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Pasión y multitudes

Un panel de lujo sobre literatura y fútbol integrado por Juan Sasturain, Joca Reiners Terron y Eduardo Sacheri, moderados por Juan José Panno.

Desgrabación: Gastón Fernández.

Juan José Panno: Buenas noches, gracias por estar acá. Gracias a la gente de FILBA por invitarnos y en lo individual agradezco poder compartir esta mesa con grandes jugadores. Los voy a presentar: Juan Sasturain es de Gonzáles Chaves, nació hace un tiempo. Es el autor del ciclo de memorias Zenitram, La mujer ducha, Arena en los zapatos. Ha hecho folletines y son maravillosas sus contratapas en Pagina/12. Es el señor de los libros, lo vemos en televisión en Ver para leer, donde se reveló como un extraordinario actor. Alguna vez tuve la suerte de poder jugar en pared con él en Pagina/12, donde ha escrito maravillosas crónicas deportivas. Recién hablábamos con Joca de que la literatura en el periodismo brasileño, la literatura futbolística, está en las crónicas deportivas. Acá en la Argentina, aunque haya otros desarrollos, también está en la crónica deportiva, y Juan es uno de los mejores exponentes. Es más, tengo guardada alguna nota que firmamos a dúo y que yo le digo a todo el mundo que la parte que escribió él es la parte que escribí yo. Pero mucho no me creen.

Eduardo Sacheri, mediáticamente famoso porque la película El secreto de sus ojos basada en un libro suyo ganó un Oscar, es el autor de un libro maravilloso que se llama Esperando a Tito. Además es profesor de historia, tiene escritos varios libros vinculados al deporte, muchos cuentos deportivos. Es el responsable –diría yo jugando en tándem con Alejandro Apo– del crecimiento que ha tenido la literatura deportiva en los últimos años. Desde que Alejandro Apo empezó a leer los cuentos de Eduardo Sacheri en su programa Todo con afecto, la literatura deportiva creció muchísimo y a su sombra aparecieron muchos jóvenes escritores. Es un país muy raro porque debe ser el único del mundo que tiene escuelas de periodismo deportivo, muchas hace varios años. Es el único país del mundo que tiene una editorial dedicada exclusivamente a cuestiones deportivas (Ediciones Al arco) fundamentalmente referidas al fútbol.

 

Finalmente el invitado de lujo, el que sabe de todo esto es Joca Reiners Terron, que es paulista, hincha del San Pablo. Ha escrito poco sobre fútbol, pero entiende mucho y sobre todo entiende cómo funciona el fenómeno de periodismo deportivo. Recién me dijo una frase extraordinaria: en las familias brasileñas suele decirse “si no estudiás vas a ser periodista deportivo”. Algo de eso me ha pasado a mí por ejemplo.

Estos son los jugadores. Seguramente Joca además nos va a hablar de Damiao, de esa jugada extraordinaria. Estuvimos un rato largo tratando de ponerle un nombre a esa jugada que hizo este jugador brasileño contra Argentina. Y Sacheri quizás nos pueda hablar de Independiente, que es el club de sus amores y además viene de la cancha.

No quiero extenderme mucho más porque como pasa siempre con estas cuestiones del fútbol y la literatura, hemos estado con el negro Fontanarrosa, con Juan y con Eduardo en mesas de este tipo. Todos nos apurábamos mucho para decir lo que teníamos que decir para que hablara el negro. El negro Fontanarrosa no está, pero está Sacheri, está Joca y está Juan y ellos tienen mucho para contarles a ustedes. Así que la pelota está acá arriba de la mesa.

