"También hay belleza"
Rodrigo Ruiz Ciancia / Gentileza Filba
El Filba en La Abadía, hoy sigue
Sábado 01 de octubre de 2016
Ayer, el Filba aterrizó en La Abadía en una jornada coronada por la lectura de Mirta Rosenberg, que puede oírse completa acá. Un recorrido sobre lo que ocurrió. Hoy y mañana, siguen allí las actividades gratuitas.
Por Valeria Tentoni.
"También hay belleza", recordaría la poeta Mirta Rosenberg, entre las últimas frases que se oyeron en La Abadía en la jornada del viernes. En el centro de un festival que continúa hoy y mañana, el día en la antigua Abadía de San Benito estuvo reinado por ese género: "La poesía no sirve para nada: ese es su mayor valor", dijo.
Ella también había sido de las primeras en ocupar esos corredores, que dan a un pulmón verde asombroso, por la mañana, con un taller de poesía coordinado junto a Alejandro Crotto, prestando especial atención al trabajo sobre la métrica, esa matemática del ritmo poético.
"Desde las matemáticas hasta los algoritmos de Internet, pasando por la cosmología y el dibujo", los invitados de la primera mesa de la tarde, el Lit Lab acerca de literatura experimental. Mientras las lecturas uno a uno se sucedían en las celdas (con María Moreno, Sebastián Basualdo y Gabriel Dalla Torre recibiendo oyentes en intimidad para compartir un texto), Iván Moiseeff coordinaba el encuentro entre Valérie Beaudouin, Charly Gradin y Ral Veroni.
De ese modo se compartieron experiencias de OuLiPo (que hoy volverá a tener espacio en el festival, a las 17, también en La Abadía) con la tecnología desde los años 60, cuando comenzó a funcionar el grupo, hasta hoy: "La cuestión entonces era cómo inventar máquinas para generar textos, y nos dimos cuenta de que esas tentativas no han dado muchas cosas interesantes". "La idea principal de la OuLiPo es la de la potencialidad, busca experimentar formas nuevas e ir hacia zonas inexploradas de la literatura, dándose reglas para explorarlas", resumió.
También se habló de los proyectos on line de Gradin y Veroni. El escritor, crítico e integrante de Revista Planta compartió, asimismo, un poema construido con el buscador de Google como herramienta. "La escritura es una de las tecnologías más antiguas que inventamos, y es una herramienta también. Pensarla así también la baja de ese lugar de salvación, la acerca a la idea de artesanía", dijo. No fue la única "especie de poesía androide", como las llamó Moiseeff, que se recitó: Veroni también compartió textos realizados a partir de su proyecto "Teatrito Rioplatense de Entidades".
En ese mismo espacio, después, y mientras en la sala contigua de la biblioteca se iniciaba ya el encuentro sobre literatura y enfermedad con lecturas de Horacio González, Luisa Valenzuela y Vera Giaconi a sala llena, aterrizaron Benjamin Stein y Bernardo Carvalho -Vivi Tellas ausente- para pensar el lugar del escritor en la construcción de la ficción. ¿Cómo tomar el cuerpo de ese otro que es el personaje creado? Carvalho contó la experiencia de escritura de su novela Nueve noches: "Este personaje cambió mi manera de escribir, creó un método para mí con el que empecé a escribir las novelas siguientes", dijo, sobre la historia de ese antropólogo que narró.
"Todos nos contamos nuestras propias memorias a nosotros mismos. Armamos imágenes con las que podemos vivir", se oyó en el intercambio. "No soy un escritor de personajes, en general, es muy raro que escriba un libro en el que el personaje esté en primer plano, pero cuando lo hago escucho mas simple, tengo el 50% del trajo hecho", dijo el brasileño. Y agregó: "No me interesa la empatía". Stein se apuró a pronunciar un "¡¿Qué?!", y comenzó el debate.
"Tiendo a escribir libros en los que se cree una ilusión y se intente destruir esa ilusión a la vez. Me gusta más que no te identifiques con el personaje que que sí", explicó. "Yo no diría que la empatía es lo mismo que la identificación", lo cruzó Stein. El alemán dijo: "El escritor se tiene que poner en los zapatos de sus personajes. Es una deuda que tiene con ellos". Y celebró la posibilidad de vivir muchas vidas y de elegir el momento de la vida del personaje en el que se vive al escribirlo. "Lo importante para mí, mas que la verdad, es la búsqueda de lo desconocido. La ficción para mí es la manera de buscar algo que no conozco", agregó el autor de Reproducción.
Afuera anochecía, la humedad cubría las plantas y árboles del patio. Los visitantes recorrían la biblioteca abierta o tomaban café mientras esperaban por las lecturas en las celdas. Rae Armantrout, Matías Moscardi, Cuqui, Oscar Fariña, Anahí Mallol, entre otros, ocuparon de a pares los espacios reducidos para leer ante un puñado de oyentes que se iba renovando. Ante ese río humano se producían los contrapuntos, y las voces se superponían como cantos gregorianos distorsionados.
Después, un recorrido de slamers enmascarados guió al público por diferentes puntos de la Abadía, en un recorrido imponente. Hasta llegar al mismo lugar, pero a otro: las luces del auditorio, que durante la tarde habían recibido a los escritores y al público, rabiosamente blancas, habían sido suspendidas.
En su lugar, sobre una antigua mesa de madera, una luz amarilla de escritorio. Una temperatura suave y tibia para recibir a la autora de El paisaje interior.
En el día del traductor, Mirta Rosenberg -quien ha traído a nuestra lengua voces como las de Katherine Mansfield, William Blake, Walt Whitman o Emily Dickinson- comenzó su recital con un texto de largo aliento en el que se refirió a ese "enorme trabajo de acarreo": "El traductor busca una tregua entre lo que el otro dijo y lo que digo yo", leyó.
Acto seguido, compartió una breve selección de poemas provenientes del libro en el que está trabajando ahora, Cuaderno de oficio, en la que el tema predominante fue la pregunta por cómo abordar el género al sentarse a escribir.
"Siempre me imaginé la poesía como un territorio / mejor aun, una isla. / Es como si fuese una reserva / a donde todos podríamos recurrir / cuando haya escasez de sentimiento en el mundo / e incluso de pensamiento", arrancó la sección.
Acá la pueden escuchar completa: