"Los sentimientos sobrevivieron a la Internet"
Sábado 26 de setiembre de 2015
Mariano Blatt, Tao Lin y Luis Chaves conversaron alrededor de las nuevas tecnologías, de la escritura, de la música, el ritmo, las drogas y el reflejo de los cambios tecnológicos en sus libros.
Por Valeria Tentoni. Foto Rodrigo Ruiz Ciancia.
La rabiosa luminosidad y el aire acondicionado del auditorio de la Abadía generaban un efecto Cocoon, ayer, en la primera jornada del Filba Internacional en esa sede. Si J.G. Ballard, el homenajeado de la edición, hubiese aterrizado desde el más allá en ese jardín en que se cruzan, todavía, las obras en construcción y las siluetas majestuosas del edificio original, donde la vegetación insiste en su poderío, y hubiese bajado por la rampa hasta llegar a ese auditorio, podríamos apostar a que hubiese sonreído satisfecho.
Herejes en esa experiencia mística que puede ser, en oportunidades, la literatura, Tao Lin, Mariano Blatt y Luis Chaves conversaron en el panel "Nuevas lenguajes / Nuevos formatos" alrededor de las nuevas tecnologías y la escritura, del lenguaje y las modificaciones que recibió a partir de la irrupción de Internet en la vida de las personas, de la incorporación de estos elementos en las tramas y en las formas en que escriben estas tramas. De las drogas, del ritmo, de la velocidad. Y de los sentimientos.
Pablo Schanton, en su trabajo como moderador, proyectó extractos y subrayados de obras de los tres, que había previamente fotografiado (aunque el brillo Cocoon no habilitó el contraste suficiente como para que se pudiesen ver): tomó líneas de Salvapantallas, de Chaves, de la poesía de Blatt que ahora puede encontrarse reunida en el tomo que editó Mansalva, de Taipei, de Tao Lin, entre otros. Schanton expuso las citas en sistemas generadores de preguntas y logró una mesa orgánica, distribuida con justicia y delicadeza, a buen ritmo. Además de conseguir profundidad, fue simpatiquísimo y divertido.
Las primeras preguntas rondaron el asunto de los cambios en la escritura de las palabras a partir de los chats y los mensajes de texto. “Intuyo que ningún otro hecho cultural debe haber introducido tantas nuevas palabras en tan poco tiempo, tantos giros lingüísticos. Palabras lindas, palabras horribles, palabras que podemos detestar”, dijo Blatt, consultado a partir del uso de la “q” por “que” en algunos de sus poemas. “Hay palabras horribles, como ‘hashtag’, que nunca usaría y me parece que un poeta nunca debería usar. Los poetas tenemos que usar las palabras que están un poco al costado de las que usan los demás. Tenemos que ver cuáles usamos nosotros, cuáles les dejamos a los demás”, agregó. Para Chaves, este cambio comenzó antes de la aparición de Internet en nuestras vidas, con los teléfonos celulares: “Esa velocidad de escritura presentó nuevas posibilidades que están ahí, las puedes tomar o no”.
Schanton continuó la ronda preguntándole a Tao Lin por el uso de conversaciones de chat de Gmail en su libro Richard Yates. Le preguntó por la no aparición de emoticones en el texto. El autor explicó que se decidió por una redacción más bien tradicional de los diálogos porque perseguía similaridades con el correo de hace 50 años, y citó las cartas de Kafka a su novia. “Estoy pidiendo a los lectores que se enfoquen más en los sentimientos de los personajes que en la tecnología. Para mí Internet, si bien introdujo cosas nuevas, no cambió tanto la escritura porque me enfoco en los sentimientos, que han cambiado no mucho. Hay sentimientos similares en esas cartas de Kafka a los que hay ahora. Los sentimientos sobrevivieron a la Internet”.
También se señalaron, como en el caso de la “q” de Blatt, disrrupciones formales en el libro de Chaves, con estrategias de fast forward y procesos de zipeado narrativo. Para Schanton, es claro que en la novela de Chaves, Salvapantallas, las tecnologías funcionan como metáfora del modo en que utlizamos nuestras cabezas. “Estar frente a una computadora es como estar frente a un cerebro”, acordó el escritor de Costa Rica, que confesó ser un infiltrado en la mesa porque él, en la secundaria, llegó a tomar clases de taquigrafía. Sin embargo, empapado en su era, dice que si no hay conexión a Intenet ni siquiera enciende la computadora. No puede escribir. “Es ridículo, ¿qué tiene que ver escribir con que haya Internet? Pero hay algo que empieza a funcionar de esa manera…”
También los vínculos entre las personas empiezan a funcionar de otra manera: Tao Lin apuntó que, ahora, por ejemplo, si estás interactuando con amigos en un lugar, podés tener al menos dos narrativas sucediendo al mismo tiempo: “Estás hablando con las personas y luego está la otra narrativa, que existe en Internet. La de las personas tuiteando sobre lo que está ocurriendo. Así que se ha puesto más complejo”.
La mesa cerró con una conversación alrededor de la música y, más tarde, de la incorporación de las dogras en las tramas –los tres coincidieron en que les resultaba absolutamente natural hacerlo. “Para mí la poesía es, entre otras cosas, ritmo. Es muy importante la musicalidad en mis poemas; así es como los escribo, como sonido. Al mismo tiempo que los escribo los voy escuchando. Los poemas son el sonido que tenés en la cabeza”, explicó Blatt.
Una muy buena pregunta del público al final: un chico le consultó a Tao Lin por todo eso que llama “su presencia en Internet”, y por cómo la va a registrar o si planea registrarla en su totalidad. “Publicar toda mi presencia en Internet… Me gustaría hacer eso. Si un editor viniera y me dijera: publiquemos todos tus emails, todo, desde siempre, estaría interesado. Pero no habría edición, y buena parte de escribir es editar... Entonces sería como algo más performático”.
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