Eduardo Sacheri: Bueno, me hago cargo sobre todo para responder esa risa socarrona de Sasturain con respecto a mi dolor por una nueva derrota de Independiente que tuve el disgusto de presenciar solo en parte. Debo agradecer al festival, entre otras cosas porque solo vi en vivo el primer tiempo, el segundo también lo vi pero por televisión aquí cerca para llegar a tiempo. Me quedé pensando en lo que decía Panno sobre una marca de identidad, de cómo me inicié yo en este mundo de la literatura futbolera que tiene mucho que ver con la radio. Como él mismo mencionó, yo soy licenciado en historia, mi vida transcurría exclusivamente dando clases en la universidad y en escuelas secundarias. Hace unos cuantos años me empezó a interesar escribir cuentos sobre el mundo que vive a mi alrededor. Creo que de esa manera llegué a escribir sobre fútbol. En lugar de imaginar historias extraordinarias en universos muy distantes, me interesó seguir la línea de escritores argentinos dignos de tal nombre; no es mi caso, sino el de la gente que sí sabe escribir y que a mí me gustaba leer. Me interesó buscar la literatura en el mundo de acá a la vuelta. Y en ese “acá a la vuelta” el fútbol aparece como una experiencia muy fundante de muchas vidas comunes y corrientes. Nos gusta jugarlo, nos gusta verlo, nos gusta hasta padecerlo, como en el caso de mi experiencia hoy en la cancha. Creo que esas experiencias muy básicas nos sirven como un lente a partir del cual interpretamos al mundo. No siempre pensamos en el mundo de alrededor de manera directa, a veces nos posicionamos de manera tangente. Y creo que el fútbol nos ofrece esa posibilidad de vivir y de reflexionar sobre otras cosas a partir de códigos, metáforas, imágenes, relatos que toman el fútbol en primera instancia aunque hablen de otra cosa en segunda instancia. Creo que así es como el fútbol se vuelve materia literaria. Y creo también que, puesto a reflexionar por qué los últimos años en la Argentina hay una literatura que toma al fútbol como asunto, un motivo que encuentro es que en los últimos quince o veinte años la literatura se ha pluralizado en este país: hay más autores, más editoriales. Hasta cierto punto hay un fenómeno a la inversa de una gran concentración editorial, pero hay más chances de publicar que otrora, entonces eso permite que proliferemos los autores publicados. Y en esta proliferación se han abierto un montón de opciones temáticas. Eso pensado desde el punto de vista de la literatura. Desde el punto de vista de la atmósfera cultural o de la atmósfera social, la literatura vinculada con el fútbol ha tendido a crecer en una época en que el fútbol ha cambiado mucho. Me refiero al fútbol profesional, al fútbol de espectadores, ese fútbol que puebla los medios de comunicación. Me da la impresión de que hasta cierto punto la literatura futbolera empezó a funcionar como un refugio, como un cobijo, como un bunker en el cual resistir a ciertas cosas que desde el mundo del fútbol, a la persona a quien le gusta mucho el fútbol empezaron a disgustarle. Esto con todos los riesgos que conlleva. Lo que estoy diciendo nos pone casi en la antesala de una mirada nostálgica y de la contemplación de un cementerio, de un “qué bueno aquellos viejos tiempos”. Y donde lleguemos a una conclusión así, creo que la literatura en sí se agota. Creo que cada vez que la literatura engancha un callejón directo a algo se está equivocando. Pero me parece que esos son dos motivos que tiendo a identificar como posibles razones de proliferación de textos futboleros.

Juan José Panno: Acuerdo absolutamente con esta cuestión del espíritu amateur de la literatura, del rescate del espíritu amateur del fútbol en defensa del súper profesionalismo. Me parece que esta es la razón que hace que, en general, en la literatura el fútbol no sea tan profesional. Y no necesariamente porque haya que volver atrás a la infancia, a los picados y a los potreros, sino porque hay un sentimiento de un espíritu amateur que es el que también tienen los propios jugadores profesionales. Es equivocada la idea esta de que los jugadores de fútbol juegan solamente por la plata. No es verdad. Esto se plantea más o menos así en la Argentina, habrá que ver cómo es en Brasil, que en materia de fútbol la verdad que saben un poquito.

