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"Cuando me pongo a escribir es la hora de la verdad y todo lo demás me importa un comino"

Juan Carlos Onetti

Esta entrevista no existe, es un montaje hecho con varias entrevistas que sí existieron. Como un Frankenstein, la voz del escritor uruguayo modula aquí algunas ideas esenciales. Todas las fuentes están linkeadas, así que se pueden continuar el viaje con el autor de El astillero siguiendo las direcciones. "Yo escribo para mí, por el placer que siento", dice en una.

¿Cuáles son los novelistas a los que siempre volvés?

—Faulkner, Balzac, que no se parecen nada… Cuando pesco un Henry James, gran admiración. Admiración no te digo. Cariño. La lección del maestro, te pongo por caso. Y Melville. El Bartleby, de Melville. «Prefiría no hacerlo…» ¿Te acordás? «Prefería no hacerlo…» La traducción es de Borges. Y otros, no sé… Es un entrevero. Depende de lo que me cae en las manos.

—Y entre todos, ¿cuál?

—Faulkner, Faulkner. Yo he leído páginas de Faulkner que me han dado la sensación de que es inútil seguir escribiendo. ¿Para qué coño? Si él ya hizo todo. Es tan magnífico, tan perfecto …

Entrevista de Eduardo Galeano, Revista El Viejo Topo

 

―¿Cómo recibís los premios y reconocimientos? El Cervantes, por ejemplo.

―He descubierto que, sin darme cuenta, hubo algo que esperé a lo largo de mi vida, y que, inesperadamente, me ha sobrevenido en España. No me refiero al Premio Cervantes en sí, ni a eso que llaman fama o gloria, sino a una forma de humanidad, de amistad, de cordialidad, de entendimiento que he encontrado aquí, y que dudo se prodigue en otra región de la tierra con tanta generosidad como en ésta. Digo estas palabras no sólo pensando en mí, sino en miles de hijos de América que han hallado su nueva patria en la patria de Cervantes. Que un hombre, a mi edad, se vea rodeado de pronto, sin merecerlas, por tantas formas de amor y de la comprensión, ya es, en sí mismo, uno de los mejores dones que el destino puede depararle, un regalo de los dioses, algo que, por desgracia, sucede muy pocas veces.

Discurso Juan Carlos Onetti, Premio Cervantes 1980, la pregunta es un injerto

 

―¿Por qué y para qué escribir?

―La única respuesta a esa pregunta es la que dio Borges: “Escribo para evitar el arrepentimiento que sentiría si no escribiera”.

Entrevista de Alonso Cueto, Letras Libres, la pregunta se la hizo Onetti a sí mismo

 

―¿Sos disciplinado para trabajar?

―Yo no puedo ir a sentarme a la máquina o sentarme con el lápiz de tal hora a tal hora. Me es imposible. Yo escribo cuando tengo el arranque de escribir, las ganas de escribir. Y de ahí viene la confusión, porque esas cosas van a la libreta número siete, otra es un pedacito de papel, a lo mejor un papel que me llegó de una confitería... Y después todo eso es un problema, ¿no? Y además muchas veces preguntarme, sí, yo escribí esto, pero ¿qué quería? ¿Cómo juega esto dentro de la novela? Me ha ocurrido… Me han ocurrido muchas supresiones por esta razón.

Entrevista con Joaquín Soler Serrano, la pregunta que le hizo es otra, la que respondió es esta

 

―Hablemos justamente de eso, de cuando escribe. Usted ha tenido temporadas de escribir bebiendo y de escribir sin beber. ¿Cuál es el resultado en un caso y otro?

―La cosa no es tan simple. A veces tomo una copa de vino, me vienen ganas de escribir y escribo furiosamente. Otras veces escribo sin ningún estímulo.

―Lo que quiero saber es si hay diferencias entre un caso y otro.

―Cuando yo dejo un papel es porque estoy contento con él, si no, lo rompo y se acabó. Ahora cuando bebo un poco me siento más desinhibido. Pero cuando escribo nunca bebo demasiado, si bebiera demasiad no podría escribir. En Buenos Aires cortaba mucho el vino con agua. Yo creo que más que buscar un efecto, todo eso tiene que ver con la oralidad. No puedo estar sin tener algo en la boca.

―Eso es evidente: no ha parado de fumar ni un minuto y no hay ninguna instantánea suya en que no esté con un cigarrillo en la mano.

―Mire: en definitiva lo único que tiene importancia es que cuando me pongo a escribir es la hora de la verdad y todo lo demás me importa un comino. Vivo con los personajes, los quiero. Nada que no tenga que ver con ellos me interesa. Van, vienen, los manejo, me manejan. Los quiero, los quiero.

Entrevista de María Esther Gilio

 

―¿Por qué nunca un personaje femenino fue protagonista de uno de tus cuentos o de una de tus novelas?

―Ese reproche me lo han hecho muchas veces. Mucha gente. Y, sobre todo, muchas mujeres. Acá hay algo de aquella vieja cursilería del misterio femenino, pero a mí me ha ocurrido de no comprender del todo la psicología, las reacciones femeninas.

Entrevista en "Encuentros con las letras", TVE

 

—Otra pregunta. ¿Para quién escribís?

—Para mí. Para Onetti, que es mi mejor amigo.

—¿Estás seguro?

—O para mis personajes. También para ellos.

—¿Y para los lectores? Si escribieras para vos, no publicarías.

—Bueno, yo sé que va a haber alguien que me va a leer y va a entender las tristezas que escribo.

—Entonces…

—Pero yo escribo para mí, por el placer que siento.

Entrevista de Eduardo Galeano, Revista El Viejo Topo

 

 

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