de la oligarquía local”) es porque mi diario quiere ser lo contrario de la literatura comprometida, quiere ser literatura privada. Me parece que ese tipo de literatura es ahora necesario, sería extremadamente aburrido que todos repitieran siempre lo mismo y al unísono.

Y permitidme deciros que desde la perspectiva de la Europa central y la oriental la realidad argentina se ve de distinta manera.

¡Bah!, este diario mío es así, casual, a veces descuidado… inmediato… privado…

Jóvenes amigos argentinos: erais un pequeño grupo de muchachos extremadamente inteligentes y sensibles, inclusive talentosos. Me habéis mostrado tanta amistad sincera que os perdono las burlas hechas a costa de este viejo estrafalario… merecidas por lo demás… también yo me reía de vosotros a más no poder.

Después de mi éxodo de Argentina se creó algo así como una leyenda melodramática; resulta que el escritor reconocido hoy en Europa vivió en Argentina, humillado, despreciado y rechazado por el Parnaso local. Todo eso es falso. Yo preferí voluntariamente no mantener relaciones estrechas con el Parnaso, porque los medios literarios de todas las latitudes geográficas están integrados por seres ambiciosos, susceptibles, absortos en su propia grandeza, dispuestos a ofenderse por la cosa más mínima. Creo que por las mismas razones el Parnaso no se apresuró demasiado a trabar relaciones más estrechas conmigo. En fin, no es de extrañar: un polaco, desconocido en París, autor de cierta obra, con gustos literarios demasiado paradójicos, sospechoso y excéntrico.

Probablemente… si alguien se me hubiera acercado… si me hubieran dado una mano… Pero los únicos que se interesaban en mí eran los estudiantes. Y sin embargo yo también era como un estudiante que vagaba por las calles, sin empleo, desconectado, con una inmensidad de tiempo libre, vacío…

Hay que añadir, además, que cuando no se tiene una situación social, honores, reconocimiento, la gente joven se convierte en el único lujo; es la única aristocracia accesible.

En mi situación no podía sino elegir entre el lamento y la diversión. Escogí la diversión, pero confieso que quizás me divertí en exceso y demasiado bien.

Además, quienes sólo conocen Ferdydurke no saben que al correr de los años todo el complejo de problemas: juventud-inmadurez-forma, se volvió para mí cada vez más esencial y quizás más doloroso; no fue ya solamente la diversión, sino también las disputas y el doloroso esfuerzo espiritual oculto tras esa problemática.

Sí, mi diario argentino es una especie de salto de un tema a otro. Y, sin embargo, es cierto que Argentina se convirtió para mí en algo inusitadamente importante, conmovedor hasta lo más profundo. Pero no sé bien a qué se debe eso y en qué consiste. No, no miento y no exagero al decir que hasta hoy no he logrado despegarme de la Argentina.

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