Joca Reiners Terron: Hola, buenas noches a todos. Gracias por la invitación. En Brasil hacemos una distinción muy general sobre la literatura argentina, sobre la presencia del fútbol en la literatura argentina. Brasil ha sido siempre un país donde la vida, a pesar del crecimiento económico, sigue teniendo grandes tasas de analfabetismo. De algún modo el fútbol está presente como tema en la literatura brasilera, pero circunscripto a un universo de regionalismo deportivo. Hay una presencia esencial del fútbol en las crónicas diarias, publicadas por todos los diarios brasileros, todos los diarios brasileros tienen muchos cronistas. Yo gozo de felicidad por la presencia mínima en toda la ficción, en los personajes deportivos o historias y narrativas ficcionales respecto del fútbol. De algún modo el fútbol en Brasil es una gran narrativa social que acontece cotidianamente. El taxista que habla con un cliente, un peluquero mientras afila la navaja… el fútbol tiene una narrativa permanente en todos. Está también esa contradicción del brasilero que habla de más y lee poco. Por eso es tan actual la aparición del fútbol en la literatura brasilera. Tenemos una rica tradición de periodismo deportivo a través de la crónica que curiosamente nació en los años cuarenta y en los años cincuenta a través de una generación que coincidió con grandes narradores brasileros, y que también tienen una presencia, una producción periodística sobre fútbol maravillosa. Hay un libro llamado La sombra de los botines inmortales de Nelson Rodrigues que es bellísimo. El hermano de Nelson Rodrigues, Mario Filho quien dio nombre al Maracaná, fue conocido esencialmente como un cronista deportivo. Él apenas escribió pero su importancia era tan grande que da nombre al estadio Maracaná. Mario Filho también es autor de un libro único en la literatura brasilera que precisa la posición del negro en el fútbol brasilero, es un estudio antropológico apoyado en el periodismo, que trata la importancia del negro en la fundación del fútbol. Se llama O Negro no Futebol Brasileiro. En cuanto a la cuestión de la ficción, a mí me gusta pensar por ejemplo que los norteamericanos tienen otra literatura sobre béisbol. Siempre me pregunté cómo eso no existe en Brasil. Siempre pensé que es esencial al crear el utilizar el deporte. El deporte como elemento ficcional, esencial, preciso del fracaso. A pesar de Brasil pentacampeón y todo ese acontecer, me parece que cuando no hay fracaso, hay poco espacio para la imaginación. Porque estás en una isla efectivamente. La presencia del fútbol no existe en la ficción, como tampoco existen las historietas. Yo recuerdo perfectamente un gran personaje de fútbol de la década del setenta, de un dibujante argentino que era José Luis Salinas. Una historieta horrible y maravillosa. Eso de algún modo traduce las diferencias entre la presencia del fútbol en la ficción en Argentina y en Brasil, donde apenas había no ficción. El texto literario tiene alguna presencia que da vida. Durante los últimos años ha habido un cambio de panorama en el siguiente sentido: comenzaron a circular narraciones que cuentan biográficamente historias de diferentes jugadores. Eso rinde, es un gran fenómeno editorial que se inició con la biografía de Garrincha, un libro llamado Estrella solitaria que vendió muchísimo y fue un éxito. Hoy en día existen diversas colecciones en varias ediciones que se concentran básicamente en contar historias de grandes jugadores. Todos los grandes jugadores de la época romántica de los años cuarenta, cincuenta y sesenta tienen su historia tratada biográficamente. Hubo otra gran colección de no ficción llamada Camisa 13, que cuenta historias de diez equipos brasileros. Entonces llamaron a grandes periodistas, cada uno conocedor de un determinado equipo, y los invitaron a escribir un libro sobre la historia. Periodistas –y no escritores de ficción– fueron convocados a contar historias de esos equipos y esas historias son muy regionales porque obviamente son hinchas, no está la visión historiadora, el espíritu de historia, es la historia de la afición apasionada. Últimamente nosotros tenemos mucho mejores libros de ficción de escritores brasileros que hablan de fútbol como subtema. Andrés Santana, hijo de Sergio Santana, uno de los mejores escritores brasileros de los setenta, publicó una ficción que se llama algo así como El paraíso es bien macanudo. Es un libro enorme de 600 páginas con la historia de Mané, un jugador brasilero completamente idiota, estúpido, pero que tenía una gran habilidad para jugar. Tiene mucho éxito y consigue jugar en Alemania, donde tiene éxito en el fútbol durante un tiempo. Después fracasa porque lo capta secta islámica que lo convence de ser un hombre bomba y le promete el paraíso. Quieren convencerlo de que ponga una bomba justamente en el estadio durante un clásico para matar mucha gente. Es un libro que está engrasado, la literatura de Andrés está engrasada porque de algún modo el léxico, las palabras, el universo léxico es muy chico. Usa cerca de 50 palabras para escribir una novela de 600 páginas en primera persona. Es un gran delirio de 600 páginas compuestas con 50 palabras que de algún modo traduce una cierta idiotez, una ralentización del uso oral muy característico de los jugadores. Bueno, este es para mí el panorama.

Juan Sasturain: El fútbol se ha ido abordando de distintas maneras. Acá en la Argentina lo vemos desde lados diferentes. Probablemente las razones por las cuales se ha popularizado la posibilidad de escribir con el tema del fútbol en los últimos años son las que menciona Eduardo. Además probablemente porque el fútbol es lo que ya no se puede evitar, hay un grado de invasión futbolera, es insoportable la cantidad de fútbol que hay por todos lados a través de los medios. Comparado con veinte años atrás, entró en la casa definitivamente, todos los días a toda hora. Además atraviesa toda la sociedad. Antes era patrimonio de los hombres a partir de la adolescencia en adelante, hombres que hablaban de fútbol. Hoy en día no. Atraviesa toda la familia. Antes algunos pensábamos que tanta televisión iba a sacar a la gente de la cancha, pero no es cierto, va cada vez más gente a la cancha. Me parece que se ha convertido en un tema social y en algo inevitable: no se puede dejar de hablar. La sociedad está atravesada por eso. Además, una variante de lo que decía Joca del fracaso: cuando la literatura se acerca a ciertos temas, al análisis, al estudio, a tomarlo como objeto de estudio y no de ficción, cuando un fenómeno entra en crisis o ya tiene una historia, ya tiene un pasado, una trayectoria en la que se puede marcar una década de oro y una decadencia. Entonces ahí es cuando la sociología o la psicología o “los intelectuales” se acercan para analizarlo en tanto y en cuanto tiene alguna resonancia. La trayectoria del fútbol argentino, como la trayectoria del tango, la trayectoria de nuestra economía y la trayectoria de nuestro cine dibujan unas subidas y bajadas que tienen que ver con nuestra historia económica, nuestra historia política. Entonces estudiando el fútbol se estudia todo, estudiando el cine se estudia todo y estudiando el tango se estudia todo.

En cuanto a la ficción, la poesía y el ensayo, yo creo que es una cuestión de permisos sociales, que en determinado momento la literatura se da permiso para hablar de ciertas cosas, ilumina ciertos temas. Solo eso. No creo que antes los escritores no fueran hinchas de los equipos, lo que pasa es que no escribían sobre eso. Todo el mundo era hincha de un equipo y le interesaba. Pero por ahí no era tema de desarrollo y reflexión. También la gente siempre hizo el amor pero no se contaba lo que pasaba entre las sábanas, en determinado momento se empezó a hablar de eso. Con el fútbol pasa eso también, es un permiso social. Es una cuestión de costumbres y sentido común de la época. En el campo de la cultura y en el campo de las bellas artes esos códigos son muy fuertes. Lo mismo pasa a la inversa. El otro día en una charla decían que parece que hay ciertos temas que no son pertinentes, con los que no se puede hacer literatura. Sabemos que no es cierto. La literatura no está hecha, la literatura es forma, es cómo. Depende de qué se haga con eso. Pero a la inversa también a veces se supone que hay ciertas formas de expresión que no pueden ser portadoras de ciertos temas. Ayer escuche la afirmación de que no se podía hablar de filosofía por televisión. Mentira, no es cierto. Se puede dar clases por televisión, tranquilamente, perfectamente. O que las historietas sirven nada más que para contar aventuras. No. Las historietas sirven para que los autores que sean capaces de utilizar ese instrumento y que lo hagan para contar lo que quieran. Es decir que no hay temas no pertinentes o sin suficiente entidad, sino que hay autores. Y lo mismo con los medios, cuando nació el cine se pensaba que servía para determinadas cosas nomás. Lo usaban para entretenimiento, para mostrar ciertos fenómenos, para curiosidades. Luego se convirtió en portador de obras de arte, en tanto y en cuanto se descubrió el montaje y dejó de ser dependiente del teatro, empezó a contar de otra manera. Encontró su propio lenguaje, su propio léxico. El fútbol también, en el fútbol está todo. Lo que pasa es que el fútbol siempre ha tenido mala prensa tanto por derecha como por izquierda. Por izquierda siempre ha sido –y en gran medida es un argumento lindo para discutir– el opio de los pueblos. Por izquierda el fútbol siempre ha sido alienación, ha sido ese aspecto puramente alienante. Por lo tanto hablar de fútbol era darle identidad a algo que era, en el fondo, ideológicamente perverso. Era perder tiempo en pelotudeces. Y por derecha, tradicionalmente, el fútbol era cosa de negros. No era cosa de gente culta. Porque era el espacio de la pasión desatada, del descontrol, que se asociaba con las políticas más demagógicas. El mismo público de la cancha era el que votaba sin pensar.

Tenemos evidencias en la práctica, sin discutir la teoría, de que no es así. Como siempre, depende de quién haga qué cosa con qué. En nuestra literatura hemos tenido la oportunidad a lo largo de estas décadas de ver que el tema futbolero puede motivar y puede generar verdaderas obras que han tenido entidad artística, que son verdaderas obras literarias. No porque hablen de fútbol. Incluso algunos dirán: a pesar de que hablen de fútbol. Lo importante no es el tema, sino el tratamiento. Lo que podemos ver en la otra entrada es de qué manera ha entrado el fútbol.

Juan José Panno: Vos tenías algunos materiales también que estoy pispiando desde acá: “Lionel Messi, autor del Quijote”. Yo no sé si conocen este texto que es maravilloso a propósito de un gol que hizo Messi similar al que había hecho Maradona a los ingleses. Sin necesidad de leer, sí podemos aportar a la lista que nos planteaba Joca algunos autores argentinos a los que indirectamente hacía referencia Juan, como el negro Fontanarrosa, que en la literatura deportiva está en el podio junto con el gordo Soriano, con Sacheri y con Juan Sasturain. Por lo menos en la literatura que toca de alguna manera o hace referencia al fútbol. En ese sentido hay algunos textos maravillosos de Fontanarrosa, cuando Joca contaba la historia de Mané, yo me acordé inmediatamente de Área 18, la novela de Fontanarrosa sobre un equipo una multinacional que va a jugar por el mundo, un libro extraordinario y desopilante como todos los de Fontanarrosa.

Público: Que hacía referencia a un estadio brasilero, el Bombasí. La parábola que trazaba era que donde iba a jugar el equipo de Área 18 era el Bombasí, como refiriéndose a los nombres de los estadios brasileros.

Juan José Panno: Ahí había un jugador brasilero, en ese libro, que había tenido una actuación extraordinaria en un partido en el que se había resbalado y había caído por una escalera. Entonces antes de cada partido el tipo se arrojaba desde un segundo piso y terminaba destruido. Un delirio extraordinario. Si estuviera el negro Fontanarrosa acá inmediatamente hubiera contestado al pelado Marchetti brasileño con el Maracanazo de ’50 como una posibilidad de desarrollo literario extraordinario, si bien es cierto que luego se fue limitando por la suma de éxitos. Nosotros en cambio sí tenemos varios Maracanazos en nuestra historia y esto justifica también la proliferación de la literatura deportiva. Es curioso esto, pensaba en cómo se da este fenómeno de la narración oral en el fútbol que en realidad me parece que nosotros más que vocación de narradores del fútbol, de contar lo que pasa en el fútbol, tenemos vocación de directores técnicos para cambiar lo que está pasando, no para contar lo que pasó. Estos somos los malos. Me parece que eso hace que los buenos se dediquen a la literatura para contar lo que pasó o lo que podría pasar o para delirarse como se delira Fontanarrosa. Pero en realidad me parece que nosotros queremos más modificar lo que hay, queremos ser más directores técnicos que narradores de lo que está pasando.

Juan Sasturain: En el caso de Eduardo, esto es muy interesante para ver, que son novelas con fútbol pero no es de fútbol el tema. Es decir que lo futbolero, los personajes pueden ser futboleros y eso incide en su vida, en sus conductas, en ciertos lugares de comportamiento, pero no son necesariamente de fútbol. Por qué no contás un poquito que pasa en tus novelas, por ejemplo en la última.

Eduardo Sacheri: Tal vez es cierto eso que decís Juan en general, y no solo en lo que yo escribo sino en todos los que hacemos ficción con algo de fútbol, me parece que nos pasa un poco a todos. Me parece que el fútbol nos permite hablar de otras cosas al mismo tiempo y que el meollo de lo que queremos decir está ahí atrás. Y el meollo de lo que el lector encuentra creo que también está atrás. Aunque transitemos placida y felizmente por el fútbol para llegar a ese atrás. En el caso de esta última novela Papeles en el viento que publiqué hace poquito se trata de la muerte, de la amistad, del modo en que la muerte de un amigo nos impacta, nos detiene, nos paraliza y el modo en que el paso de los días nos vuelve a poner en marcha. Me parece que habla de eso la novela, o eso intenta. Dicho así suena como “mira qué tema”. Pero son cuatro amigos que tienen 40 años, la novela empieza con la muerte de uno de ellos cuatro. A los cuatro les gusta mucho el fútbol, los cuatro son hinchas del mismo equipo, Independiente, pero no es casual que sean de Independiente. Son de Independiente en una época en que a Independiente no le va bien. Entonces volvemos a esto de escribir desde el éxito o si es materia literaria el éxito o la derrota…

Juan Sasturain: Es como los poemas de amor, no hay poemas de amor que canten al triunfo…

Eduardo Sacheri: “me levante y soy feliz” por ejemplo, no hay ninguno así. Del mismo modo que ningún  cuento de fútbol arranca diciendo: “ganamos”. Entonces daba que fueran de Independiente en un momento en que, así como hay uno que agoniza y muere, a Independiente le va muy mal. Había una rima posible entre las dos cosas. Por otro lado, y esta es una necesidad de escritor,  a mí me gusta que haya un conflicto o algo para resolver que te planteo al inicio de la historia y que a vos como lector te interesa ver qué sucede. Y lo que tienen estos tres sobrevivientes para resolver es que el amigo muerto no tuvo mejor idea que invertir todo su dinero, que no era poco, eran como 300 mil dólares en comprar un jugador de fútbol de 17 años que parecía destinado a triunfar. Son cosas que suceden, después lo venden a Europa por 10 millones de dólares y el tipo se ganó 9.700 millones. Antes invertían en caballos, ahora invierten en jugadores. Este tuvo la idea de comprar un jugador de 17 que parecía que iba a explotar, parecía que iba a ser una estrella y parecía que iba a ganar millones pero solo parecía. Cuando lo conocen es un desastre que no le mete un gol a nadie y juega en un equipo miserable del interior del país. Y mientras yo lo cuento, yo mismo me aligero de la angustia que me provoca la muerte inicial de mi personaje. Porque a medida que estos tienen que hacer esto se van soltando y yo me voy soltando con ellos y en el fondo espero que la historia siga hablando de lo que la muerte nos hace, de lo que la muerte nos deja, de lo que la muerte nos quita, pero de un modo tangente, de un modo que se oxigena con estas otras cosas que tienen que ver con el fútbol. Que creo que es algo que muchas personas usamos del fútbol, o sea para lo que me sirve a mí el fútbol, como persona, no desde lo literario. A mí me sirve para eso. No es lo único, pero es una de las cosas que me sirven para entrarle a los grandes temas sin darme cuenta que le estoy entrando. En poder sacar a ventilar lo que me pasa sin ponerle las palabras exactas de lo que me pasa, como la literatura. Cuando vos lees no te limitas a asomarte a un mundo que te es ajeno, te asomas a tu propio mundo usando eso como trampolín. Yo creo que el fútbol lo usamos también para eso.

Juan José Panno: Leénos algo Juan.

Juan Sasturain: Voy a leer un soneto publicado el 16 de julio del 2006, el día que le hicimos seis a Serbia en el mundial de Alemania, con el famoso de Cambiasso. Está dedicado a Tomas que estaba cachuzo en esa época. Esto tiene que ver con la utilización ocasional de la poesía, al estilo, siendo modesto, al estilo quevedesco. Precisamente por ser un homenaje a Quevedo empieza así.

Cerrar podrá mis ojos la postrera
sombra que, como a Quevedo un día,
me lleve cruel y sin melancolía,
borre el amor, el sueño y la quimera.

Mas no podrá borrar la futbolera
pasión que saturó noches y días
con penas varias, genuinas alegrías
de tablón o de Fútbol de Primera.

Esto de Gelsenkirchen, imagino
crecerá con el tiempo, como acaso
mejoran los recuerdos y el buen vino.

Nada podrá eclipsar ese pedazo
de gol monumental, bordado y fino,
tras veinticinco toques, de Cambiasso.

Este lo escribí cuando Diego cumplió 40, en el 2000:

No me mueve, mi Diez, para quererte,
ni el gozo que nos diste por partido,
ni aquel gol, ni el ocaso tan temido,
ni el fantasma reciente de la muerte.

Nadie aspira a que zafes, ni perderte
será el triunfo previsto del olvido.
Ya nos alcanza con que hayas nacido
en Fiorito. Tenemos esa suerte.

No fue capricho de un destino ciego
–que a algunos sí y a otros no perdona–
que no naciste inglés, chileno o griego

sino hijo del caño y la rabona.
Amo el potrero, ese jardín sin riego
donde fuiste posible, Maradona.

Juan José Panno: Dejame decirte algo de Gelsenkirchen que fue el lugar donde se produjo este gol de Cambiasso. A mí me había tocado ver en Gelsenkirchen el partido que Holanda le ganó a la selección argentina en el mundial del ’74 por 4 a 0. Yo ya en el mundial del ’74 iba a cubrir mundiales, no es que me llevaban en brazos. Recordé cuando escribí el mismo día que Juan escribió esto desde acá. Yo estaba como enviado de Pagina/12 y escribí desde Alemania sobre las sensaciones de aquel día, de todo lo que había esperado en esa misma ciudad de Gelsenkirchen para llegar a este gol. Y mencionaba, a esto voy, a otro de los más grandes periodistas que ha escrito sobre fútbol haciendo literatura que es Osvaldo Ardizzone. Yo vi el partido al lado de él que trabajaba para la revista El gráfico. Y a cada rato me decía: “¿cuándo se termina esto nene?” Cuando se produjo ese gol de Cambiasso y ese triunfo y esa goleada de Argentina en ese lugar, Gelsenkirchen, escribí en la nota, pasó a ser una buena palabra y quedará registrada en los tiempos como una palabra de gloria en contraposición con la otra del fracaso. Pero si hubo algo de literatura en lo que yo escribí en ese día, no nació del éxito de ese día, sino del fracaso del 4 a 0. La compensación del fracaso.

Joca Reiners Terron: Yo no acompaño a la selección brasilera, yo soy de San Pablo. Entonces los que acompañan a la selección brasilera en Brasil son aquellos que no van a ver fútbol. Creo que existe una confianza en el fracaso como motor narrativo justamente porque acuerda con la influencia de la selección brasilera y también de diferentes equipos. Yo creo que la única crónica de fútbol que escribí en la vida hablaba justamente de cuando Zico, Socrates, Falcao entraban al túnel del estadio del Mundial del 82. Hablaba de como yo y mis amigos siempre seremos los que estábamos con barba, iguales a ellos en homenaje. O sea gracias al fútbol que tiene ese carácter. Así como los  motores, los temas básicos de la literatura son la muerte, la lucha, el fracaso, que son los temas bíblicos por excelencia o los temas literarios por excelencia. Estos mismos elementos componen el universo del fútbol, están presentes. Así es como ha abordado el fútbol en un escritor de ficción argentino en un cuento, Fabián Casas un escritor joven de aquí. Está incluido en su primer libro Los Lemmigs y se llama “El relator”. Cuenta un encuentro entre un padre y un hijo que comparten un sentimiento generacional, la relación entre padre e hijo que no es precisada en ningún momento en la historia. Pero el hijo que narra la historia está con su padre que está saliendo de un baile donde acababa de bailar tango con su enamorada, un señor de más de 70 años. Ellos dos están yendo al estadio de San Lorenzo a ver un partido. En aquel día van a ver a un jugador estrella que contrató San Lorenzo y es goleador. Lo que pasa es que nada acontece en la historia. Pero es el encuentro entre un padre y un hijo, donde hay un sentimiento entre los dos. Los dos andan por el estadio y el padre del chico, que es el relator, comienza a narrar, a hablar porque está excitadísimo por esa noche de tango con su enamorada y también con los jugadores. Y el comienza a hablar, a hablar, a hablar y cuando los dos llegan al estadio, cuando el equipo de San Lorenzo entra a la cancha hay una especie de epifanía, un satori donde el padre pega el brazo de él y en ese momento se siente unido con el hijo. Y ahí termina la historia, no sé sabe si San Lorenzo ganó o perdió. Un final cortado, hay muchas historias con fútbol y sentimiento, el fútbol es una historia de escenario, el tema esencial ahí es justamente el tema de padre e hijo.

Juan José Panno: Seguramente ustedes tienen preguntas para hacerles a los amigos.

Público: Una preguntita para Eduardo. Por lo que comentabas recién y porque estoy leyendo la novela, ¿usas el fútbol como un catalizador? ¿podés decir que es un catalizador de la historia?

Eduardo Sacheri: La verdad es que no me lo planteo. Pero evidentemente, no siempre pero a menudo, el fútbol me ofrece soluciones literarias a problemas que puedo llegar a tener con la historia que quiero narrar. Porque me permite construir o terminar de construir determinado mundo, como es el caso de esta novela. Es más fácil este mundo que quiero narrar con este telón de fondo de fútbol que sin él. Entonces me permite eso. Estaba  pensando en el caso El secreto de sus ojos. El libro La pregunta de sus ojos no tiene fútbol, yo no le puse nada de fútbol voluntariamente, porque no quería quedar tan pegado al tema del fútbol. En la novela al sospechoso del crimen lo detienen viajando accidentalmente en un tren sin boleto. Cuando estábamos escribiendo el guión con Campanella me dice: “yo quiero que lo detengan de otra manera”, “¿cómo querés que lo detengan?”. “en una cancha de fútbol, Sacheri, a vos que te gusta tanto escribir de fútbol quiero que instales la detención del sospechoso en una cancha de fútbol.” Por eso digo que a veces para nosotros, no solo para mí, en este caso para Campanella, le daba al tema una resolución visual en el caso de Juan que él deseaba. Campanella no se imaginaba toda la pesquisa previa, eso lo logré escribir después para terminar en el estadio. A él le encantaba la cosa de resolución visual que tiene el fútbol, es lo que uno ve en el cine y te quedas pasmado que viene la imagen aérea sobre la cancha de huracán y terminas en la cara de Darín y yo que sé. En ese caso sería un catalizador visual para Juan.

Juan Sasturain: Ahí terminás usando un recurso que es detectar las características de un personaje por los nombres que usa, que yo lo use en Arena en los zapatos. Allí hay un personaje que se inventa un apellido chileno. Se inventa un nombre y se llama Lionel Rojas Fuyu y tiene es falso ese nombre. ¿Por qué?, porque ese nombre es inventado, son tres jugadores de la selección chilena. Eso son cosas que uno tiene porque lo tenés en el bocho, entonces se te ocurren ideas por ese lado.

Eduardo Sacheri: Yo creo que si. Puntualmente Campanella me pide que sea en una cancha, me pide por favor que haya pistas, pero que nadie se de cuenta de que son pistas hasta el momento en que se devele el misterio. Pero cuando no quería que cuando se devele el misterio los espectadores piensen que las pistas sean descabelladas, ni tampoco que el espectador detecte que son pistas antes de momento. Solo hinchas de Racing, en ese caso, con muchos años en sus espaldas se podían dar cuenta que Olenía había sido un jugador de Racing de los años ’60. Yo no tenía idea, le tuve que preguntar al padre de un amigo mío muy fanático de Racing que me dijera esas anécdotas pequeñas.

Juan José Panno: No tiene nada que ver con el fútbol ni con literatura pero quiero que cuentes cómo fue la grabación de esa escena que es extraordinaria. ¿Cómo se filmó la escena de la persecución en la cancha de Huracán?

Eduardo Sacheri: Esa escena son cuatro días de rodaje, cuatro noches de rodaje. La primera es la toma desde el helicóptero, la jugada que se ve desde el aire está guionada quiero avisarles. O sea en el guión decía el ataque de tal manera, a través de tales jugadores. En realidad en la cancha, sobre el flanco izquierdo, son actores haciendo de jugadores armando la jugada, del flaco derecho se hace por animación, por computadora, porque el helicóptero no puede sobrevolar las cabezas de los actores por seguridad. Pero los que llevan la pelota son actores jugando un poco al fútbol. El segundo día es la cámara esa que se pone en una grúa para que llegue a la tribuna. Y poco más que eso porque en la tribuna hay unos 400 extras nada más. Esto para desmitificar a los hinchas de Racing que dicen que lo que se ve ahí es una hinchada. No, son 400 extras que están rodeando a los actores principales para que mientras va la cámara en mano buscando al asesino se vean los extras. La imagen que vos ves todo alrededor de la cancha está hecha por animación computada. No había manera de pagarle a 40 mil extras, lo nuestro no era Ben Hur, era El secreto de sus ojos.

Juan Sasturain: ¿Pero el helicóptero sigue con una grúa, no?

Eduardo Sacheri: Del helicóptero a la grúa, de la grúa a la cámara en mano. Todo el resto de las siete tomas que son en total va con cámara en mano. Se eligió la cancha de Huracán porque es una cancha con muchos pasadizos y recovecos, en idas y en venidas. Yo se la venía sugiriendo a Juan la cancha de Huracán y él quería hacerlo en Racing.

Juan Sasturain: ¿Es futbolero Campanella?

Eduardo Sacheri: Campanella tiene menos fútbol que la revista Chacra. Pero el decía de hacerlo en Racing. Yo decía que la cancha de Racing es una cancha muy fácil de entrar y muy fácil de salir. Es muy linda cancha pero no podés hacer una persecución donde se suba y se baje la escalera de la calle a la cancha, de la cancha a la calle. Por eso se uso Huracán.

Juan José Panno: ¿Ninguna pregunta más? Entonces leamos

Juan Sasturain: Bueno voy a leer “Lionel Messi, autor del Quijote”.

(Lectura del texto)

Juan José Panno: Bueno creo que después de esto solo nos queda agradecerles a ustedes, a Joca por todo lo que nos ha enseñado y convocarlos a alguna charla sobre fútbol y literatura en la que van a estar seguramente Sasturain y Sacheri. Muchas gracias y buenas tardes.

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Invitada al festival de literatura Filba Nacional que se realizó en San Rafael, Mendoza, la autora de Las cosas que perdimos en el fuego (Anagrama) participó en un panel junto a Iván Moiseeff y Tálata Rodríguez en el que leyó el siguiente texto que tenía como eje los abismos y situaciones límites que marcaron su vida.
Un texto inédito de Mariana Enriquez
Jueves 14 de abril de 2016
Cóndores inconmovibles planeando bajo

En cada festival de literatura Filba, tanto en la versión nacional como en la internacional, un grupo de escritores es invitado a escribir un texto a partir de una experiencia que se vive en los días del festival. Esos textos se llaman “Bitácoras”. Presentamos aquí el que escribió Mercedes Araujo durante la última versión del Filba Nacional, que acaba de suceder en San Rafael (Mendoza).

Una bitácora del Filba Nacional

Viernes 23 de octubre de 2020
Mircea Cărtărescu: "La belleza está en todas partes"

Recuperamos algunas de las frases claves del encuentro entre el autor rumano y la periodista argentina Lala Toutonián, encuentro en el que se declaró admirador de Ernesto Sábato y Julio Cortázar.

Los destacados de la entrevista en #Filba2020

Miércoles 24 de agosto de 2016
"El lector es siempre el interés primordial"

El equipo del Filba, bajo la dirección de Gabriela Adamo, presentó la octava edición del festival. Se llevará a cabo en Buenos Aires y Montevideo y hay más de 100 participantes, entre ellos 20 autores internacionales, en talleres, mesas de debate, lecturas, performances, residencias, intercambios y cruces.

 

Se viene la octava edición

Miércoles 21 de setiembre de 2016
OULIPO: la literatura como juego

Este mes te podés sentar en la primera fila de un movimiento que tuvo en sus filas a Raymond Queneau, Italo Calvino y Georges Perec: tres integrantes visitarán Argentina y Caja Negra acaba de sacar un tomo completísimo de ejercicios de literatura potencial.  

Desembarco francés

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